Por Osvaldo Macuil / @OsvaldoMacuil
Lo poco queda del morenovallismo se atrincheró para mantener la dirigencia estatal del Partido Acción Nacional (PAN), el único espacio visible que mantienen tras la muerte de sus líderes morales en 2018.
La semana pasada, Genoveva Huerta anunció cambios en la estructura del Comité Estatal, cuyo fin es buscar la reelección y mantener tres años más el cargo.
Esta reacción es natural tras el triunfo de Eduardo Rivera Pérez. Los morenovallistas saben que el panista de más peso en este momento es el alcalde electo, y lo respaldan los 318 mil votos que consiguió el 6 de junio para vencer a la Cuarta Transformación.
En 2015, después de varios intentos fallidos por hacerse de la dirigencia estatal del partido, Rafael Moreno Valle decidió colocar a alguien muy cercano a él para que dejaran de llevarle las contras, como ocurrió con Juan Carlos Mondragón y Rafael Micalco.
Fue por ello que enviaron a Jesús Giles Carmona como presidente y a Martha Erika Alonso como secretaria general. Todos sabíamos quien tomaba las decisiones en lugar del dirigente.
Para 2018, el morenovallismo mantuvo el control con miras a la gubernatura en la que enviaron como candidata a Martha Erika.
Tres años después, lo que queda del grupo comandado por Moreno Valle busca mantener el espacio que les heredaron en vida.
Entre los morenovallistas que regresan a la dirigencia estatal del PAN se encuentran además de Jesús Giles, Sandra Izcoa, Jesús Morales, Franco Rodríguez.
Genoveva Huerta presume que tuvo un resultado positivo en la elección pasado y por ello tienen en mente reelegirse.
Lo cierto es que si no fuera por la victoria contundente de Lalo Rivera en la capital, el PAN habría obtenido una votación desastrosa.