Genoveva Huerta exhibe su intolerancia morenovallista

Sin grandes logros que presumir ni un trabajo de reconstrucción del partido que destacar, Genoveva Huerta le apuesta a la desmemoria de los panistas al revivir la figura del siniestro Rafael Moreno Valle y de su esposa Martha Erika Alonso para intentar ganar la elección interna del partido azul y mantenerse así en el cargo por otros tres años.
Desde hace tiempo, Huerta Villegas está obsesionada con reelegirse en la presidencia del Comité Directivo Estatal a pesar de las pésimas cuentas entregadas durante su gestión, pues como lideresa panista entregó, sin meter las manos, el interinato al PRI; perdió las elecciones extraordinarias del 2019 al imponer a un candidato que no era ni del partido y quien aborrecía a los Moreno Valle; y en los comicios intermedios de este año, Acción Nacional fue barrido en la mayoría de distritos locales y solo las victorias de Eduardo Rivera, Edmundo Tlatehui y Paola Angón maquillaron su fracaso en las urnas.
Por pura dignidad y congruencia, “La Jefa Geno” tuvo que haber puesto su renuncia sobre la mesa como presidenta del CDE al día siguiente de la jornada electoral por los pésimos resultados derivados del desastroso proceso interno de selección de candidatos que realizó y por agandallarse para ella y para los suyos, aún sin conocer los números de la contienda electoral, las primeras posiciones plurinominales a la Cámara de Diputados, al Congreso del estado y en los diferentes cabildos de los ayuntamientos en la entidad.
La autocrítica, el mea culpa y la coherencia son valores que están borrados en la personalidad de Genoveva Huerta.
Además de los pésimos resultados en las dos elecciones en las que ha estado al frente de Acción Nacional en Puebla, Huerta Villegas es la principal artífice de que el partido esté fragmentado y polarizado, ya que contrario a lo que hoy pregona al prometer un “PAN de puertas abiertas”, la diputada federal lo ha convertido al en un club privado en el que solo sus incondicionales tienen cabida mientras se presenten a solapar su excesos de poder y sus negocios turbios a costa del presupuesto del instituto político.
Solo basta revisar las múltiples y copiosas expresiones de militantes destacados que le han dado la espalda a lo largo de su gestión al frente del PAN en Puebla, como así lo hicieron el grupo de ex alcaldes que apenas este lunes expresaron su rechazo en contra de la reelección de la actual presidenta y se sumaron a la planilla de oposición, que preside Augusta Díaz de Rivera y Marcos Castro.
En el camino, Genoveva, por su soberbia y arrogancia, ya perdió a un buen número de sus aliados, quienes la acompañaron al inicio de su presidencia, como Miguel Ángel Huepa, Tony Gali, Francisco Fraile, Pepe Sánchez, Salvador Escobedo Zoletto, Rafael Micalco, Toño Vázquez, Amparo Acuña, entre otros.
Huerta Villegas le ha apostado por revivir a los impresentables Jorgito Aguilar Chedraui e Inés Saturnino como punta de lanza para su inverosímil y cada vez más lejana reelección, en lugar de darle cabida a todos los grupos que conforman al panismo local y no solo a lo más indecente del morenovallismo.
Nadie puede negar que “La Jefa Geno” se ha convertido en la alumna más avanzada del siniestro Moreno Valle, a quien le aprendió todo lo peor de sus vicios y excesos, como lo son la intolerancia a la oposición y la crítica, los negocios oscuros con dinero público, lo autoritaria y ganar a la mala, ya sea robando o cometiendo fraude.
Muestra de los anterior es la amenaza que ya lanzó en contra de Díaz de Rivera, quien ha juntado una serie de testimonios de diferentes aspirantes y militantes a los que se les exigió dinero a cambio de candidaturas en los pasados comicios, por daño moral luego de hacer públicas las denuncias de los afectados y que son de dominio público.
Lo que resulta aún más increíble que la intolerancia de la viuda morenovallista es que haya escogido como vocero al presunto acosador Eduardo Alcántara, quien fue el encargado de confirmar las querellas que presentarían por violencia política con razón de género en contra de su rival en la interna panista.
Esta no es la primera vez que Genoveva Huerta recurre a esta estrategia de victimizarse ante las sospechas fundadas de su corrupción y su enriquecimiento ilícito, así como por su ineficiente trabajo como presidenta del PAN, pues a inicios de año la lideresa con licencia presentó tres denuncias ante el IEE por lo mismo que hoy busca enjuiciar a Díaz de Rivera en contra de este reportero, de Ricardo Morales y de Arturo Rueda, siendo esta última la única de la que se desistió por el pacto evidente que ya tiene con Ignacio Mier.
Las amenazas y la intolerancia ya son un común denominador en “La Jefa Geno”, quien al sentirse acorralada ante sus propios problemas prefiere salir por peteneras ante que reconocer las pifias, errores y el pésimo manejo que ha hecho del PAN en el estado.
El chantaje de denunciar a Augusta Díaz no se puede interpretar de otra forma más que como el inmenso miedo que Huerta Villegas le tiene a su oponente, quien avanza con pase firme a la dirigencia estatal del albiazul a pesar de las constantes marrullerías de la morenovallista, quien se ha dedicado a golpearla bajo la mesa y ha intentado ganar en la mesa lo que seguro no podrá hacerlo frente a la militancia que decepcionó.
Genoveva Huerta está perdida en su propio laberinto.
Ni reviviendo a Moreno Valle, “La Jefa Geno” se reelige como lideresa panista y sus amenazas son signo inequívoco de ello.
Otra viuda del siniestro Rafael que con fecha de caducidad ya vencida.
Así de claro.
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