Durante tres años, el morevallismo vivió en agonía y el 14 de noviembre de 2021 será la fecha en la que está corriente que tuvo el control del estado llegó oficialmente a su fin.
Desde el helicopterazo de la Navidad de 2018, los huérfanos de Rafael Moreno Valle y Martha Erika Alonso perdieron paulatinamente posiciones.
Primero dejaron ir la gubernatura interina y todas las posiciones que tenían en el gobierno estatal. Luego se escondieron y no apoyaron al partido en la elección extraordinaria de 2019.
La dirigencia estatal del PAN, el único refugio que les quedaba, se los arrebató Augusta Díaz y Marcos Castro, quienes estuvieron comandados por el alcalde de Puebla, Eduardo Rivera Pérez.
Genoveva Huerta se asumió como la líderesa del morenovallismo, a pesar de que no tenía experiencia y el cargo que heredó fue un dedazo más que mérito propio.
Se rodeó de impresentables como Jorge Aguilar Chedraui, Pablo Rodríguez Regordosa e Inés Saturnino López para tomar las decisiones del partido.
Nunca entendió que ante la ausencia de Moreno Valle tenía que reconstruir el partido y unificar a todas las expresiones. Por el contrario, emprendió una estrategia para fracturar lo que de por sí ya estaba roto desde hace una década.
Genoveva Huerta se adueñó de las candidaturas en la elección de este año. Se quedó con una plurinominal en la Cámara de Diputados, le dio a su protegido Eduardo Alcántara Montiel la misma posición para el Congreso Local, a pesar de que ya le había dado al menos dos millones en contratos por asesorías.
A Eduardo Rivera lo bloqueó para que no fuera candidato y al final dobló las manos. El PAN en la capital ganó a pesar de su dirigencia estatal. También la acusaron de vender candidaturas en todo el estado.
La panista no aprendió que el 2021 no era el año de las reelecciones, y se postuló para quedarse otros tres años en la dirigencia estatal pues pretendía volver a repartir el pastel en 2024 y tras los resultados ya se despidió de ese sueño guajiro.
El PAN tiene nuevo dueño y se trata de Eduardo Rivera Pérez, quien después de ser vapuleado y humillado, volvió por la puerta grande.
Si Moreno Valle hubiera atestiguado el ridículo de sus pupilos, seguramente habrían volado celulares por doquier.
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