Qué pésimo mensaje está mandando la actual dirigencia estatal del PAN, encabeza por Jesús Giles, al no fijar una postura ni mediar en el conflicto que existe tras la elección interna en la que salió vencedora la fórmula de oposición, conformada por Augusta Díaz de Rivera y Marcos Castro.
A casi una semana de la interna panista, el presidente del Comité Directivo Estatal y su secretaria general, Lidia Flores, han mantenido un silencio bastante incómodo que podría interpretarse como cómplice tras el berrinche y manipulaciones de Genoveva Huerta, la candidata perdedora quien no ha aceptada la derrota y que busca judicializar el proceso en el que comprobó que la militancia azul la aborrece tras una gestión deficiente, llena de revés electorales, excluyente y señalada por la venta de candidaturas y la malversación de las prerrogativas del partido.
Así como existe la exigencia de que Marko Cortés, el desaparecido y vilipendiado líder nacional del PAN, ya ponga orden en Puebla; lo mismo se le debe exigir al presidente local.
Giles Carmona está repitiendo sus errores del pasado que lo tienen en una situación jurídica bastante incómoda, pues en el 2018, como líder de Acción Nacional en Puebla fue parte del fraude contra el hoy gobernador Miguel Barbosa con el que los Moreno Valle se robaron los comicios de ese año.
El presidente del CDE fue pieza principal de la estrategia ilegal con la que el siniestro Rafael Moreno Valle impuso a su esposa Martha Erika Alonso en el gobierno del estado. Jesús Giles fue el responsable de que la papelería electoral del PAN cuadrara con la apócrifa que después fue suplantada en el IEE y que tuvo que madriguera uno de los salones del Hotel M&M.
Incluso, en la trifulca con militantes de Morena, Giles Carmona tuvo que poner el cuerpo y recibir las agresiones de los furiosos seguidores del partido lopezobradorista, quienes irrumpieron en el inmueble de la zona de Las Ánimas.
¿Cuál fue la recompensa para Jesús Giles por parte de sus padrinos los Moreno Valle?
Ninguna.
Martha Erika Alonso le quitó el control del Comité Estatal y en su lugar impuso a Genoveva Huerta. La exgobernadora fallecida tampoco lo premió con alguna secretaria ni subdirección en el organigrama estatal.
Giles fue cómplice del fraude de a gratis.
Hoy, su situación es la misma.
Cada día que pasa sin que intervenga en el conflicto o convenga a Huerta Villegas no dañar más al partido, el líder panista se está hundiendo un metro más, pues tarde o temprano, Augusta Díaz de Rivera será reconocida como la nueva presidenta estatal del partido y él tendrá que conducir el proceso de entrega y hacerse responsable de todas las irregularidades y cochinadas de la “Exjefa Geno”, que no fueron denunciadas en su momento.
El siempre enterado periodista Ricardo Morales en su columna del pasado martes titulada “Genoveva Huerta busca negociar para no ir a prisión” dejó un dato bastante revelador al referir que la diputada federal indígena intentará negociar su libertad por el quebranto al Comité Estatal del PAN por 100 millones de pesos a cambio de que desistir las impugnaciones que presentará en contra de los resultados de la elección del domingo 14 de este mes.
“Huerta Villegas sabe que cuando Augusta Valentina, tome el control de la dirigencia estatal del albiazul, va encontrar diversas anomalías en el manejo de los recursos asignados a Acción Nacional durante los tres años de gestión de Genoveva y su pandilla, los cuales se presume ascienden a cerca de 100 millones de pesos”.
Tremendo brete en el que se metió Genoveva Huerta.
Pero, este escándalo de corrupción en el seno panista podría salpicar también a Jesús Giles, quien al recibir el partido no advirtió el desfalco a las arcas de Acción Nacional en Puebla.
Nadie entiende el silencio ni la pasividad de Giles Carmona.
¿Qué le prometieron a cambio del encubrimiento y su complicidad?
El líder panista sí o sí necesita fijar ya una postura, así como obligar a la presidenta de la Comisión de Elecciones, Leonor Popocatl, a que conceda la constancia como presidenta y secretario general electos a Augusta Díaz y a Marcos Castro, y dejar que las instancias correspondientes determinen su validez o su revocación.
Jesús Giles se equivoca, como lo hizo en el pasado, en tomar partido por una causa perdida y que poco le va a retribuir o premiar en un futuro.
Es su deber velas por los intereses de los militantes que le dejaron claro a Genoveva Huerta, y no solo por los de ella, que ya no la quieren otros tres años como lideresa del partido.
¿Complicidad o torpeza?
#RespetoALaMilitancia.