Al filo de las 3 de la tarde del 23 de noviembre, Puebla se conmocionó. Nadie daba crédito a lo que leían en redes sociales: la muerte de Javier López Díaz, el conductor del noticiero más escuchado en todo el estado desde hace casi tres décadas.
Este personaje se convirtió en un icono no solo del periodismo sino de la cultura poblana. Todos sabíamos quién era. Todos teníamos una referencia de él o de su noticiero Buenos días con López Díaz.
Muchos de los que lloraron a lamentaron su muerte, alguna vez fueron sus detractores. Por lo menos una vez lo acusaron de ser amarillista o criticaron su manera de dar las noticias. Yo mismo me incluyo en estas líneas.
Pero ello no es impedimento para reconocer su trabajo y para aceptar que Javier López Díaz marcó un antes y un después en la radiodifusión de Puebla, estilo que muchos han querido copiar pero nadie igualará al rey del rating.
Con este periodista creció mi generación, la que hoy tiene más de 30 años. Como una orden sagrada, todos los días arrancaba su noticiero a las 5:30 de la mañana y concluía a las 10.
Su programa era una bisagra entre los que salían de trabajar del tercer turno y los que empezaban su día para ir a la escuela, la oficina o la fábrica.
Para los choferes del transporte público era una obligación sintonizarlo, primero cuando la frecuencia era de Grupo Acir y luego cuando se transformó en a Cinco Radio, pues el reporte del tráfico les facilitaba el trayecto.
López Díaz construyó un ejército de reporteros callejeros. Lo hizo gracias a la autenticidad que tenía para ganarse a la gente. Con su palabra logró convencer a sus radioescuchas para que se volvieran sus oídos y ojos en las calles.
En el arranque de la década de los noventa, cuando la telefonía celular era incipiente, su audiencia llamaba desde su casa o acudía directamente a sus instalaciones para entregarle las denuncias ciudadanas.
Paulatinamente LA RED se volvió una herramienta poderosa. Este monstruo denunciaba desde un semáforo descompuesto hasta el hallazgo de un cadáver en el lugar más recóndito del estado.
Lo mismo reportaba choques en las calles de Puebla que gestionaba apoyos para personas enfermas o con alguna necesidad.
Buenos días es una herramienta para que los gobiernos escuchen las demandas de los ciudadanos y generen soluciones prontas. Así de poderosa es LA RED.
Una vez que las herramientas digitales evolucionaron, López Díaz se empoderó. Los reportes telefónicos se convirtieron en evidencias con audio, fotografía o video.
Ante el impacto que tenía era muy común escuchar a la gente decir: lo escuché con López Díaz; pon el radio para ver si ya lo dijo López Díaz; denúncialos en el programa de López Díaz.
Nadie podrá llenar el vacío que deja. Ninguno de sus colaboradores tiene la fuerza para asumir su posición y mucho menos sus competidores.
Sus reporteros ciudadanos hoy están huérfanos. La radio poblana se queda sin su rey del rating.