Más allá de sus líos de faldas, sus escándalos familiares y sus espectáculos en La Vista Country Club, Francisco Romero se encuentra con un pie afuera de la Auditoria Superior del Estado por su dudosa reputación y su muy cuestionable actuar como titular del máximo órgano fiscalizador del estado.
Romero Serrano, como muchos otros infiltrados en la 4T, no tardó mucho en develar sus verdaderos intereses, marearse en su ladrillo y comenzar a realizar negocios al amparo de su posición de poder.
El aún auditor, quien ya tiene los días contados al frente de la ASE, no solo traicionó en tiempo récord al gobernador Miguel Barbosa y al expresidente del Congreso del estado, Gabriel Biestro, quienes fueron sus dos principales impulsores para lograr la posición que fue avalada por la anterior legislatura, sino que se dejó seducir por las mieles del poder y se corrompió de forma notable.
Francisco Romero no llevaba ni una semana en la Auditoría Superior de Puebla cuando comenzó con su principal vendetta personal en contra de Alfonso Esparza, el exrector de la BUAP prófugo en Madrid, España, quien disfruta la bon vivant en un piso comprado en la capital ibérica en uno de las zonas residenciales más exclusivas de dicha ciudad patrocinado por los miles de millones de pesos desviados de la máxima casa de estudios de la entidad.
Contrario a lo que muchos piensan, fue Romero Serrano quien de buenas a primeras comenzó con la cacería, muy justificada, en contra de Esparza Ortiz, quien volteó a la Benemérita poblana y a su Consejo Universitario en contra del gobernador Barbosa a pesar de que él no ordenó la persecución en contra del corrupto rector.
Alejado de la mesura, la discreción y la institucionalidad con la que el mandatario poblano ha manejado los asuntos judiciales que atañen a su gobierno, Romero comenzó con una guerra mediática, fiscal y judicial en contra del exrector de la BUAP, con quien tenía cuentas pendientes luego de una amistad que terminó por romperse cuando Esparza le dio trato de servidumbre al hoy auditor, quien en su momento le pidió trabajo y apoyo económico al fugado en Madrid.
Miguel Barbosa, sobra decirlo, tuvo que asumir el costo político y social de la persecución contra Alfonso Esparza a pesar de que en sus prioridades no estaba la cacería de aquel, pero sí que la BUAP recuperara la dignidad, rindiera cuentas y se aclarase todos los escándalos de corrupción y presuntos quebrantos en contra de la universidad cometidos por su director general.
Tras su venganza contra Esparza, Francisco Romero continuó desahogando temas privados de la ASE en redes sociales y en público hasta que Barbosa Huerta le llamó la atención durante una de sus habituales mañaneras como primer aviso para corregir su actuar.
El auditor hizo caso omiso.
La segunda alerta vino de manera privada cuando a los oídos del gobernador llegaron las versiones de que el titular de la ASE estaba haciendo negocios con la fiscalización de los presidentes municipales, así como la negociación de otros sujetos obligados ya observados y cuyos expedientes fueron congelados o de plano desaparecieron.
Romero se hizo el occiso.
La presidenta de la Comisión Inspectora del Congreso local, Olga Romero Garci-Crespo, hace poco dio cuentas de este escándalo al interior de la Auditoria Superior del Estado.
Lo ilógico comenzó a sonar metálico.
La gota que derramó el vaso vino cuando Romero Serrano se unió al grupo de conspiradores que se formó en las elecciones intermedias del 2021 en contra de Miguel Barbosa. El controvertido auditor se alió a Claudia Rivera e Ignacio Mier en la intentona fallida de despojarle al gobernador el poder en el estado.
El expresidente del COE fue uno de los muchos que cayeron en la noche del primer domingo de junio.
Los últimos meses han sido en picada para Francisco Romero, quien de honorable, honesto e intachable tiene muy poco a pesar de que su esposa grabe videos diciendo que sí lo es.
Faltaba más.
Su caída es inminente a pesar de que el auditor ya decidió encadenarse a su escritorio en la ASE.
Veremos hasta dónde llega su rebeldía y qué consecuencias tendrá.
El auditor ya tiene lote de caducidad.
Off the record
Un asunto que también se está investigando a fondo es la posible participación de Francisco Romero en una pull de empresas dedicadas a la evasión fiscal, mejor conocida como «factureras».
Resulta contradictorio que el encargado de investigar a todas estas empresas que venden facturas, sea el mismo que se estaría beneficiando de ellos.
Para nadie es un secreto que antes de llegar a la ASE, Romero Serrano era uno de los “estrategas fiscales” más buscado en la Angelópolis.
¿Quiénes son sus clientes?
Muchos hombres de poder y hasta periodistas, pero uno destaca entre todos por su importante posición en el primer círculo de Andrés Manuel López Obrador.
La ruta de dinero pasa por Tecamachalco y termina en San Lázaro.
Más detalles en una próxima entrega de esta columna.