Algunos lo calificaron como justicia poética, otros más como mala suerte.
En lo particular me gusta pensar que el karma al fin alcanzó a Facundo Rosas, el oscuro e infame secretario de Seguridad Pública del estado durante la era morenovallista.
El karma se le regresó al morenovallista por el atroz caso de Chalchihuapan en el que murió el pequeño José Luis Tehuatlie y en el que varios vecinos de dicha demarcación fueron mutilados por la brutalidad de la policía estatal comandada por el ex Comisionado de la desaparecida Policía Federal y quien dio la orden directa de atacar con furia a los rijosos en aquel inolvidable agosto de 2014.
A lo largo de esta semana he escrito diferentes teorías e hipótesis para entender en qué momento todo se pudrió en Puebla e inició la descomposición social que hoy nos tiene a todos aterrados de salir a las calles y con un psicosis inmensa que se conjuga perfecto con la crisis sanitaria por el Covid-19 y sus interminables mutaciones y variantes.
Al ver las imágenes de la detención de Rosas Rosas, me es imposible no señalarlo como uno de los principales responsables de la podredumbre social por la que atraviesa la entidad poblana.
Con toda la complacencia, impunidad, complicidad y protección, Facundo Rosas se convirtió, tal vez, en el extitular de la SSP más ignominioso en la historia de Puebla, pues fue él, precisamente, el que permitió que el narcotráfico y la cultura del narco al fin se lograra enquistar en el estado, que, hasta el gobierno del siniestro Rafael Moreno Valle se había mantenido ajeno a esta dinámica nacional.
Ya mucho se ha dicho y leído sobre el blindaje que la administración de Moreno Valle brindó a los principales cárteles de México para operar el huachicoleo en diferentes municipios del estado a cambio de participar en el modelo económico que el priista creó para financiar su fallido proyecto presidencial.
El vínculo entre los huachicoleros y el gobierno fue el hoy preso Facundo Rosas, quien dirigía a las corporaciones estatales, pero también dominaba las policías municipales con sus sicarios y esbirros colocados en posiciones estratégicas en dichas secretarías de seguridad para no perder el control del esquema entre el hampa y el Ejecutivo local.
Fueron ellos quienes les abrieron las puertas de Puebla al narco.
Esta fue la verdadera herencia maldita de Moreno Valle.
No podemos pasar por alto el poder que Rosas ostentó durante el morenovallismo, el cual llegó a ser tanto que en algún momento se pensó en impulsar el mando único policial en Puebla, que estaría a cargo de la ex mano derecha de Genaro García Luna.
El karma no fue lo único que alcanzó a Facundo Rosas, pues la justicia también hizo lo propio.
Tras ser detenido por atropellar y matar a una mujer de la tercera edad en la Delegación Álvaro Obregón, de la Ciudad de México, la mañana de este jueves, Rosas Rosas fue ingresado a instalaciones de la Fiscalía General de la República (FGR) en donde se le notificó una orden de arresto en su contra por el operativo Rápido y Furioso, que fue en coordinación con Estados Unidos para el ingreso de más de 2 mil 500 armas a México que terminaron en manos del Cártel de Sinaloa durante el sexenio de Felipe Calderón.
El morenovallista fue puesto a disposición de autoridades federales que lo implican en el mismo caso que Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, así como sus jefes Genaro García Luna y Luis Cárdenas Palomino.
En febrero del año pasado, Facundo Rosas Rosas fue citado a declarar por investigaciones que ya estaban a cargo de la Unidad Especializada en Investigación de Terrorismo, Acopio y Tráfico de Armas, pero obtuvo un amparo y no acudió. Hace dos semanas compareció como testigo, pero ya era investigado.
Su jefe García Luna llevaba más de un año detenido en Nueva York por presuntas colaboraciones con el Cártel de Sinaloa durante 19 años y faltaban cinco meses para que cayera el otro implicado en las acusaciones de Estados Unidos, quien también es cercano a ambos: Luis Cárdenas Palomino fue detenido en julio de 2021 por delitos de tortura.
El excomisionado de la Policía Federal coincidió con Genaro García Luna desde finales de la década de 1980, cuando los dos trabajaron en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen). Con el paso de los años siguieron escalando juntos en las dependencias de Seguridad, donde habrían colaborado con narcotraficantes que prometieron combatir.
En esta vida todo se paga.
O dicho de otra forma: karma is a bitch.