Puebla

Historias SAD de desamor de los poblanos: Parte 1

Historias SAD de desamor de los poblanos Parte 1

Esta historia sad ocurrió en la preparatoria. Yo estudiaba en una prepa cercana al Paseo Bravo. En fin, en esos tiempos yo solía tocar la guitarra, así que me inscribí en la rondalla de la prepa. Ahí conocí a Mariana. Ella era un año más grande que yo, por lo que sólo tenía la oportunidad de verla durante los ensayos de rondalla y algunas ocasiones en los recesos.

Pese a estas dificultades, poco a poco comenzamos a hablar. Al principio no sentí ningún tipo de interés por ella. Me parecía muy simpática y, dicho sea de paso, era muy guapa, pero en ese momento estaba más enfocado en otras cosas como en el no reprobar materias como matemáticas.

Sin embargo, conforme fueron pasando los días, comenzamos a tomarnos más cariño al grado de que ya teníamos nuestros teléfonos, nos acompañábamos a nuestras paradas de camiones y nos mensajeábamos mucho e incluso había días en los que le llamaba por teléfono a su casa. Por supuesto que comencé a sentirme en las nubes y, sin querer reconocerlo totalmente, a enamorarme de ella. Incluso hoy en día reconozco que fue mi primer amor, pero por temor al rechazo no le dije nada de esto.

Este fue un error porque a partir de aquí viene lo sad de esta historia.

Como sea, un sábado nos tocó ensayo de la rondalla en una escuela cerca de la Acocota. Al finalizar, todos los que integrábamos la rondalla del Liceo, decidimos caminar hasta el Paseo Bravo para tomar nuestros respectivos camiones. Durante el trayecto, el grupo perdió de vista a Mariana y a otro compañero al que llamaremos Martín. No le dimos importancia y cada uno se fue a su casa.

Durante la semana siguiente, noté a Mariana y a Martín más cariñosos que de costumbre. Pero por alguna razón no pregunté al respecto. Pensé que ya eran amigos y la verdad es que me agradaba la idea de que tuviera más amigos.

Todo fue “normal” durante los siguientes días hasta que me cayó una noticia marca bomba: Ellos ya eran novios. Obviamente me dolió, pero no se lo dije. Sólo intenté distanciarme de ella. Ella lo notó y al principio me dio mi espacio, pero poco después comenzó a buscarme. Y claro que yo caí.

De un día para otro me convertí en “el otro”. Saliendo de la prepa, nos íbamos agarraditos de la mano o abrazados. Nos mensajeábamos, me iba a la caseta de teléfono a gastar mis pesitos en llamarle… ¡Coño, hasta me dedicó “Bendita tu luz”! Por supuesto que no faltó la cartita llena de besos y corazones y otros detalles.

Para mediados del ciclo escolar de mi primer año en prepa, las cosas empeorarían porque Mariana terminó embarazada. Esto ya fue una red flag para mi porque, evidentemente, estaba más que amarrada con Martín. Tal es el caso que ella terminó viviendo con él para principios los primeros meses de mi segundo año de prepa (y tercero de ella).

En este año, yo comencé a trabajar y distraerme un poco más de todo ese asunto. Sin embargo, en una ocasión, junto a una amiga en común, la visitamos en casa de Martín. Ya había dado a luz, así que nos parecía buena idea.

Esta visita me provocó una estúpida idea. Y es que ella vivía con junto a la familia de Martín en una pequeña casa. Esto no me gustó y le propuse que se fuera conmigo (a la casa de mi familia jajaj, eso sí, más grande y donde tendría mayor espacio para ella). Ella quedó en darme una respuesta y en el tiempo en el que la esperé, le comenté a mi familia lo que pasaba. Ellos aceptaron y solo restó esperar la respuesta que nunca llegó.

En fin, por cosas del destino, ya no pude continuar mis estudios en esa prepa y no volvería a saber de ella hasta la universidad, que ella me contactó por Facebook.

Yo, “más maduro”, acepté salir con ella para hablar, ponernos al tanto y tratar de continuar exclusivamente la amistad. Entre los detalles de su vida me contó que se había separado, que vivía sola con su hijo y que le iba bien.

Pasaron los días, las pláticas y entonces caí de nuevo porque en verdad la amé. Comenzamos a salir mucho más e incluso la llevé a casa a comer. Todo esto con todo y su hija. En otras ocasiones yo fui a su casa. Todo volvía a ir bien y de nueva cuenta me ilusioné.

¡Oh, pero de nuevo me la aplicó! De repente se hizo novio de alguien más  y fue cuando decidí ponerle punto final a todo. Después de esto, no nos volvimos a ver hasta meses después. Yo ya salía con alguien más (que tampoco se dio). Esto se lo comenté a ella en alguna de las pocas charlas que tuvimos y después nos distanciamos y fue así que pude dar por terminada esa etapa de mi vida

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