La ola de violencia que recientemente ha azotado el estado, tiene su origen en la disputa que desde diferentes grupos del crimen organizado se mantiene por acaparar la venta y distribución de sustancias prohibidas, en especial una conocida como “cristal”, de la que ya se ha escrito profusamente en esta columna de opinión.
Esta droga, altamente adictiva, poderosa y dañina, no es otra que metanfetina “cristalizada”, más bien preparada sintéticamente en laboratorios rudimentarios con precursores tan fáciles de adquirir como la sosa caústica, el veneno para ratas, acetona y efedrina (esta última quizás la más difícil de comprar, aunque no demasiado, si se busca con las personas correctas).
Ya lo dijo el fiscal General del Estado, Gilberto Higuera, durante su más reciente comparecencia en una videoconferencia mañanera poblana: son los grupos criminales -narcomenudistas- quienes se están confrontando por la venta de drogas en el territorio de la entidad, particular y decididamente por el cristal. Es esa la droga que más se comercializa en Puebla.
Es preciso dar contexto a las palabras de Gilberto Higuera: probablemente «esa droga» no sea la más comercializada en el estado; antes -y para ello están los indicadores nacionales -se encuentra la venta de mariguana, hoy por hoy el estupefaciente más consumido, “buena onda” y socialmente aceptado, de manera notable entre jóvenes de cada vez mayor nivel sociocultural.
Sin embargo, la metanfetamina puede ser considerada en los hechos como la droga de mayor relevancia, debido no sólo a sus consecuencias funestas, sino a la manera en que mueve el mercado de los estupefacientes en el país, y también porque es día a día, cada vez más solicitada entre los consumidores.
El cristal es popular entre gais, quienes suelen fumarlo o inyectárselo para tener sesiones de sexo descontrolado (chemsex) que pueden durar a lo largo incluso de semanas. Es también socorrido entre adolescentes, quienes lo fuman para ir al trabajo, divertirse, socializar o bien, experimentar con amigos.
Es sumamente solicitado por los camioneros y traileros, quienes lo requieren para aguantar las largas horas que pasan frente al volante, cuando recorren las carreteras de México. Lo consumen también mujeres, trabajadoras sexuales, chicas trans (este mercado va en crecimiento), y en algunas zonas del norte del país, se está volviendo especialmente popular entre señoras, quienes lo usan a modo de método para adelgazar.
Su precio juega igualmente un factor importante, pues en la medida que el consumo de «crico» aumenta, resulta más barato adquirirlo. En el estado es posible conseguir un gramo de cristal desde 150 pesos con los vendedores adecuados, e incluso se está comercializando muy al manudeo o detalle, con ventas que pueden ir desde los 50 pesos por una pequeña astilla, ya que los narcomenudistas son conscientes de su enorme poder adictivo, al grado de que personas son capaces de gastar el dinero de su comida, lo del combustible, etcétera.
Pero el cristal no sólo estimula el cerebro, «inyectando» a la persona más energía, sino que también le quita el sueño. Los que lo usan, no duermen. Consumidores de diario pueden acumular decenas de horas sin cerrar los ojos, lo que los transforma en auténticos psicópatas (una persona con varias noches sin dormir está clínicamente loco), organismos alterados que reaccionan violenta e impulsivamente a la menor provocación.
Es real lo que se menciona en la más reciente campaña del gobierno federal, cuando se rememora el nacimiento de esa sustancia en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, con un Adolfo Hitler urgido en crear un ejército de “zombis”, soldados dispuestos a matar, sin la “incomoda» necesidad de dormir para reponer fuerzas…
No es casualidad que el consumo de cristal esté prohíbido al interior de los CERESOS en Puebla.
Perece obvio: cualquier estupefaciente en teoría, no se puede consumir dentro de las cárceles, pero aquí nadie se espantará si escribo que en los reclusorios de México es posible encontrar a internos fumando marihuana, inyectándose heroína, esnifando coca…
Mas con el cristal las cosas son distintas. No quiero decir que no se consuma, sólo que su venta es mucho más rara y el precio más elevado, porque los custodios e internos se dieron cuenta de que el cristal ponía “locos” a los que lo fumaban y eso generaba cada vez más problemas.
El hecho de que el “crico” esté prácticamente vetado de las cárceles poblanas debe ser un indicador de sus temibles consecuencias, y las recientes masacres en Ciudad Serdán y en Atlixco, deberían ser también elocuentes para que quien esto lee, se dé cuenta del monstruo al que nos estamos enfrentando.
*Nota Bene: Durante la campaña electoral de Bill Clinton en 1992, su estratega político, James Carville, acuñó la frase “(es) la economía, estúpido” para hacer notar al equipo del candidato la relevancia que ese tema tiene entre la opinión pública estadounidense; desde entonces se hacen juegos de palabras con dicha expresión. A ella hace referencia el título de esta colulmna y ninguna persona debería tomarse el epíteto como un insulto personal.
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