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Mis primeros diez años en el periodismo

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¡Vaya que ha sido un gran viaje!

Los reporteros somos esa extraña raza que en un incendio cuando todos buscan evacuar el edifico, nosotros buscamos entrar para conocer la llama que provocó la quema.

¿Si ha valido la pena?

Claro que ha valido la pena.

Cada maldito minuto.

En este largo periplo ha pasado de todo: iniciar como un imberbe aporreados de teclados en una de las redacciones más importantes del estado, a ser un reportero de deportes más del montón a uno fallido de nota roja, a un incomodo reportero de la fuente del Ayuntamiento durante la primera gestión 2011-2013 de Eduardo Rivera y empezara a ganar cierta reputación (buena o mala, no lo sé, ya el tiempo lo definirá), a cubrir la fuente política y desde entonces seguir con pluma y grabadora, ahora celular, siete campañas políticas, cuatros gobiernos estatales, cinco alcaldías de la capital y cuatro legislaturas locales.

También me ha tocado ser objeto de todo tipo de ataques, desde ofensas como “chayotero”, “muerto de hambre”, “resentido social”, “enano carga fierros y reportero estercolero” (Enrique Doger, dixit), “closetero”, “vendido”, hasta un asedio por parte del régimen morenovallista que me llevó a ser nota nacional en Reforma, El Universal y Revista Proceso y a estar inscrito en el padrón de periodistas bajo amenaza, acompañamiento policiaco día y noche durante tres meses y un botón de pánico por un año.

Me han tratado de censurar, intimidar, retar a golpes en lugares públicos, amenazar. Me han demandado y ahora hasta me quieren robar el portal que dirijo.

Nada de esto pasaría si fuéramos grises, cobardes o acomodados.

Somos coleccionistas de este tipo de ataques y los guardamos como trofeos.

Todo eso ha pasado en mi primera década como el “periodista incorrecto”.

Aún recuerdo aquel jueves 16 de febrero del 2012 cuando tuve mi primer y única entrevista de trabajo con Arturo Rueda en la redacción de Diario CAMBIO, que en ese entonces se ubicaba en Huexotilta, y la primera crónica —una muy mala, por cierto— de un partido del Manchester United en la Champions League con la que el director del periódico me aceptó como parte de su equipo de trabajo.

Tengo presente mi primer día como reportero de CAMBIO y ver aún en esa redacción a Selene Ríos, a Yonadab Cabrera y a Viridiana Lozano a punto de partir para lanzar Periódico Central.

No puedo olvidar cuando Rueda me asignó la computadora de Selene y cómo ella llegó a decirme que le tenía que hacer honor a ese teclado y a ese monitor de donde salieron tremendas investigaciones del cura pederasta Nicolás Aguilar, las agudas notas del caso Marín-Lydia Cacho, las icónicas columnas de Dios en el Poder y grandes entrevistas que solo la fundadora de Central podía redactar a su gran modo.

El intento se hizo, querida Selene.

Mi primera nota de hace diez años fue la previa de un partido entre Puebla y Chivas, que se publicó el 2 de marzo del 2012  y con la que inició la historia.

10 años en el periodismo de Gerardo Ruíz

Recuerdo haberme llevado esa edición impresa a la casa de mis padres y enseñárselas con todo el orgullo que cabía en ser.

(Ese periódico mi padre, Juan Carlos, lo guardó en su cajón hasta el día de su muerte).

Desde entonces mis notas llegaron a medios deportivos nacionales como la entrevista que le hice a José Luis Sánchez Solá en el contexto de la disputa entre Ricardo Henaine y Francisco Bernard por el Club Puebla y que le provocó al “Chelis” un veto de seis meses en la Liga MX por sus agudas declaraciones contra el empresario priista; también logré infiltrarme en la reunión que Rafael Moreno Valle tuvo en el CIS con diferentes directores y periodistas de Puebla tras la masacre de Chalchihuapan en el 2016 y que detonó toda las represalias posteriores hacia mi persona.

Me convertí en la sombra y en el dolor de cabeza de Enrique Agüera, de Jorge Aguilar Chedraui, Patricia Leal, Xabier Albizuri, Juan Carlos Lastiri, José Juan Espinosa, Eukid Castañón, por mencionar solo a un puñado de impresentables a los que les ventilé todos sus pecados a su paso por el servicio público.

Fui el primer reportero en exhibir el esquema de desvío de recursos públicos por parte de Antonio Gali a su paso por la Secretaría de Infraestructura, el Ayuntamiento de Puebla y su minigobierno de 20 meses, a través de la obra pública realizada por los amigos de sus hijos; también fui el primer periodista en revelar el fraude en Flor del Bosque y la transmuta de los terrenos del Cerro de Amalucan por parte del gobierno galista a uno de los familiares político del hijo primogénito del exgobernador y que a la postre provocó la cancelación de dicho intercambio.

Como director de El Incorrecto MX, portal que en junio próximo cumple sus primeros cinco años de vida, también fuimos puntuales en documentar todos los excesos del morenogalismo, la riqueza inexplicable de los pillos que apadrinaron Moreno Valle y Gali, dimos cuenta del fraude electoral del 2018, exhibimos en exclusiva la injerencia del gobierno de Enrique Alfaro en la campaña de Enrique Cárdenas, y fuimos de los pocos medios valientes en investigar sobre todos los delitos cometidos por Claudia Rivera y su grupo de hampones, por enumerar solo algunos logros.

Las venganzas han sido muchísimas, pero las satisfacciones, sin lugar ha duda, han sido mucho más.

Es parte del oficio.

¿Volvería a escoger, si tuviera la oportunidad de retroceder el tiempo, la profesión de periodista otra vez?

Sin dudarlo un segundo.

Me podrán hostigar, amenazar, demandarme, intentarme robar al Incorrecto o continuar con sus guerras sucias, pero mientras no me corten las manos o me quiten la vida van a lograr que mi pasión por contar historias de Puebla y adentrarme en las entrañas del poder se me quite.

Gerardo Ruiz es periodista (insisto: no sé si bueno o malo) y lo seguirá siendo hasta su muerte.

Cierro esta columna que recuerda mi primera década en el oficio agradeciendo a todas las personas que han aportado algo mi carrera como reportero.

Gracias a las personas que confiaron en mí por primera vez: Arturo Rueda, Héctor Hugo Cruz y Paulina Cataño, con ustedes inició este camino.

Gracias a mis compañeros con los que compartí redacción, la mejor de su época, en CAMBIO: a Osvaldo Macuil, quien sigue siendo mi dupla desde hace diez años, a Elena Peñaloza, Xóchil Rangel, Luis Ángel Cabrera, Alberto Melchor, Antonio Rivas, Víctor Hugo Juárez, Elvia Cruz, Luis David García y Elvia García.

Gracias a mi generación de reporteros de política la cual logramos que fuera la más temida y odiada entre los políticos por más de cinco años: Pía Pineda, Mónica Camacho y Efraín Núñez.

Gracias a Selene Ríos, quien ya no está con nosotros, a Viri Lozano, a Edmundo Velázquez y a Yonadab Cabrera, quienes, a pesar de las diferencias y desencuentros, fueron mi motivación para crear mi propio portal de noticias

Gracias a todos los grandes periodistas que me han orientado y aconsejado, con quienes he tenido la fortuna de compartir y colaborar, y a quienes aprecio de todo corazón: Zeus Munive, Mario Alberto Mejía, Fernando Maldonado, Álvaro Ramírez, Ricardo Morales, Arturo Luna, Verónica Vélez, Enrique Núñez, Alejandro Mondragón, Valentín Varillas, Pepe Hanan, Toño de la Vega, Carlos Gómez, Alberto Rueda, Carolina Gil, Alejandro Rodríguez, Benjamín Paz, Alejandra Gómez Macchia, Erick Becerra, Ana Montero, entre otros muchos colegas que seguro estoy olvidando.

Gracias al equipo del Incorrecto, porque sin ustedes no sería nada: a Osvaldo Macuil, por segunda ocasión, a Esteban de Jesús López, Leslie Mora, Yanet Torres, Marela Rojas, Victoria Ventura, quien ya dejó este barco, Azarael Moreno, Mario Barrientos, Eidit García, Hilde Pérez, Ricardo Márquez y Ernesto Vitti.

Gracias, Skarlett Palacios, por salvarme hace seis años y que tú bien sabes que eres mi inspiración y mi motivación para todos los días prender mi computadora, escribir y crear historias chingonas.

Gracias a nuestros pocos lectores, quienes han hecho que el Incorrecto MX sea un referente en Puebla por lo incómodo, irreverente y diferente.

Vamos por diez años más de #PeriodismoSinNudos.

¡Qué gran década, señores!

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