Este martes 17 de mayo, se conmemora el 159 aniversario del Sitio de Puebla, fecha en que se recuerda la participación del Benemérito Ejército de Oriente en 1863, por la defensa del estado.
Los cañones del fuerte de Guadalupe, resonaron el 16 de marzo de 1863, anunciando que el poderoso ejército francés estaba frente a la plaza, donde se encontraban los elementos del gobierno mexicano.
Y así se inició el Sitio de Puebla que duró hasta el 17 de mayo del mismo año, donde se demostró al mundo entero que los mexicanos estaban dispuestos a resistir y a repeler a cualquier agresor.
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Y es que el 5 de mayo del año anterior, el general Ignacio Zaragoza había derrotado a los franceses en Puebla capital por lo que los mexicanos se habían retirado a Veracruz, entre Orizaba y Córdoba.
En tanto, el gobierno federal encabezado por Benito Juárez, se había esforzado para fortificar la plaza de Puebla y reunir a sus tropas y elementos de guerra, quienes fueron puestos a las órdenes de Jesús González Ortega, luego de la muerte de Zaragoza en septiembre de 1862.
Así, se construyeron nueve fuertes alrededor de la ciudad con la finalidad de asegurar el perímetro. Cuando más de 28 mil franceses y unos mil 300 aliados mexicanos avanzaron contra la capital poblana en marzo de 1863, se encontraron con 23 mil soldados.
Estos elementos estaban bajo el mando de Felipe Berriozábal, Miguel Negrete, Ignacio de la Llave, Francisco Alatorre, Ignacio Mejía, Porfirio Díaz, Nicolás de Régules, Epitacio Huerta y Mariano Escobedo.
Las fuerzas francesas atacaron la plaza una y otra vez, enfrentando a los mexicanos, posteriormente, el hambre y la falta de municiones obligaron al general González Ortega a disolver al heroico Ejército de Oriente y entregar la plaza.
Carta de rendición del general Jesús González Ortega
Puebla, 17 de mayo de 1863
«Señor General: No siéndome ya posible seguir defendiendo esta plaza, por la falta de municiones y víveres, he disuelto el ejército que estaba bajo mis órdenes y roto su armamento, incluso toda la artillería. Queda, pues, la plaza a las órdenes de V. E. Y puede mandarla ocupar, tomando, si lo estima conveniente, las medidas que dicta la prudencia para evitar los males que traería consigo una ocupación violenta cuando ya no hay motivo para ello. El cuadro de generales, jefes y oficiales de que se compone este ejército, se halla en el palacio de gobierno y los individuos que lo forman, se entregan como prisioneros de guerra. No puedo, señor general, seguir defendiéndome por más tiempo. Si pudiera, no dude V.E. que lo haría».
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