Una mano oscura, la misma que desde hace tiempo ha estado interfiriendo en el PAN y ha fracasado en cada una de sus intentonas por apoderarse del partido, trató de involucrarse, otra vez, en la elección interna por la dirigencia del Comité Directivo Municipal de Puebla del fin de semana.
Una vez más, los verdaderos panistas barrieron al morenovallismo, que aún se niegan a extinguirse a pesar de que su grupo político ya no tiene ningún valor en el estado ni al interior del albiazul, en la contienda en la que Jesús Zaldívar y Miguelina Vargas se impusieron a Lupita Leal y a Eduardo Morales Garduño.
¿Quiénes manipularon a Leal Rodríguez para competirle a Zaldívar Benavides la presidencia del Comité Directivo Municipal en la Angelópolis a pesar de que el exdiputado local ya había trabajo un acuerdo de unidad para ser el único contendiente en la interna de la capital?
De acuerdo con una fuente de extrema confianza que participó en la fallida campaña de Guadalupe Leal, el verdadero factor de división del PAN en la ciudad de Puebla fue, de nueva cuenta, Fernando Manzanilla, quien a través de sus personeros Genoveva Huerta y Eduardo Alcántara convencieron a la legisladora de participar en la interna del partido.
Manzanilla Prieto una vez más demostró que su decadente carrera política vive solo del recuerdo del supuesto “gran operador electoral y estratega político” que se engrandeció en el oscuro régimen del siniestro Rafael Moreno Valle.
El tres veces extitular de la Secretaría General de Gobierno dejó claro que solo con el dinero del erario puede funcionar y que su valor en el círculo rojo está devaluado y en caída libre.
Fernando Manzanilla, como lo he dicho en entregas anteriores de esta columna, es de las grandes mentiras que se crearon en el morenovallismo y uno de los muchos políticos que sin una chequera abierta no saben hacer política de altura.
La historia de la traición de la triada del terror integrada por Manzanilla, Genoveva y Alcántara no tiene desperdicio.
Jesús Zaldivar, a quien Fernando odia por no doblegarse ante él durante el interinato de Don Guillermo Pacheco Pulido, tenía ya construido un acuerdo de unidad con los principales liderazgos del PAN en Puebla capital, entre los que destacan el alcalde Eduardo Rivera; los diputados federales Mario Riestra y Ana Teresa Aranda; y otros liderazgos como Francisco Fraile y Mónica Rodríguez Della Vecchia, para la interna del domingo.
Tejiendo fino y sin presunciones, Chucho fue sumando a cuadros ajenos al grupo hegemónico del panismo poblano, que comanda Rivera Pérez, como Oswaldo Jiménez, Carolina Beauregard, Luis Franco, Miguel Espinosa, Fernando Zarur, Clemente Orozco, entre otros cuadros del partido con cierto arrastre en la Angelópolis, pero que siguen teniendo sus afectos marcados con Huerta Villegas a pesar de que a algunos de ellos ha traicionado y abandonado, como el caso de su excompañero de planilla en la interna del año pasado.
Jesús Zaldivar, al final, cerró los acuerdos de su candidatura de unidad con los retoños de Manzanilla: Genoveva Huerta y Eduardo Alcántara. Ambos les dieron su palabra y se comprometieron con el exlegislador.
No pasó ni una semana y, de forma inentendible, Huerta y Alcántara incumplieron, muy a su estilo de no respetar ni su palabra, el acuerdo hecho con Zaldivar y convencieron a Lupita Leal y a Morales Garduño, uno de los grandes resentidos con Lalo Rivera, quien lo excluyó de su grupo tras venderse con Moreno Valle en la época en la que el edil fue perseguido por infame difunto, de registrarse en el proceso recién concluido.
Tras asegurar que era posible ganar la interna en la capital, los personeros manzanillistas le prometieron a Leal Rodríguez recursos humanos, dinero en efectivo para la movilización del domingo y una bolsa de 600 votos que dividiría la elección por el CDM panista.
El Día D llegó y Genoveva Huerta y Eduardo Alcántara traicionaron a Guadalupe Leal, a quien dejaron sola, sin recursos y sin los votos prometidos.
La simulación y la farsa montada por Fernando Manzanilla se hizo más evidente cuando sus dos ahijados no se presentaron en el centro de votación y en el búnker habilitado por la diputada local.
La expresidenta estatal del PAN y el excoordinador parlamentario son temerarios, pero se cuidan de hacer el ridículo.
No hay borracho que trague lumbre.
La historia ya la conocemos: Chucho Zaldívar ganó la interna del PAN en la capital por diez a uno.
De los 1220 militantes activos que participaron en el proceso del fin de semana, la planilla encabezada por Zaldivar Benavides y Vargas Jarquín obtuvo mil 53 votos por solo 109 que logró registrar Leal Rodríguez y Morales Garduño.
¿En serio nadie le advirtió a Lupita Leal que Fernando Manzanilla no sabe respetar acuerdos?
¿Al fin Lupita Leal comprobó que Genoveva Huerta y Eduardo Alcántara no son de fiar y que su largo historial de traiciones y simulaciones son mas que evidentes?
¿Qué gana la diputada federal con llevar su oposición contra Lalo Rivera hasta el límite?
Una desventura más de la triada conformada por “Tigre Blanco”, “La Jefa” y “Raspu”.
Estos son los aliados de Nacho Mier, quienes se disfrazan de panistas y quienes le juran que lo harán gobernador en 2024.
No hay lógica que explique sus decisiones.