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Barbosa y Lalo Rivera: Una amistad que no es sospechosa

La era de la Cuarta Transformación en México, es, sin duda, la era de polarización social y política. Nada de medias tintas. O es negro o es blanco. Sin contrastes. Como polos opuestos, los seguidores de Andrés Manuel López Obrador no tienen…
columna historias de un joven reportero Gerardo Ruiz 1
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La era de la Cuarta Transformación en México, es, sin duda, la era de polarización social y política.

Nada de medias tintas. O es negro o es blanco.

Sin contrastes.

Como polos opuestos, los seguidores de Andrés Manuel López Obrador no tienen ninguna coincidencia con los odiadores y opositores del presidente de la República.

Fifís contra chairos.

Lo mismo sucede en el círculo rojo, en donde las disputas van más allá de los debates parlamentarios, las posturas partidistas y las ideologías de cada instituto político, pues las diferencias son más que marcadas y tocan los límites de la violencia y la barbarie, como se puede comprobar durante las sesiones de la Cámara de Diputados y el Senado de la Repúblicas.

Progresistas contra conservadores.

La polarización es el pan de cada día en el régimen lopezobradorista.

Las fobias en contra del tabasqueño, quien después de 18 años logró sentarse al fin en la Silla del Águila, lograron lo que hace apenas una década era imposible: aliar al PRI con el PAN.

Los dos partidos antagónicos y hegemónicos de México ahora son socios en su empresa de arrebatarle el poder al López Obrador en el 2024.

Lo visto la tarde de este lunes en el Centro de Convenciones de la ciudad de Puebla durante el Primer Informe del alcalde Eduardo Rivera al frente del Ayuntamiento de la Angelópolis fue totalmente suigéneris e inédito en estos tiempos de la 4T.

Y es que, el gobernador Miguel Barbosa y el edil Lalo Rivera dieron muestra, una vez más, que más allá de la polarización políticas, las filias y las fobias partidistas, el bienestar y el progreso de los poblanos están por encima de todo.

La relación entre el mandatario poblano y el presidente municipal de la capital no es un amasiato oculto como sucedió en el pasado entre los gobernadores del PRI y los barones custodios del PAN.

No, el trato entre Barbosa Huerta y Rivera Pérez, como lo definió el primero, no es una amistad sospechosa ni misteriosa, que fue una respuesta al mensaje emitido por el edil durante su informe de labores.

Entre el gobernador y el alcalde existe una amistad añeja, que para nadie es un secreto y que el mandatario poblano no tiene ningún empacho en reconocer y recordar cada vez que puede.

Incluso, las esposas de ambos, Doña Rosario Orozco y Liliana Ortiz, también son amigas luego de que la primera fue bastante cortés y atenta con la segunda cuando el morenista y el panista coincidieron en San Lázaro como diputados federales de Puebla.

Pero la amistad tampoco se puede traducir en alianza política y mucho menos electoral.

El único punto de convergencia entre ambos, como lo reiteró y lo dejó bastante claro el alcalde de Puebla, está en el trabajo por “corregir el rumbo de la capital y de todo el estado”.

El resultado de las acciones de coordinación entre el Ayuntamiento de la Angelópolis y el gobierno del estado están a la vista de todos y son irrefutables.

Claro que el gobernador Barbosa y el alcalde Eduardo Rivera son amigos, quienes tienen el único objetivo de, en sus dos esferas de injerencia, ofrecer una ciudad segura, atractiva y digna para todos.

Frente a la cúpula nacional de la alianza Va por México, Barbosa y Lalo Rivera dejaron claro que en lo tiempos de la polarización política claro que se puede tener amistades y trabajos conjuntos entre Morena y PAN.

El informe del edil poblano sí fue un acto político sin censuras ni reproches.

Incluso, Rivera Pérez se dijo listo “para las batallas que vengan”.

A lo que el mandatario no tuvo ningún reproche.

No se equivoca Lalo Rivera al referir que “los ciudadanos siempre tendrán la última palabra”.

Hoy los ciudadanos buscan que en Puebla capital se siga corrigiendo el rumbo.

Un rumbo que sí se están corrigiendo.

Las lecturas y las interpretaciones políticas ya quedarán para otro día.

Los ansiosos y nerviosos tendrán que esperar.

Hoy, Puebla es ejemplo de la cordialidad política.

La ciudad y el estado, por ahora, están blindados de la polarización.

En el 2024 la historia será otra, sin lugar a dudas.

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