Con el único objetivo de evitar que la SCJN les dé otro revés en menos de un mes por aprobar reformas sin sentido y al vapor, la Presidencia de la República junto con la Secretaría de Gobernación ordenaron ya al Senado iniciar con el proceso legislativo para derogar la Ley tan controversial que regula el gasto de Comunicación Social para estados y municipios ante los cientos de controversias que presentaron gobiernos locales y alcaldías de diferentes partidos políticos.
Si bien los recursos de inconstitucionalidad siguen vigentes ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Andrés Manuel López Obrador envió a Adán Augusto López a la Cámara alta para que los senadores de Morena y aliados destraben ya la abrogación que fue aprobada en San Lázaro el pasado 22 de marzo por mayoría absoluta de votos y con esto adelantarse a un nuevo palo de los ministros como el recibido esta semana al dejar y que impide el traspaso de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional.
De acuerdo con fuentes consultadas por este reportero será el próximo lunes cuando la derogación de la ley antes citada sea discutida y en su caso aprobada en Comisiones para pasar al pleno del Senado antes del cierre de sesiones que es el próximo jueves, como así lo requirió el presidente.
Y es que, habían serias sospechas en Palacio Nacional que desde la Cámara alta se estaba aplazando lo más posible este proceso legislativo para que fuera la SCJN quienes echaran abajo la LGCS, lo que invariablemente se traduciría como otro ‘guantazo’ para el gobierno lopezobradorista y para el Movimiento Regeneración Nacional.
La Ley de Gasto de Comunicación le serviría otra vez a Ricardo Monreal, dueño absoluto de los destinos del Senado, para continuar con su juego perverso de las vencidas en contra de AMLO rumbo al 2024.
Sin embargo, esto ya fue destrabado por el poderoso Adán Augusto y la derogación quedará aprobada por el pleno de los senadores a finales de la otra semana.
Cabe recordar que, a finales de mayo, la Cámara de Diputados derogó el artículo 26 de la Ley General de Comunicación Social, incluida en el Plan B de la Reforma Electoral, que establecía que las administraciones públicas o entes gubernamentales solo podían destinar para este rubro el 0.1 por ciento de su presupuesto anual, lo que era un atentado en contra de la autonomía del libre gasto de los estados y municipios.
Dicha ley fue considerada por la oposición y por los colectivos más importantes a favor de la libertad de expresión y libre prensa como un durísimo golpe contra los medios de comunicación, la transparencia y el derecho a la información orquestado desde el gobierno federal de López Obrador.
Otros más aseguraron que las reformas a la LGCS, que fue aprobada desde el año pasado y publicada en retroactivo en el Periódico Oficia de la Federación ante una laguna legal que permitía a los gobiernos estatales y municipales poderse amparar ante ella, como un impacto negativo en la operatividad de los medios y en la posibilidad que tendrían de dignificar y reconocer la labor de sus colaboradores, que se traduciría en productos e información de menor calidad y oportunidad para las y los ciudadanos e inhibiría su participación.
Esto, sin duda fomentaría la infodemia, la plaga de las fake news y el regreso de mecanismos antiguos de cobros en dinero en efectivo sin rastreo y de dudosa procedencia.
La arcaica Ley General de Gasto de Comunicación Social era tan inverosímil que, si un municipio destinaba un millón de pesos al año en comunicación social, ahora sólo podría invertir mil pesos.
De ese tamaño era la ocurrencia que se estaba impulsando desde Palacio Nacional, que la Cámara de Diputados no tuvo a bien detener y que los diputados federales de Morena, coordinados por Ignacio Mier, socio de un periódico en Puebla, aprobaron sin cambiar un ápice a dicho ataque directo en contra de todos los medios de comunicación de México.
Ahora sí y como lo mencioné en la entrega del 15 de marzo en la que abordé este mismo tema: triunfo la libertad de expresión.
Una ocurrencia más del lopezobradorismo a la que le dan ‘reverzaso’.
Y las que faltan.