Un reclamo frecuente del alcalde Eduardo Rivera no solo a su equipo compacto de colaboradores, sino, también a los líderes partidistas del PAN, PRI y PRD, era su ostracismo, nulo o casi inexistente trabajo político y su timorata postura frente al oficialismo de la 4T y el lopezobradorismo.
Al menos un año y medio, la oposición en Puebla lleva dormida.
Parece que no les han avisado que resta menos de un año para la sucesión.
Las reprendes del único y más fuerte aspirante con el que cuenta el Frente Amplio por México para los comicios por el gobierno del estado en 2024 no estaban erróneas ni eran fortuitas, pues es más que evidente el letargo en el que han caído sus alfiles más cercanos, así como los dirigentes Augusta Díaz de Rivera, Néstor Camarillo y Carlos Martínez Amador desde que Rivera Pérez ganó la última elección por el Ayuntamiento de la capital.
En pocas palabras, la otrora alianza Va por Puebla estaba echada en la hamaca a falta de 11 meses de la elección que definirá el rumbo del estado por los próximos seis años.
Mientras el PRIANRD y los allegados de Lalo Rivera, quien ha logrado proteger su fortaleza, que es la Angelópolis y la zona conurbada, que su imagen mantenga cabal salud frente a los electores de la capital y del interior y que sus porcentajes tanto de conocimiento como de rentabilidad electoral sean más que competitivos, dormían “el sueño de los justos”, los aspirantes morenistas Alejandro Armenta, Julio Huerta e Ignacio Mier ya han hecho acuerdos, alianzas y hasta prometido espacios a perfiles de Acción Nacional, del Revolucionario Institucional y hasta del Sol Azteca.
Mucho se ha escrito de la sangría de militantes, que a mi punto de vista son cascajo y cartones quemados en su mayoría, que se viene viviendo en el blanquiazul, en el tricolor y en lo que queda de la Revolución Democrática.
A pesar de todo esto, la irrupción de Xóchitl Gálvez en la carrera rumbo a Palacio Nacional inyectó de nuevos bríos y despertó del largo letargo en el que había caído la oposición en Puebla.
En este mismo espacio advertimos que el Factor X es una realidad en el país, y la entidad poblana no es la excepción.
Y es que, la precampaña de Gálvez Ruiz no solo ha sacudido a la alianza entre el PAN, PRI y PRD, que ya se daba por derrotada en la próxima elección presidencial, también logró excitar al voto ciudadano, ese que siempre castiga al partido en el poder en turno y al que tanto teme el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Lejos quedó ya el discurso triunfalista con el que el residente de Palacio Nacional había dado el banderazo de salida a sus “corcholatas” para iniciar sus recorridos por todo el territorio nacional con el objetivo de convertirse en el coordinador de los comités de defensa de la 4T en el país, que es la antesala de la candidatura de Morena a la presidencia de la República.
Desde la aparición de “La Señora X” en la puja presidencial, AMLO no volvió a mencionar los millones de votos que Morena debe alcanzar para arrasar en los comicios federales del próximo año para retener la Silla del Águila y ganar la mayoría simple en las dos cámaras del Congreso de la Unión.
No, el tabasqueño, como nunca antes con un perfil de la oposición, está incómodo y vulnerable.
La gira por territorio poblano dejó más que claro que el proyecto de Xóchitl Gálvez es serio y de peligro para el poderío morenista, que desde el 2018 ni tenía ápice de duda, como hasta ahora, de riesgo alguno para retener el poder en el 2024.
No solo eso, la presencia de la senadora despertó las conciencias de la militancia local panista identificada con el grupo de Lalo Rivera, también lo hizo de los morenovallistas que aún se mantienen firmes en el partido albiazul, como Víctor León Castañeda o Salvador Escobedo Zoletto, quienes no había hecho alguna aparición pública desde la muerte de Rafael Moreno Valle.
Hasta la iniciativa privada en Puebla se dividió entre las que se perfilan a abanderar a Morena y al Frente Amplio por México, pues mientras el Club de Empresario está apostado con Claudia Sheinbaum, la Coparmex lo está con Xóchitl Gálvez.
Lo dicho: Xóchitl era la chispa adecuada para encender a la oposición en Puebla.
Gálvez Ruiz era el milagro que esperaban para ser competitivos a nivel nacional en los próximos comicios y en los nueve estados que renovarán sus gobiernos.
Puebla es prioridad para Acción Nacional en el 2024.
Ahora solo falta ver si los panistas, priistas y perredistas ya se quitan las cobijas y le echan la mano a Lalo Rivera y a la que será su futura candidata presidencial.