El cuerpo no miente, como diría la activista y analista política Edurne Ochoa.
Y sí, el buen ánimo y el carácter optimista de los últimos meses de Eduardo Rivera no es ninguna casualidad.
Quien esto escribe sabe que los estudios internos con los que cuenta el alcalde para medir su rentabilidad electoral son más que competitivos y prometedores.
El encuentro de la noche del martes entre el líder nacional del PAN, Marko Cortés, Lalo Rivera y su esposa Liliana Ortiz más que una señal de que el alcalde poblano por fin aceptó la candidatura al gobierno de Puebla para las elecciones del 2024, fue la ratificación de que Rivera Pérez va por todas en los próximos comicios.
La sonrisa de oreja a oreja de Lalo Rivera en la fotografía con el presidente de Acción Nacional lo dice todo.
Nadie que va a una batalla perdida podría estar tan feliz y sonriente.
Mucho se ha escrito y dicho de las supuestas “nulas posibilidades” de que el edil de la Angelópolis pueda suceder a Sergio Salomón Céspedes en el Ejecutivo local, pero esto más que ser una realidad es una estrategia bien planeada por el equipo de Ignacio Mier para mermar el ánimo de los votantes el próximo año al vender la idea de una elección ya definida aun antes de empezar.
Algo similar a lo que se intentó en el Estado de México y que casi termina en una catástrofe para la 4T.
Sin embargo, los números de los históricos de las votaciones de cada partido político en solitario y en alianzas demuestran que más allá de las encuestas “cuchareadas”, la elección del 2024 en Puebla será de pronóstico reservado y para nada será un día de campo para Morena.
El semblante de Eduardo Rivera confirma lo anterior expuesto.
Fuentes consultadas por este reportero confiaron que una de las prioridades de Acción Nacional, y, por ende, del Frente Amplio por México, es ganar el gobierno de Puebla, el cual está catalogado en los estados de alta competitividad y con amplias posibilidades de triunfo para Rivera Pérez.
Ver: El premio mayor: la pregunta en la encuesta de Morena que vale una candidatura
Esto coincide con los borradores del CEN de Morena, que El Universal ha hecho públicos en su columna de trascendidos Bajo Reserva, los cuales integraron a la entidad poblana en el bloque de mediana competencia para el partido lopezobradorista, pues ni en la dirigencia nacional del Movimiento Regeneración Nacional se creen el cuento de que puedan ganar hasta por dígitos de ventaja y con cualquier candidato, como algunos sondeos así lo han pronosticado.
El periodista Carlos Loret de Mola en la entrega de este miércoles de su columna titulada “Reunión en Palacio por el Efecto Xóchitl” da algunas luces del complicado panorama que tendrá el morenismo poblano y los riesgos de imponer a un candidato poco competitivo que no pueda hacer frente al voto de castigo que sufrirá la 4T a nivel nacional y en el estado, así como a la figura de Lalo Rivera, quien es el rival para vencer en los próximos comicios.
“Hace apenas unos días, en Palacio Nacional, el presidente convocó a su círculo político íntimo con un objetivo: analizar los resultados de una encuesta que había mandado a hacer con una muestra extraordinariamente robusta.
Los números que analizaron —me dicen fuentes con acceso directo— no dejaron cómodo ni tranquilo al Presidente. Salió preocupado y pidió reunirse con sus corcholatas para afinar la estrategia de cara al 2024.
La encuesta midió el impulso inicial del Efecto Xóchitl. La irrupción de la senadora panista Xóchitl Gálvez a la contienda. Si bien la encuesta que mandó a hacer López Obrador le ratificó que Morena sigue teniendo una cómoda ventaja para ganar la elección presidencial del 2024, también le quedó claro que esa ventaja se ha estrechado y que está cada vez más lejos el ideal de ganar mayoría calificada en el Congreso. Vamos, eso ya se ve imposible.
Se habló del caso de Veracruz. Está perdido para Morena. También de Puebla. Perdido para Morena. Se habló de Jalisco. Perdido para Morena. Son los padrones 3, 4 y 5 en importancia en el país. Esto compromete la posición para la elección nacional”.
Lo revelado por el muy incómodo y también muy certero Loret de Mola concuerdan con la estrategia mesurada que hasta el momento adoptó Lalo Rivera de cara al inicio del próximo proceso electoral.
Y es que, Rivera Pérez ha sido muy cauto en develar sus intenciones de aceptar o no la candidatura de la alianza PRIANRD al gobierno del estado.
En reiteradas ocasiones, el acalde de Puebla manifestó que será hasta fin de año cuando haga públicos sus planes de buscar el Ejecutivo local, un escaño en el Senado de la República o la reelección como presidente municipal de la capital del estado hasta el 2027.
La postura de Eduardo Rivera, a mí parecer, me parece bastante correcta, por dos motivos: el primero es porque si el edil hace público su interés de pelear el gobierno del estado se convertirá en blanco de críticas por parte de todos los aspirantes de Morena, además de entrar en un desgaste innecesario por parte de los capitalinos que votaron por él en el 2021.
El segundo punto y más importante es que la mesura de Rivera Pérez se debe en buena medida a que está esperando a que culmine el proceso interno morenista, del que seguro habrá profundas fracturas y heridas que le pueden beneficiar de manera significativa el próximo año.
No tiene ningún sentido que Eduardo Rivera se destape desde ahora si él tiene asegurada ya la candidatura al gobierno del estado.
La sonrisa de Lalo Rivera lo dice todo.
