Es todo o nada en la guerra civil del PAN
Dentro de las muchas lecturas que dejaron los resultados del 2 de junio en los que Morena arrasó con casi todos los cargos en disputa y pulverizó a la oposición en el estado está el estancamiento desde hace ocho años de la votación del PAN en la entidad.
El panismo poblano está atorado y ahora corre el grave riesgo que el canibalismo interno que vive en la actualidad termine por pulverizarlo.
Solo ellos se niegan a aceptar su triste realidad.
Mientras Morena en apenas seis años logró construir una base electoral que bien ya podría cuantificarse en un millón y medio de votos (o más), Acción Nacional, en catorce años, no ha podido crecer su voto duro desde que el fallecido Rafael Moreno Valle fue el primer candidato en romper la barrera del millón de sufragios en el muy lejano 2010.
Desde entonces, el PAN se ha mantenido estancado en el mismo piso de votos que ya no le da para ganar el gobierno del estado.
En el 2018 y recurriendo al burdo y evidente fraude electoral en las elecciones de ese año, la extinta Martha Erika Alonso registró un millón 153 mil votos, apenas 42 mil más que su esposo ocho años antes.
Es decir, en casi una década, Acción Nacional no pudo crecer de manera considerable su piso de votos a pesar de estar en el poder por dos administraciones consecutivas (2010-2016 y 2016-2018).
Para las elecciones de este año, Eduardo Rivera alcanzó un millón 52 mil votos, lo que en cifras se traduce a 100 mil sufragios menos que los registrados en las últimas elecciones ordinarias previas.
El voto duro del PAN no es para nada despreciable, pero, insisto, ya es insuficiente y hasta pobre si se compara con Morena, partido que le hizo dos a uno en los pasados comicios, gracias al empuje de Alejandro Armenta y los positivos que Andrés Manuel López Obrador le pudo heredar a Claudia Sheinbaum.
Este debería ser el principal problema por solucionar para los próximos dirigentes del PAN en lugar de intentar acabarse entre grupos antagonistas, como se está viviendo en el presente proceso interno de renovación del Comité Estatal.
Es inentendible que en el panismo poblano la máxima en la actualidad sea “estás conmigo o estás en mi contra”.
Y es que Acción Nacional sigue perdido en el mismo laberinto y no encuentra la salida para rearmar a un partido que se hunde y dejó de ser atractivo para los poblanos.
La renovación de la dirigencia estatal en la que están enfrentados el grupo de Eduardo Rivera, que ahora impulsa a Felipe Velázquez para la presidencia, contra la alianza conformada por Mario Riestra, Genoveva Huerta, Jorge Aguilar Chedraui y los Rodríguez Della Vecchia, no pinta para tener un final favorable para el albiazul en el estado.
La estrategia del “todo o nada” lo único que propiciará es que Acción Nacional siga haciendo agua y que Morena, encabezados por el que será el nuevo jefe político en Puebla, Alejandro Armenta, quien además tiene un poder absoluto ganado en las urnas, se aproveche de las consecuencias del agresivo sectarismo en el albiazul y se afiance en el poder por otro sexenio más al menos.
Conforme se acerca la sesión del próximo 15 de diciembre del Consejo Político Estatal panista en la que se elegirán a los próximos presidente y secretaria general todo parece enviciarse y polarizarse más.
El siempre enterado periodista Ricardo Morales adelantó que la actual dirigencia estatal, que presiden Augusta Díaz de Rivera y Marcos Castros, afines a Lalo Rivera, busca deponer del consejo estatal a 11 miembros antagonistas al grupo del exalcalde por faltistas, lo que mediáticamente se ve como una ‘chicanada’ ante el riesgo de ya no contar con los votos necesarios para ungir a Velázquez Gutiérrez como presidente estatal.
Otra vez: lo que los panistas, ya sean yunquistas o morenovallistas, deberían hacer, antes que seguir y agravar la guerra civil por la que atraviesan, es replantear la estrategia para ganar adeptos y no pelearse por un partido que lleva casi 15 años estancado y sin crecer.
El PAN se cae a migajas.
Off the record
Una última encomienda como diputado local tendrá José Luis García este jueves cuando se pondrá a consideración del pleno del Congreso del estado la nueva Ley Orgánica de la Administración Pública de Puebla, impulsada como su gran sello por el gobernador electo Alejandro Armenta.
García Parra, quien este mismo jueves solicitará licencia indefinida a su curul para asumir la coordinación del Gabinete del gobierno del estado, buscará que la LOAPE sea aprobada por unanimidad con el respaldo de todas las bancadas del Legislativo poblano.
La eficiente dupla integrada por Laura Artemisa García y José Luis García es casi un hecho que entregará buenas cuentas a Armenta Mier.
Sobra decir que el paso de García Parra, aunque breve, fue bastante notable y capaz.
Un adiós digno para el hombre más cercano al próximo gobernador de Puebla.
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