Juan no pudo soportar la idea de no estar cerca de sus seres queridos durante este tiempo, particularmente de su padre.A pesar de las advertencias del gobierno portugués de no poder regresar al país una vez zarpando, Juan empacó suficiente comida y se embarcó en una aventura que nunca olvidará.“Quería hacer todo lo posible para volver a casa. Lo más importante para mí era estar con mi familia. Me compré un pasaje de ida y no había vuelta atrás”, le dijo Juan al New York Times. “No quería quedarme como un cobarde en una isla donde no había casos”.
Aunque Ballestero es un marinero muy experimentado, un viaje a través del Atlántico es un desafío bastante peligroso –todos hemos visto ‘La Tormenta Perfecta’, en la que ni el mismo George Clooney pudo sobrevivir a los desafíos del mar abierto–.La pandemia provocó que la logística se convirtiera en un problema, muchos puertos no le permitían llegar para conseguir provisiones y cargar gasolina.
“No tenía miedo, pero tenía mucha incertidumbre. Fue muy extraño navegar en medio de una pandemia con la humanidad tambaleándose a mi alrededor” (…) estuve pensando en si este sería mi último viaje. Estaba encerrado en mi propia libertad”.Mientras tanto, su familia esperaba nerviosamente su llegada a su casa en Mar del Plata. “La incertidumbre de no saber dónde estaba durante 50 días fue muy dura”, dijo Carlos, el padre de Juan. “Pero no teníamos ninguna duda de que esto saldría bien”.

“Entrar en mi puerto donde mi padre tenía su velero, donde me enseñó tantas cosas y donde aprendí a navegar y donde todo esto se originó, me dio el sabor de una misión cumplida”, acotó Juan.Con información de Sopitas]]>