Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizInc
El barbosismo es fulminante cuando sus dos únicas premisas no se respetan: ni deslealtad al grupo ni corrupción en el gobierno.
En la actual administración existe tolerancia cero hacia los actos de corrupción y la deslealtad al equipo compacto es castigada severamente.
Al inicio de su gestión, Miguel Barbosa dejó claro su sello personal de gobernar, el cual ha logrado componer el rumbo tras una década convulsa en la que Puebla cayó en una espiral por los caprichos de un megalómano obsesionado con la presidencia de la República.
Se acabaron los juegos perversos, las cuchilladas traperas y el pragmatismo tan característico del oscuro régimen del siniestro Rafael Moreno Valle.
Sin importar que tan cercano se llegue a ser al gobernador Barbosa, si los principios con los que se conduce y que los ha impregnado también a su equipo de trabajo se atropellan, el exilio es inminente.
El camino al desierto puede ser digno o vergonzoso. Eso lo decide el sujeto en cuestión.
También existe otra máxima: el gobernador siempre marca los tiempos.
El residente de Casa Aguayo dice cuándo y cómo.
Barbosa Huerta puede ser generoso cuando se tratan de errores humanos o de falta de experiencia, pero jamás cuando son premeditados y cuando ponen en riesgo a su proyecto de estado.
Quien conoce bien al mandatario poblano sabe perfecto que la traición y la corrupción está prohibida.
En cuanto existe un tufo de corrupción, el gobernador Barbosa es contundente en acabar con el problema. Los casos referentes a malas prácticas en el quehacer gubernamental, los conocemos todos y sus desenlaces también.
Pero, los casos de deslealtad al grupo han sido más estridentes.
El trato del barbosismo para los desleales quedó marcado con el caso de Pedro Gómez, el ex director de Puebla Comunicaciones, hoy Sistema Estatal de Telecomunicaciones (SET), quien se acercó demasiado a Fernando Manzanilla a pesar de las advertencias lanzadas desde la oficina del gobernador.
Gómez Castillo no solo fue separado del cargo, también fue exhibido de fea forma por desleal ante la opinión pública.
Tal vez el caso más representativo del castigo a los traidores y a los corruptos lo ejemplifica precisamente Fernando Manzanilla, quien, en su momento, fue el hombre más cercano y de todas las confianzas de Miguel Barbosa.
El gobernador no tuvo ningún recato en reconocer que Manzanilla Prieto era su proyecto sucesorio. Y, sin embargo.
Desde el interinato y ya como secretario de Gobernación, “El Conejo Mayor”, como se le conoce al excuñado de Moreno Valle, comenzó a trabajar para sí mismo y no para el gobierno barbosista con miras a la elección de junio de este año y después para el 2024.
De ser la mano derecha del gobernador, Fernando Manzanilla se convirtió en el enemigo público del barbosismo.
Su salida, basta recordarlo, fue infame y por la puerta trasera de Casa Aguayo.
Hoy, la historia se repite.
Como ya bien lo exhibió el quintacolumnista Mario Alberto Mejía, David Méndez, otrora titular la Segob Puebla, rompió el pacto de no deslealtades al gobernador Barbosa.
Nadie sabe bien que fue lo que descubrió el mandatario poblano para deshacerse así de Méndez Márquez, quien también era de su círculo compacto de colaboradores.
¿Qué sucede en la Secretaría de Gobernación que a todos corrompe?
Este reportero conoce de muy buena fuente que el rompimiento entre el gobernador Barbosa y David Méndez se presentó desde hace poco más de cuatro meses, fecha en la que el mandatario dejó de recibir al extitular de la Segob.
Solo el gobernador de Puebla vio los cadáveres en el closet que comenzó a acumular Méndez Márquez.
Pero, el castigo no fue menor.
Primero, Barbosa Huerta ordenó el cese, con todo y la presencia de la policía estatal, de Alejandra Domínguez de la subsecretaria de la SEP.
A ocho columnas, el periódico Contrarréplica documentó la estructura paralela que la pareja de David Méndez creó en la Secretaria de Educación Pública con decenas de operadores del Yunque.
Basta recordar que Alejandra Domínguez y David Méndez fueron regidores durante el gobierno municipal de Eduardo Rivera, hoy precandidato del PAN al Ayuntamiento de Puebla.
Para nadie es un secreto para quién estaba operando ya Méndez y su pareja sentimental.
A David Méndez se le concedió la oportunidad de tener una salida digna al dejarlo pasar como aspirante a diputado local por Morena.
Pero, el trato para los desleales era necesario ser aplicado en las vísperas de las definiciones en el seno del partido lopezobradorista.
Otra vez quedó demostrado que el gobierno de Miguel Barbosa no tolera ni las deslealtades ni a los corruptos.
Es increíble que, a la fecha, algunos obnubilados aún no lo entienden.
¿Ya les habrá quedado claro?