Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizInc
Poder poder…Poder popular, mujeres construyendo transformación social. Y ahora que estamos todas, y ahora que sí nos ven, abajo el patriarcado que va a caer que va a caer, abajo el imperialismo que va a caer que va a caer, arriba el feminismo que va a vencer que va a vencer.
La arrasadora victoria de Claudia Rivera gracias a la ola lopezodradorista en las elecciones del 2018 generó una gran expectativa, pues la hoy alcaldesa no era únicamente la primera poblana en presidir el Ayuntamiento de Puebla, también sería la primera “feminista” (no es error el entrecomillado) en llegar al Charlie Hall.
Desde su campaña, Rivera Vivanco se envolvió en la bandera del feminismo para prometer un gobierno municipal incluyente, diferente y en el que el empoderamiento femenino fuese la piedra angular de su gestión.
Nada de eso se cumplió.
Por el contrario, el doble discurso y la incongruencia reinan a la fecha en el Palacio del Ayuntamiento de la capital.
Ver: La vergonzante simulación del Clan Vivanco
La presidenta municipal se inventó un personaje que siempre luchó por los derechos de las mujeres y de la comunidad LGTBI sin que nadie a la fecha reconozca un trabajo propio más allá de su cargo al frente de la Secretaría de Diversidad Sexual en el Comité Ejecutivo Estatal de Morena cuando Gabriel Biestro era el presidente del partido.
Hoy no está de más recordarle a la alcaldesa que llegó a ser abanderada del Movimiento Regeneración Nacional hace tres años por la negociación que Biestro Medinilla cerró con la entonces lideresa nacional del partido Yeidckol Polevnsky, quien sabía a la perfección que el cargo actual le quedaría enorme a la exanalista del INEGI.
Claudia Rivera es el fracaso del falso activismo, del feminismo de ocasión y de la sororidad simulado en la administración pública.
Y es que, la alcaldesa poblana, quien está obsesionada con repetir en el cargo y quien no ve ni oye la repulsión que genera entre el electorado capitalino, se aprovechó del boom feminista para ganar adeptos y justificar su ineficacia al frente de la Comuna de la Angelópolis al victimizarse como una mujer que sufre violencia política de género ante cualquier crítica a su inoperante administración.
En la mayoría de colectivos feministas existe un gran desagrado hacia la alcaldesa, pues se ha aprovechado del movimiento con el afán de politizarlo y sacar raja política ante los embates que sufre no por su condición de mujer y sí por su deficiente gestión al frente de la capital del estado.
Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Claudia Rivera, no lo queda duda, saldrá una vez más envuelta en la bandera del feminismo para proclamarse como la líder moral del movimiento en Puebla.
La alcaldesa, sin un vestigio de memoria ni mucho menos de congruencia, tapizará sus redes sociales con mensajes a favor de respeto a la mujer y de la lucha de ellas para generar una sociedad equitativa e igualitaria.
Pero, en los hechos, Rivera Vivanco en las primeras en sobajar el rol de las mujeres en la administración pública y en la política. Solo basta recordar los escándalos de violencia política que sufrieron Beatriz Martínez o Yasmín López.
“Para el cargo necesitamos que sea más como un hombre”, es la frase que pinta de pies a cabeza al actual gobierno municipal.
El Pacto Patriarcal sigue vigente en el Ayuntamiento riverista, el cual está controlado por un depredador sexual y acosar de mujeres como Andrés García Viveros, quien sí es un agresor femenino comprobado y expuesto por la valiente Magda Karina, ex trabajadora de la Comuna quien denunció pública y legalmente las infamias del que es la mano derecha de Claudia.
¿Así la alcaldesa se dice aliada de su género?
Y qué decir de Eloisa Vivanco, madre de la alcaldesa poblana, quien desde la presidencia de la Comisión Nacional de Honorabilidad y Justicia de Morena no tuvo el valor de sancionar a Félix Salgado Macedonio, quien repetirá como candidato del partido lopezobradorista a gobernador de Guerrero a pesar de los señalamientos y acusaciones de ser un presunto violador.
Rivera Vivanco tiene prohibido este 8M subirse al tren del feminismo, pues en dos años y medio perdió la oportunidad de reivindicar el rol de las mujeres en la administración pública.
Claudia Rivera es el ejemplo perfecto del peligro que corre el famoso “Girl Power” ante el oportunismo y el arribismo.
La alcaldesa se subió al tren del feminismo y después de llegar a su destino se olvidó de todas las mujeres que abordaron el mismo vagón.
La gestión claudista es el fracaso del falso feminismo como modelo de gobierno en Puebla capital.
¿Arriba el feminismo que va a vencer que va a vencer?
Congruencia, señora presidenta.