Volkswagen Puebla: ¿jubilaciones forzadas con complicidad sindical?

Mientras la planta de Volkswagen Puebla enfrenta presiones externas por la posible imposición de aranceles en Estados Unidos, internamente se libra otra batalla más silenciosa pero igual de preocupante: una especie de depuración disfrazada de “promoción” para trabajadores de edad avanzada o con restricciones médicas. Y lo más grave: todo esto ocurre bajo el amparo de un sindicato que hoy parece más defensor de la empresa que de sus propios agremiados.
Desde hace semanas, la armadora ha comenzado a citar —en lo oscuro y sin pronunciamiento oficial— a trabajadores en estas condiciones. A cada uno se le ofrece una liquidación aparentemente generosa, del 150% en el caso de quienes tienen restricciones médicas. El mensaje implícito es claro: si aceptas, te vas con algo en la bolsa; si no, te atienes a las consecuencias.
Uno de los casos más recientes es el de Gustavo, trabajador de la Nave 84, donde se produce la Taos. Su edad fue motivo suficiente para recibir su baja anticipada. No fue homenajeado ni reconocido: simplemente, reemplazado por eficiencia.
Pero lo verdaderamente escandaloso no está solo en la política de Volkswagen, sino en la omisión cómplice del Sindicato Independiente de Trabajadores de la Industria Volkswagen (SITIAVW), encabezado por Hugo Tlalpan Luna.
Tlalpan lleva más de un año sin rendir cuentas a sus afiliados. Él mismo lo reconoció públicamente, escudándose en la falta de “argumentos jurídicos” para no presentar informes. Pero su silencio no solo es administrativo: es profundamente político.
Mientras los trabajadores exigen transparencia sobre el manejo de los recursos del sindicato, como cuando se realizó la solicitud presentada ante la Comisión de Hacienda y Vigilancia, el líder sindical ha optado por proteger la relación con la empresa, incluso a costa de los derechos laborales.
Su actitud ha generado sospechas legítimas: ¿está Hugo Tlalpan del lado de los trabajadores o actúa como un gerente más dentro de la estructura corporativa de Volkswagen?
Porque mientras los obreros enfrentan jubilaciones disfrazadas, falta de información y decisiones unilaterales, su supuesto representante prefiere guardar silencio o justificar lo injustificable. Esa actitud pasiva no es ingenua, es funcional. Y funcional para la empresa, no para la base trabajadora.
La planta de Volkswagen en Puebla es un emblema industrial, pero también una muestra de lo que ocurre cuando el sindicalismo pierde el rumbo y la dignidad. No basta con exigir mejores condiciones: también hay que exigir líderes que no traicionen su mandato.
Y ante la pregunta “¿quién cuida a los que construyeron la industria?”, hoy la respuesta es más alarmante que nunca: nadie. Ni la empresa. Ni su sindicato.
Y aquí, otra gran pregunta… ¿A qué le tiras cuando sueñas, mexicano?
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