Osvaldo Macuil / @OsvaldoMacuil
Claudia Rivera Vivanco y su equipo dejaron ver su lado más intolerante y represivo en lo que va de la campaña por la alcaldía de Puebla. Los militantes de Morena que buscan la reelección no soportaron más la crítica y dieron paso a un bloqueo e intimidación en contra de medios de comunicación.
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La alcaldesa con licencia estaba acostumbrada a que los reporteros que cubren la fuente del Ayuntamiento la traten con pétalos de rosa. Durante su paso por la Coordinación de Comunicación Social, Magaly Herrera López le diseñó una estrategia para que nunca saliera raspada.
Únicamente avisaban a medios “cómodos” el momento exacto en que Claudia Rivera saldría del Palacio Municipal para que la abordaran con preguntas tibias.
Una vez que arrancó la campaña, Claudia salió de esa burbuja y los medios que han cuestionado sus acciones de gobierno, al fin tuvieron la oportunidad de abordarla para que explique sus errores en el Ayuntamiento y los que está cometiendo en las calles.
En donde se para, la alcaldesa de Puebla es exhibida por ciudadanos que están molestos por el trienio desastroso que encabezó desde 2018. Le gritan, le cuestionan, la corren. Todo ha sido documentado por los reporteros que cubrimos su campaña.
En un mundo de locos, los claudistas acusaron a algunos periodistas que van a los eventos de campaña de “azuzar” a la gente para que le reclamen a la candidata y se generé la nota. Y no solo eso, que los reporteros pagan para que haya protestas.
El equipo de campaña, coordinado por Liza Aceves no ha tenido capacidad de respuesta. La idea maravillosa que se les ocurrió fue dejar de enviar la agenda de la candidata para evitar que los reporteros lleguen a los eventos.
El buen periodista no se queda en su casa diciendo como no hay agenda, voy a esperar a que me manden el boletín.
El buen periodista investiga, logra que se la filtren y llega al lugar a seguir haciendo su trabajo.
Eso fue lo que hicimos tres compañeros. El reportero que escribe esta columna, Ciro Calderón de MTP Noticias y José Campos de Diario Cambio.
Claudia Rivera estaba muy optimista entregando su publicidad en el crucero de La Margarita, cuando se dio cuenta que había tres medios de comunicación. Su semblante cambió, y de inmediato mandó a llamar a su sequito de brigadistas que encabezaba Leobardo Rodríguez Juárez.
A cada reportero le asignaron por lo menos cinco personas para que los siguieran a donde se movieran, que taparan las grabaciones o fotografías que pudieran tomar, y que no documentaran alguna queja contra Claudia Rivera.
Su estrategia falló, pues todos fuimos testigos de cómo mujeres a bordo de una combi la corrieron y le dijeron que se callara.
De la persecución pasamos al cerco. Un sujeto, del que después supe se llama Oscar Aguirre y es esposo de la regidora Carmen María Palma, me encapsuló junto con otros brigadistas y no me dejaban caminar ni salir a otro punto.
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Este simpatizante de la Cuarta Transformación, quien es constructor, dijo que acosé a la candidata al intentar tomarle fotografías. Una total mentira, pues nunca estuve cerca de ella, y mucho menos obstruí su actividad.
Cuando me zafé de los morenistas, un ambulante les dijo que se arrimaran pues tapaban su puesto. En la discusión, los brigadistas culparon al reportero de MTP Noticias, y el comerciante se le fue a los golpes.
Si hasta aquí ya todo escandaloso para Claudia Rivera y su equipo, la respuesta que dieron sobre los hechos nos confirmó que desde hace mucho viven en un mundito fuera de la realidad.
Liza Aceves compartió un comunicado en el que lamentan las agresiones, pero acusan a los reporteros de poner en riesgo la integridad de la candidata y de que los medios de comunicación se comportan como organizaciones políticas.
¿Cómo un reportero va a poner en riesgo la integridad de una candidata y alcaldesa con licencia que sale a pedir el voto rodeada de guaruras? ¿Con el celular que la graba? ¿Con la rudeza de las preguntas?
Ojalá pronto nos resuelvan la duda. Pero mientras deberían cuestionarse cómo tres reporteros provocaron la crisis más grande de su campaña.
Por la tarde continuó la intimidación, pues en el evento de Amalucan, enviaron a «civiles» a grabar y fotografías a los reporteros.
Desde este espacio, le decimos a Claudia Rivera que ALMANAQUE seguirá documentado el día a día de su campaña en las calles, y que no hará mella en nuestro trabajo la intimidación de su equipo. Así que serán dos semanas intensas para todos.