Es una frase común, dicha por muchos padrinos: es muy difícil que un gay se quede entre las filas de Alcohólicos Anónimos.
Esta advertencia casi bíblica, recuerda a la expresada por Jesús al joven rico, cuando este le preguntó al maestro qué necesitaba para entrar al reino de los cielos. Jesús le dijo: reparte tus riquezas entre los más pobres. Lo cual provocó la tristeza del muchacho porque no quería desprenderse de sus bienes.
¿Pero por qué es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que para un homosexual, quedarse entre las filas de AA? Probablemente, el homosexual que desea dejar atrás el vicio también requiere desprenderse de ciertas cosas que le agradan y sin las cuales no concibe vivir su sexualidad.
No sé en otros países, pero la idiosincrasia propia de Alcohólicos Anónimos México, hace que muchos grupos de apoyo sean realmente hostiles para los miembros de la diversidad sexual, debido a esa especie de pasivo-agresividad, con la cual les dicen que los aman pero al mismo tiempo los quieren cambiar.
Cuando un gay llega a AA lo reciben con un aplauso, le dicen que lo estaban esperando y le aseguran que lo aceptan tal y como es, con todos sus defectos y virtudes (y vayaa que a Alcohólicos Anónimos llegan personas con grandes historiales). Pero apenas pasan los días, comienzan a salir las burlas, afloran los comentarios homofóbicos que muy probablemente no tienen la intención de lastimar, pero que lamentablemente están fundados en la ignorancia.
De inmediato le dicen que se volvió alcohólico por la vergüenza de ser gay, o porque no se aceptaa, o por problemas con la familia relacionados con la orientación sexual, o algunos asumen que el enfermo fue violado (en algunos casos, todos estos antecedentes son reales pero no siempre). Casi todos los grupos plantean que para dejar los vicios es necesario generar un cambio en el estilo de vida y no falta quien se avienta la puntada de sugerir que para salir de la drogadicción es necesario «convertirse», cambiar de preferencia.
Incluso se ha llegado a saber de alcohólicos a los que les recomiendan seguir teniendo relaciones sexuales con otros hombres (o con otra mujer, según sea el caso) pero tienen que formar una familia y tener hijos, pues «ese es el mandato de Dios», además de que se asume que la procreación es el objetivo de todo ser humano.
Es decir que mandan directo a una persona a vivir una doble vida, a dañar a terceros, a frustrarse y además, no se consideran todas las formal alternativas del desarrollo que existen en la actualidad, las cuales no necesariamente implican tener una esposa o un marido, así como varios retoños, para alcanzar la felicidad.
El problema de la concepción que se tiene en AA sobre lesbianas y homosexuales (ni se diga personas transgénero, que eso ya es otra cuestión), es que se trata de una asociación fundada en 1935 en Estados Unidos. La forma en la que la sociedad concebía no solo a los homosexuales sino a fenómenos como el matrimonio, la felicidad, el salir del clóset… distan un mundo de lo que son ahora.
En el caso de la corriente del 4to y 5to paso, que es la más común en México, su filosofía toma muchos de los elementos católicos y cristianos con el fin de provocar que nazca una nueva fe en el alcohólico, pero esos fundamentos se oponen tangencialmente a que un gay forme, por ejemplo, una familia con una persona del mismo sexo.
Y qué decir de quienes se identifican como trans: hace no mucho, en los grupos de AA del país se acostumbraba rasurarles el cabello del cero y obligarlos a asumir la identidad masculina, pues consideraban algo que es genético como una desviación propia de la mente.
Quiero decir que muchas de las variaciones de la sexualidad que existen hoy en día, efectivamente provienen del cerebro humano y se disparan a raíz de situaciones que ocurren en nuestro entorno, por eso la teoría que estudian en AA, a la que llaman «descoyuntamiento» (el descoyuntamiento sexual es algo que se salió de la norma establecida), no es del todo descabellada si mira en el pasado del alcohólico.
Sin embargo, a la luz del enfoque en derechos humanos que adoptó nuestro país en el año 2011, y ante la evidente ola de homosexuales y transgéneros que día con día entran en el callejón sin salida de las drogas, no sólo AA, sino todas las asociaciones que tratan con el alcoholismo y la drogadicción deberían renovarse, pues para sacar a alguien de los vicios no es necesario «convertir» su preferencia sexual.