Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizInc
Al final, sucedió lo lógico.
A Genoveva Huerta y a Édgar Garmendia se les salieron de las manos sus procesos internos para selecciones a su ejército de candidatos que competirán en las elecciones intermedias del 6 de junio.
Como era previsible, las carencias y las incapacidades de ambos terminaron por incendiar a sus partidos, PAN y Morena, a unos días del inicio de las precampañas.
Un incendio que no tiene una fecha próxima para apaciguarse.
Al contrario, las llamas van en aumento ante el enanismo de los líderes de los dos principales líderes partidistas en Puebla.
Y es que, Genoveva y Édgar son como aquel burro que un día tocó la flauta.
Sin ningún mérito partidista ni ningún logro notable, Huerta y Garmendia fueron impuestos por sus patrones, Martha Erika Alonso, en el caso de la primera; y Alejandro Armenta, en el caso del segundo, para ser sus títeres en las presidencias de los Comités Estatales correspondientes.
Ilusos son los que pensaron que los hoy presidentes del PAN y de Morena tenían los tamaños para sacar adelante, sin colisionar, la unción de sus candidatos a alcaldes, diputados federal y locales, así como sus síndicos y regidores.
Quién realmente confío en “La Jefa Geno” y en el “Todas Mías” Garmendia que mejor vaya al psiquiatra de manera urgente.
A pesar de que Huerta Villegas y Garmendia de los Santos tuvieron todo un semestre para hacer política, lo básico que se les puede pedir a los dirigentes partidistas, perdieron el tiempo en diseñar estrategias para imponer a los suyos y beneficiarse de sus posiciones para, no sólo acaparar las principales posiciones que estarán en juego este año, ya sea por la vía plurinominal o la mayoría relativa, también para hacer jugosos negocios que poco a poco van viendo la luz.
Empezamos con Acción Nacional.
Genoveva Huerta ya es insostenible en la presidencia del Comité Estatal del PAN tras el escándalo de la venta de candidaturas, el favoritismo para la familia de su pareja sentimental y para los integrantes de la Comisión Permanente y la compra de encuestas fantasmas, de cuyas transferencias bancarias para contratarlas aún se desconocen el paradero (o más bien, sí se conocen, pero falta definir en cuál de las muchas casas de la lideresa estatal del PAN están guardados los billetes).
Ver: Las cinco millones de razones de Genoveva Huerta
No sólo eso, ahora sobre “La Jefa Geno” pesa el señalamiento de encubrir a un presunto acosador sexual en la persona de su asesor “estrella”, Eduardo Alcántara, quien la semana pasada fue denunciado penalmente en la Fiscalía General del estado por la aspirante a precandidata en San Pedro Cholula, Erika de la Vega, quien exhibió a “Rasputín” por exigir dinero en efectivo o sostener relaciones sexuales con él a cambio de la posición.
En lugar de ponerse del lado de la víctima y retirar de manera fulminante de la primera posición plurinominal al Congreso del estado a Alcántara Montiel, Huerta Villegas, exhibiendo una vez más que su feminismo es de mentiras y lo suyo en la misoginia, puso el pecho por el supuesto “Macedonio del PAN” y le exigió pruebas a De la Vega, quien tienen los mensajes de whatsapp en los que Eduardo la acosó por semanas.
Con el hartazgo y la indignación hasta el tope por las decisiones inverosímiles de su lideresa, un grupo de panistas tomaron de manera simbólica la sede del CDE del PAN para exigir la renuncia de Huerta Villegas y la reposición de todos los procesos en los que la presidenta del partido optó por postular a los aspirantes menos competitivos y a sus cuates.
Genoveva Huerta ya encadenó a su escritorio hasta que el incendio se extinga.
En Morena el escenario es aún peor, pues la mayoría de los consejeros estatales ya pusieron a Édgar Garmendia contra las cuerdas luego de desconocerlo como el secretario general del Comité Ejecutivo Estatal y acusarlo de usurpar funciones, lo que implica un delito grave.
Al igual que el panismo local, decenas de morenistas tienen tomadas las instalaciones del CEE en protesta por la imposición de los 8 precandidatos a diputados federales que le correspondieron al partido en la alianza signada con el PT y el Verde Ecologista.
La mayoría de inconformes aseguran que no existieron las encuestas con las que fueron elegidos Nay Salvatori, Alejandro Carvajal, Saúl Huerta, René Sánchez Galindo, Julieta Vences, Inés Parra, Raymundo Atanacio y Miguel Carillo, y que las nominaciones sólo beneficiaron a Carlos Evangelista, Claudia Rivera Vivanco y a Ignacio Mier.
Si en el PAN, cuyo proceso interno vaya mucho más adelantado, están bastante los ánimos bastante crispados; en Morena las cosas pintan de color de hormiga con sólo ocho espacios definidos hasta hoy.
Esto apenas es el inicio y aún faltan las candidaturas importantes a alcaldes y diputados locales.
Ahí sí, se va a incendiarse todo.
Garmendia de los Santos no sólo será puesto en el paredón de fusilamiento por su militancia, ahora tendrá que defenderse ante los tribunales electorales federal y local, y ante la FGE.
Carlos Evangelista por igual.
Ese es el riesgo de imponer voluntades y comerse el pastel de un solo bocado.
En Morena y en el PAN las mesas de negociación ya están reventadas y ahora es una lucha cruenta a cuchilladas limpias y traperas.
Ver: El próximo jueves se define el candidato de Morena
Al menos, Genoveva Huerta el 29 de agosto ya estará en San Lázaro si es que la justicia no le llega a mitad de proceso electoral.
¿Qué pasará con Garmendia y qué posición se agandallará?
Algo está claro: los dos son los principales responsables de que el PAN y Morena ardan.
Que alguien llame a los bomberos, porque esto está al rojo vivo.