Muy indicativo es el silencio que guardó Claudia Sheinbaum tras darse a conocer el proyecto de la magistrada del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación Janine Otálora en el que propone declarar como invalida la ampliación del mandato del presidente del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Mario Delgado, y de la secretaria general del partido, Citlalli Hernández.
En sus múltiples entrevistas otorgadas este miércoles tras darse a conocer el sentido de la sentencia que encabeza Otálora Malassis, la virtual abanderada de Morena para las elecciones presidenciales del 2024 evito fijar postura sobre la inminente salida de Delgado Carillo y de Hernández Mora de la dirigencia del Comité Ejecutivo Nacional del partido lopezobradorista.
El vació hecho a la incómoda situación en la que se encuentran Mario y Citlali también se extendió a sus redes sociales, en las que Sheinbaum Pardo marca agenda y se sube a defender al presidente Andrés Manuel López Obrador como lo hizo esta semana tras el revés que el propio TEPJF le propinó al Plan B de la Reforma Electoral al anular el artículo 13 constitucional que prohíbe las leyes privativas, por lo que el Congreso de la Unión no puede determinar en una norma transitoria que cesará en sus funciones al titular de dicha Secretaría Ejecutiva del INE.
A Claudia Sheinbaum, todos lo saben, le estorba Mario Delgado en la dirigencia nacional morenista.
Como un proceso natural y un ritual del poder, la aún jefa del gobierno de la Ciudad de México, una vez que sea ungida como candidata del Movimiento Regeneración Nacional para los comicios federales del próximo año, tomará el control del partido y, por lo tanto, de su dirigencia nacional.
Una o un incondicional suyo deberá ocupar el cargo vacante que dejará Mario Delgado si es que se aprueba por mayoría de votos el proyecto propuesto por la magistrada Janine Otálora.
¿Cúantos de los 17 militantes morenistas que impugnaron ante el TEPJF la extensión del mandato, que culmina en agosto próximo, hasta octubre del 2024 de los actuales dirigentes responden a los intereses de Claudia?
Esto, sin lugar a duda, cambiará una vez más el tablero político-electoral nacional.
En Puebla también habrá repercusiones dramáticas para algunos y positivas para otros.
Y es que, poco a poco, la esfera del poder se irá acercando cada vez más hacia Sheinbaum y alejado, de manera natural, de López Obrador.
La jefa de la CDMX será vista como la futura reina y querrá asumirse como tal.
Por supuesto que la inaplazable salida de Delgado Carillo del CEN de Morena es una pésima noticia para Ignacio Mier, el poblano más cercano al actual líder del partido marrón.
Para nadie es un secreto la estrecha relación y gran amistad que existe entre el exsenador y el actual coordinador de los diputados federales lopezobradoristas.
Si Mier Velazco pierde esta posición ya solo tendrá el cobijo –uno muy valioso– de Adán Augusto López, el poderosos secretario de Gobernación federal y aspirante a la candidatura presidencial de Morena.
Sin Mario Delgado en el control del Movimiento lopezobradorista, Nacho Mier tendrá un camino cuesta arriba para lograr su imposición como candidato al gobierno de Puebla al ya no contar con ese gran vínculo en la dirigencia nacional del partido marrón y poder maquillar las cifras de las encuestas que definirán al abanderado del 2024 como la hizo en otros estados como Durango o Guerrero.
Con el control total del CEN morenista y del Consejo Político Nacional, el cual ya lo tiene, Claudia Sheinbaum podrá impulsar a los perfiles que mejor lo convengan para sus intereses políticos con miras al 2024 y decidir quienes quieren que la acompañen como sus generales en los nueve estados en donde se renovarán sus gobiernos, entre los que se encuentra Puebla.
No se puede pasar alto ni dejar de señalar las simpatías y afectos que Sheinbaum Pardo tiene con los aspirantes vinculados al barbosismo y al gobernador Sergio Salomón Céspedes, a quien –dicho por ella misma– “quiere mucho”, como lo son Julio Huerta y Olivia Salomón.
El peso del voto de la jefa de la Ciudad de México ya como candidata de Morena y con el control total del partido será determinante para la definición del abanderado en Puebla.
La propia Claudia Sheinbaum podría pedir que la entidad poblana sea reservada para una mujer y con ello cumplir así la cuota de género con la que están obligados por ley los partidos que participarán en las nueve elecciones locales.
O, la virtual candidata presidencial morenista podría morirse con la idea de que quiera a un perfil que le ha cumplido a cabalidad y de manera fiel hasta ahora todos sus encargos políticos, de movilización y de estructuras como Julio Huerta.
Sheinbaum Pardo comenzará a ejercer el poder que conlleva ser vista como la próxima presidenta de México y que se meta de lleno en la selección de los candidatos a gobernadores que aparecerán en la boleta con ella el primer domingo de junio del próximo año.
Con el control total de Morena, el respaldo absoluto de López Obrador y las esferas de poder a su favor quién le podrá decir que no a Claudia Sheinbaum.
El factor Sheinbaum juega y mucho.
La jefa de la CDMX tiene sus ‘corcholatas’ para Puebla.
¿Olivia o Julio?
Ya lo veremos.