Claudia Sheinbaum fue ungida como candidata porque ganó todas las encuestas

La imagen lo dijo todo.
Andrés Manuel López Obrador caminaba de la mano con Claudia Sheinbaum como lo hace un padre cuidando a su hija para cruzar la calle. Mientras, la multitud que se dio cita a la inauguración de unan sucursal en Tláhuac del Banco del Bienestar lo aclamaba, el presidente de la República –con una sonrisa de oreja a oreja como pocas veces se le dibujaría en el rostro– le alzó por primera vez la mano a la hoy precandidata presidencial de Morena.
No sólo eso, el tabasqueño la apuntaba con el dedo índice de su mano izquierda diciendo sin decirlo “es ella”.
Y sí, fue Claudia.
Es Claudia.
La fotografía de AMLO alzando el brazo de Sheinbaum del 21 de septiembre del 2021 quedó grabada para siempre en el nuevo libro del ritual sucesorio en la era lopezobradorista.
El gesto de López Obrador estuvo lleno de simbolismos, pues se dio meses después del doloroso descalabro que Morena y Sheinbaum Pardo sufrieron en la Ciudad de México durante las elecciones intermedias del 2021 en las que la oposición les arrebató la mitad de alcaldías de la capital del país.
Desde que asumió el gobierno federal, Andrés Manuel tenía claro quién sería su sucesora, pero el proceso, él también lo sabía, necesitaba legitimarse y no verse como una burda imposición como en los tiempos del régimen del PRI que todos los candidatos presidenciales eran ungidos por “dedazo”.
No, la esencia de la 4T no podía ni debía parecerse a la priista aunque en el fondo ambos partidos son tan similares en sus manuales y rituales.
Mas allá de que Claudia Sheinbaum siempre fue la ‘corcholata’ preferida de López Obrador, la heredera del bastón de mando de la Cuarta Transformación realizó una extraordinaria campaña por todo el país para colocarse como la aspirante más conocida, más competitiva y con mejores números en la muy adelantada carrera presidencial.
Sheinbaum Pardo, gracias a sus alianzas con la mayoría de gobernadores de Morena en el territorio nacional, no dejó pasar un solo fin de semana sin recorrer los estados de norte a sur.
Poco a poco, los números de Claudia comenzaron a despegarse de los de Marcelo Ebrard, quien vio como en dos años y medio, la otrora jefa de gobierno de la CDMX era ya inalcanzable.
En cada rincón del país se podía ver alguna barda, espectacular, lona o la celebración de un mitin a favor de Sheinbaum.

La estrategia territorial fue extraordinaria.
La hoy abanderada morenista supo elegir muy bien a sus coordinadores. De los primeros en sumarse a su proyecto fue el fallecido Miguel Barbosa, quien le puso a sus dos mejores operadores que tenía en ese entonces, Sergio Salomón Céspedes y Julio Huerta.
Desde el 2021, la dupla Segio-Julio mostraron su músculo político y todos voltearon las miradas hacia Puebla por ser uno de los estados volcados a favor de Claudia Sheinbaum.
Las multitudinarias asambleas en el Centro Expositor de los Fuertes, en el Centro de Convenciones y otras más organizadas por Céspedes y Huerta dejaron claro que Sheinbaum Pardo iba en tren bala hacia la candidatura de Morena.
Desde que López Obrador dio el banderazo de salida a sus “corcholatas”, Claudia Sheinbaum inició a la cabeza de la carrera y la mayoría de las encuestas la ponía como la mejor posicionada.
Así se mantuvo durante los casi dos años que duró la interna presidencial de Morena. Solo un par de encuestas daban por ganador a Marcelo Ebrard.
Algo muy similar a lo que pasa en Puebla.
Lo que no da la tierra, mucho menos lo darán los anuncios espectaculares.
Encabezar las encuestas, más allá de que los Morenachos lo atribuyan a “las matracas” y “las cucharas”, no es un trabajo de meses ni mucho menos obra de una millonaria campaña de aire ni las ocurrencias que puedan nacer de una curul plurinominal.
No, los resultados de las encuestas, que hoy se desacreditan con una simpleza ridícula, son por el trabajo de años y no por las circunstancias de un cargo regalado por un acuerdo partidista sin haber ido hasta la fecha a pedir el voto bajo los ideales del Movimiento Regeneración Nacional.
No por nada, Mario Delgado ha sido muy enérgico en defender el método de encuestas de reconocimiento para elegir a sus candidatos en los estados.
El líder nacional de Morena, a diferencia de la verborrea de los aspirantes que no ganan ninguna encuesta más que les maquilan sus subordinados, defiende la legalidad de sus procesos internos, pues así fue ungida la que será la gran heredera del lopezobradorismo para los próximos seis años.
Sí, Claudia Sheinbuam fue designada como la candidata presidencial de Morena por los afectos de López Obrador, pero también porque ganó todas las encuestas.
Su unción fue hecha a prueba de balas.
Nadie se atrevió a criticar que Sheinbaum saliera ganadora en la encuesta madre levantada por el CEN morenista ni por las cuatro espejo que hicieron otras firmas encuestadoras.
En todas y cada una de ellas, Claudia Sheinbaum ganó a la buena.
De principio a fin fue la aspirante puntera.
¿Cómo alguien que aspira al ‘dedazo’ de AMLO y desacredita los métodos de su propio partido puede pensar que su unción como candidato será legitima y respaldada por el resto de los y las aspirantes?
Claro que las encuestas valen, cuentan y pesan en las definiciones de Morena.
Y si no lo creen, ahí está el ejemplo de Claudia Sheinbaum.
¿Acuerdo cupulares?
Seriedad, señores.
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