El ya fallecido teórico de la comunicación política, Giovanni Sartori, cuestionaba si una democracia debía consentir su propia destrucción, es decir, que paradójicamente, los ciudadanos pudieran votar por un dictador. Pese a que AMLO ha dicho en reiteradas ocasiones que no busca perpetuarse en el poder, la labor psicologista, casi de sórdido convencimiento para que sea “el pueblo” quien lo destierre del gobierno, es una de sus prioridades, lo cual se liga a la medida, por sus intenciones manipulables, con lo que señala Sartori.
Y cuando digo perpetuarse en el poder, al menos por dos sexenios más, es que alguno de sus sucesores le sea fiel al fallido proyecto cuatroteísta; sí, al más puro estilo del priismo setentero. Por eso, las corcholatas han empezado indirecta y sutilmente sus campañas electorales, pues quieren quedar bien con el mandamás de Palacio, puesto que es un hecho que impulsar una reforma electoral a modo lo catapultará en zonas insospechadas, ya que de lograr cambios sustanciales en las normativas del INE, los “beneficios” serán inmediatos para tapar las tropelías de sus zánganos más adoctrinados.
Es verdad que la marcha del próximo domingo debe procurar una suerte de “no pasarás” al intento de dictador que aún dirige el país, aunque no hay que soslayar que muchos bichos rastreros de la dizque oposición llevarán agua a su molino, no para defender la democracia, sino más bien para justificar sus incompetencias; yendo a gritar que han perdido todo por culpa del presidente y sus votantes. Una nación tan polarizada como la mexicana, lo que menos necesita, es hacer consignas que dividan a la sociedad todavía con mayor fuerza. Tanto el lopezobradorismo como sus detractores entrarán en un torniquete de descalificaciones que lo único que debilitará serán las ganas de seguir marchando ante un sol agobiante y miles de banderas partidistas.
La democracia está en peligro pero a un mediano plazo, por lo que hay tiempo para desatarles los zapatos a los más testarudos. Los reflectores se están encendiendo para la gran debacle electoral y los organismos internacionales, atentos a los comicios del 2024, han iniciado las sugerencias, las críticas y las recomendaciones.
No debería minimizarse que, incluso, empiezan a circular opiniones al respecto por parte de mandatarios, intelectuales y analistas a nivel nacional y mundial. La perinola ha estado girando y AMLO cree que en todas sus aristas dice la frase “Toma todo”. Ojalá así continúe, virando, moviéndose el trompo, porque de lo contrario, cuando pare antes del 2024, una nueva historia de autoritarismo se escribirá con letras MoReNas.