Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizInc
Aunque en reiteradas ocasiones el gobernador Miguel Barbosa ha negado erigirse como el gran ganador de las pasadas elecciones intermedias de junio, la realidad es que al mandatario poblano se le acomodaron las cosas aún mejor que lo planeado.
Algo es innegable, Barbosa Huerta fue el primer gobernador en no intervenir de manera descarada en las campañas como sí lo hicieron sus más recientes antecesores como Mario Marín o Rafael Moreno Valle, quienes fueron expertos en orquestar elecciones de estado sin ningún pudor.
El mandatario poblano no sucumbió ante la tentación de inclinar la balanza ni de entregar la estructura del estado a favor de tal partido o candidato.
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Se dice fácil, pero para nada lo es.
El gobernador cumplió con su palabra.
El buen ánimo de Barbosa Huerta es signo inequívoco de la comodidad y del gozo que le dejaron los resultados de los últimos comicios en los que estuvieron en juego la gobernanza y la estabilidad de la segunda mitad de su administración rumbo a la sucesión del 2024.
Contra todo pronóstico y pese a las conspiraciones de las que fue objeto por parte del bloque antibarbosita, que integraron Claudia Rivera, Ignacio Mier y Alejandro Armenta y sus esbirros Édgar Garmendia, Carlos Evangelista y Aristóteles Belmont, así como Fernando Manzanilla y Genoveva Huerta, el gobernador Barbosa logró que su grupo político saliera avante en las elecciones para mantener el control de la LXI Legislatura que entrará en funciones a partir del 15 de septiembre.
No solo eso, el mandatario poblano vio caer a sus conspiradores uno a uno, quienes intentaron “quitarle el control del gobierno y hasta destituirlo como titular del Ejecutivo local”, como así lo confesó en una entrevista con el periodista Mario Alberto Mejía.
Después del 6 de junio, Miguel Barbosa es otro.
Con todos sus enemigos en la orfandad y a punto de emprender camino al desierto, el mandatario poblano goza al fin la cosecha sembrada durante los primeros años de su administración, que, dicho sea de paso, fueron bastante turbulentos.
No podía ser de otra forma.
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La entidad venía de una era bastante oscura, desde el marinismo y hasta el morenovallismo, en la que la corrupción, los excesos y el saqueo del presupuesto fue una constante en las gestiones del góber precioso y del góber bala.
La cruzada contra la corrupción, la limpia interna de la estructura estatal y aplicación de la justicia necesitaba mano dura y una voluntad inquebrantable.
El sello barbosista quedó claro desde el primer día de su administración.
Con el nuevo reacomodo político, la ruta rumbo al 2024 es ya otra.
El gobernador de Puebla dejó atrás las confrontaciones y las disputas políticas que imperaron durante la primera mitad de su administración.
Eso sí, la política de cero tolerancia contra la corrupción seguirá firme.
Ahora, Barbosa Huerta ha tendido su mano a cada uno de las autoridades de todos los partidos políticos que en septiembre y octubre iniciaran funciones legislativas o como alcaldes.
También, el gobernador, en una muestra de civilidad y de altura política, montó puentes con sus conspiradores como Genoveva Huerta y Alejandro Armenta, quienes hicieron hasta lo imposible por verlo caer y quitarle el control del estado, pero que terminaron fracasando ante sus carencias y limitaciones que los exhibieron como lo que son.
El discurso de conciliación y cooperación será la estrategia con la que Miguel Barbosa busca encaminar la segunda mitad de su gobierno y con la que planea llegar al 2024.
El pasado viernes durante una reunión con la mayoría de los 217 alcaldes electos con motivo del Programa de Fortalecimiento Municipal y Gobernabilidad Democrática, Barbosa Huerta ya empeñó su palabra.
“Así como acredité que el gobierno que encabezo no se metió en favor de ningún candidato y partido, yo les garantizo que este gobierno será como lo fui en los primeros dos años: institucional con todos los presidentes y presidentas municipales de todos los partidos: ¡Quiero ser parte de su equipo!”, precisó el gobernador frente a los ediles que rendirán protesta el próximo 15 de octubre.
Con sus enemigos derrotados y en el suelo, Barbosa Huerta se siente pleno y disfrutando lo que le resta de su gobierno.
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El barbosismo en esencia.
Conciliación y cooperación, la ruta de la segunda mitad del sexenio de Miguel Barbosa.
La apuesta para el futuro de Puebla.