El crimen organizado está ganando la batalla en Puebla
En este mismo espacio he cuestionado en otras oportunidades sobre el momento cuándo todo se descompuso y se pudrió en Puebla.
La entidad poblana, y –en especial– la capital del estado, dejó de ser aquel refugio en el que no pasaba nada y en donde se decía “vivían las familias y los hijos de los principales líderes del narcotráfico en México”.
Puebla estaba blinadada y era ajena a la descomposición del tejido social por la creciente violencia provocada por el crimen organizado y la sangrienta lucha de plazas en el norte del país y el famoso “Triángulo Dorado” por el que se transporta la mayoría de la droga que es exportada a Estados Unidos y Europa.
Por su posición geográfica, el estado no forma parte del trasiego de droga ni la ruta por la que se importan armas de alto impacto y de uso exclusvio del ejército.
Por años, la entidad veía muy lejana la posibilidad de vivir la inseguridad y la violencia del CO por la que atravesaban sus estados vecinos como Veracruz, Morelos, Oaxaca, Guerrero o Hidalgo.
Si el narcotráfico era noticia en Puebla se debía a grandes detenciones de capos. Ahí están los casos de Benjamín Arellano Félix (9 de marzo de 2002); Sergio Enrique Ruiz Tlapanco, “El Z-44” (9 de septiembre de 2009); Arturo Beltrán Leyva, alias “El Barbas” (10 de diciembre de 2009); o el de Sergio Enrique Villarreal Barragán, alias “El Grande” (12 de septiembre de 2010).
Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, tras su primera fuga del Penal de Puente Grande, entre 2001 y 2002 vivió en El Mirador y en Las Animas, dos de las colonias más tradicionales de la Angelópolis.
En una entrega anterior de esta columna comenté que fue el morenovallismo, cuyas viudas y huérfanos buscan hoy regresar al poder infiltrándose en la 4T, fue el responsable de “abrir las puertas del infierno” en Puebla al entregarle a Los Zetas la operación del robo de hidrocarburos a cambio de compartir las ganancias en efectivo con el gobierno infame y criminal del fallecido Rafael Moreno Valle.
Al darse cuenta del millonario negocio, otros cárteles como La Familia Michoacana y el Cartel Jalisco Nueva Generación irrumpieron en la entidad para pelear la plaza y operar ellos el huachicoleo en municipios dentro del Triangulo Rojo, los que colindan con Veracruz y en San Martín Texmelucan, Coronango y Amozoc.
De a pocos, los grandes cárteles del país dejaron aquel tratado de respetar a Puebla y mantenerla ajena de sus enfrentamientos para que sus familias pudieran vivir en paz para convertirla en un estado más a pelear en su mapa estratégico de negocios.
Las balaceras, los ejecutados, los secuestros, los embolsados, los desmembrados, las narcomantas y un largo etcétera se convirtieron ya en parte de las noticias diarias del estado.
Junto con la violencia llegó la ostentación del CO, los carros de alta gama, los antros de banda, corridos bélicos y tumbados, la moda buchona y el modus vivendi de los narcos era ya una realidad en Puebla.
En la capital pasamos de hablar de los “poblanos de toda la vida” al “nuevo rico”, al “empresario de transportes”, al “asesor fiscal”, “al licenciado”, “al contador” y al “inge”.
Mientras el hampa se enquistaba en la sociedad poblana, el boom inmobiliario con torres de departamentos de lujo vacías o inconclusas levantaban sospechas no solo en la sociedad, también entre el SAT, la FGR y la UIF.
¿Quién lavaba dinero con concreto, varillas y cemento?
Puebla ya perdió toda la paz.
Sí, la ejecución de Vielka Pulido y su pareja a plena luz del día en la Calzada Zavaleta, una de las zonas residenciales y comerciales más importantes de la Angelópolis, es una noticia lamentable, pero ya no sorprende a los poblanos.
Y es que, la capacidad de asombro de este tipo de crímenes parece ya parte de la cotidianidad del estado.
Algo con lo que hemos aprendido a vivir.
No falta quién quiera culpar al gobierno de este tipo de violencia.
Claro está que la inseguridad es una asignatura pendiente de todos los órdenes de gobierno, pero la crisis de seguridad es severa y sistemática.
No hay barita mágica que la solucione en tres o seis años.
El narco le ganó la batalla a Puebla y todo el país.
¿En qué momento todo se pudrió en nuestro estado?
¿Cuándo recuperaremos la paz?
Eso es lo que todos nos debemos de cuestionar.
Toño López, de ridículo en ridículo
En la última entrega de las Historias de un Joven Reportero detallé la falta de capacidad y de altura política de la gran mayoría de candidatos que pelean por una diputación local o federal.
Un candidato que está dando la nota a diario y no por sus buenas propuestas o su excelente campaña es José Antonio López, el cirquero candidato del PT a diputado federal por el Distrito 11, de Puebla, quien no solo no conoce las secciones de su demarcación, sino, que ha optado por los montajes y el ‘pastelazo’ para ganar adeptos y rescatar su proyecto que va a pique.
Tras su ridículo en la colonia San Ramón, “El Spiderman Legislativo” decidió que ser el hazmerreír de las redes por un día completo y ser corrido a gritos por los habitantes de aquella zona no era suficiente y tuvo la “gran idea” de grabar un video afuera del Ayuntamiento de Puebla montado en un tinaco azul para plañir aun más por la entrega de estos aparatos que realiza la Comuna capitalina.