Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizInc
De la mano de Fernando “Tigre Blanco” Manzanilla, Eduardo Alcántara, de a pocos, se fue apoderando del PAN en Puebla a tal grado de relegar a Genoveva Huerta como la figura con más peso en las decisiones importantes del PAN en Puebla.
Desde su intromisión en el Comité Directivo Estatal, Alcántara Montiel no solo se convirtió en el “asesor” consentido de “La Jefa Geno”, quien pagó generosamente los inútiles y fantasmales cursos impartidos por el diputado local plurinominal electo, también se transformó en el poder detrás del trono en la dirigencia panista con el único objetivo de proteger los intereses de Manzanilla Prieto y enriquecerse con las prerrogativas del partido azul.
Tras perder la elección interna por la dirigencia municipal de Puebla capital contra Jesús Zaldivar, quien fue respaldado por Eduardo Rivera y Mario Riestra, “Rasputín” Alcántara encontró pronto acomodo bajo el regazo de Huerta Villegas, quien le entregó el control total del PAN con los ojos cerrados.
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De inmediato, Eduardo Alcántara comenzó a mover los hilos del panismo local para colocar a sus piezas, palomeadas por “Tigre Blanco” Manzanilla, en las principales carteras del comité estatal atropellando las cuotas que le correspondían a cada liderazgo de Acción Nacional en la aldea.
No solo eso, Alcántara Montiel dio inicio con el armado de perfiles que representaron al PAN en las elecciones de junio y con las primeras negociaciones para vender las principales candidaturas en los distritos locales más importantes, así como las alcaldías de la zona metropolitana.
Desde antes del inicio de las campañas, “Rasputín” Alcántara perdió piso y el poder lo enloqueció.
Y es que, no existió planilla o candidatura que no tuviera el visto bueno del extitular de la Segom.
Con los bolsillos llenos y sus excesos a tope, Eduardo, “El Malo”, tuvo el descaro de ya no solo pedir dinero por las nominaciones, también le pidió a Erika de la Vega, aspirante a la alcaldía de San Pedro Cholula, mantener relaciones sexuales con él a cambio de designarla como abanderada en aquel municipio.
Los audios revelados por De la Vega Gutiérrez definen a la perfección cómo el poder pervirtió a Alcántara Montiel a tal grado de cometer una infamia de ese tamaño.
Sin importar el escándalo sexual y el proceso penal abierto, Genoveva Huerta nombró a su “asesor estrella” en futuro coordinador de los diputados locales del PAN en la LXI Legislatura que rendirá protesta ante el Pleno del Congreso del estado el próximo 15 de septiembre.
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Otro enano con pies de barro al que “La Jefa Geno” ha dejado crecer durante su impresentable gestión como lideresa de Acción Nacional en Puebla.
Pero, las desventuras de Eduardo Alcántara no paran ahí.
Embriago del poder tan mínimo y efímero que cree tener, “Rasputín” está estrenando pareja varios años menor que él.
La joven novia del futuro coordinador parlamentario panista es hija de una alcaldesa electa, que sorprendió en las pasadas elecciones por si triunfo al que pocos le apostaban al derrotar al que se suponía era puntero en las encuestas y que saltó a Morena tras haber militado en el PRI y luego formar parte del morenovallismo.
Por su relación sentimental, Alcántara piensa, ilusamente, que controlará esta alcaldía, como lo hace con el CDE panista de Genoveva Huerta.
Con sus cuentas bancarias llenas de black money por la venta de candidaturas, una posición de poder en el Congreso del estado y una pareja guapa y joven, Eduardo Alcántara se siente, de manera inverosímil, en la cúspide del poder en Puebla.
El próximo legislador olvida que la FGE le sigue los pasos.
Es tal la locura que sufre el diputado local electo que ya sueña, junto con Genoveva Huerta, en convertirse en alcalde de la Angelópolis en el 2024.
A ese grado ha llegado los sueños guajiros de Rasputín y “La Jefa Geno”, quienes harán todo lo posible por mantener el control del PAN durante la renovación de la dirigencia estatal, aunque se necesite recurrir al fraude morenovallista.
Como bien diría Mario Marín, “se sienten Dios en el poder”.
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“Rasputín” bien haría en voltear a ver a Claudia Rivera para darse cuenta las consecuencias de marearse tan rápido en su ladrillito.
Sin duda, Eduardo Alcántara es otro pobre al que el poder ya lo enfermó.
“Qué asquerosidad es esto”.