Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizInc
La hiperactividad con la que Alejandro Armenta inició la segunda mitad del año una vez concluidas las elecciones intermedias del 6 de junio, en las que fue uno de los grandes perdedores de los comicios, solo tienen una lectura inequívoca: el ahijado de Mario Marín es víctima del nerviosismo.
Armenta Mier ha diseñado una estrategia territorial y mediática sin pies ni cabeza.
En tierra, el senador lo mismo se plagió un libro para tener presencia nacional y local, al estilo Rafael Moreno Valle, para hablar “de la pandemia de los azúcares en México” (sic), que se inventó unas jornadas de reforestación por toda la entidad en las que no junta ni 100 participantes por visita, con el objetivo de ir midiendo su cada vez más rancia e inexistente estructura electoral.
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En aire, el expriista paga inserciones en radio y televisión para hablar de su intrascendente trabajo legislativo en la Cámara alta; pide que los columnistas más marginales e irrelevantes le aplaudan hasta que se les hinchen las manos o escribe artículos de opinión soporíferos y llenos de lugares comunes. En redes sociales sube videos con sus perros, gatos, gallos, caballos, cerdos y cuanto mamífero se dejó cargar o publica videos editados con el cuerpo de actores de Hollywood que llevan su rostro o sube fotos con cualquier actor político nacional que se preste para sus payadas.
Y es que, el Soldadote de las Derrotas sabe, y de sobra, que su suerte está amarrada a la de su nuevo amo, Ricardo Monreal, quien cada vez está más alejado del Olimpo lopezobradorista tras confirmarse su falta de disciplina, lealtad y mesura hacia el presidente de México.
Mientras más pasan los días sin que Alejandro se deslinde del zacatecano su futuro político en el Morena está condenado al fracaso y sus posibilidades de ser candidato al gobierno del estado en el 2024 son casi nulas.
El nervioso de Armenta es notorio y hasta incómodo.
¿Qué busca el ahijado de Marín con tanta sobrexposición?
Dos cosas. La primera es aumentar su conocimiento e intención de voto en las encuestas; y la segunda es encarecer su negociación, al viejo estilo priista, en la Mesa Política que definirá al abanderado del Movimiento Regeneración Nacional en Puebla.
Todo esto parte del hecho de la caballada flaca con la que Morena cuenta para el proceso sucesorio de Miguel Barbosa en el gobierno del estado.
Conocedor de que en Morena las definiciones pasan por lo político y no por lo legal o lo estatutario, Armenta Mier ya ve a su primo Ignacio Mier como el rival a vencer en la interna del partido dentro de tres años.
Para nadie es un secreto que Mier Bañuelos es el poblano con las mejores relaciones políticas a nivel nacional, la posición más importante en esta misma esfera al coordinar a la bancada de Morena en la Cámara de Diputados y por ende presidir a San Lázaro, además de que cuenta con todos los afectos y confianza del presidente Andrés Manuel López Obrador y del líder del partido Mario Delgado.
Por esto es que el senador está buscando, por todos los medios, bajar desde ya de la carrera al diputado federal.
En una de sus locuras, Armenta buscó que la Fiscalía General de la República ejerciera acciones penales en contra de Ignacio Mier por los delitos de lavado de dinero, defraudación fiscal y operaciones con recursos de procedencia ilícita.
Así como lo lee, el senador de Morena intentó meter a la cárcel al coordinador parlamentario del partido en la Cámara de Diputados.
La historia es la siguiente.
Corrían las semanas previas para que Nacho fuese designado como el relevo de Mario Delgado como presidente de la Cámara baja. Alejandro Armenta, fiel a su estilo locuaz y haciéndole honor a su bipolaridad, pidió una cita urgente en su calidad de presidente de la Comisión de Hacienda y Crédito Público del Senado con el procurador fiscal de la FGR, Carlos Romero.
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Tras días de espera, Armenta Mier al fin fue agendado para reunirse con Romero Aranda. El procurador tenía ya listo una carpeta con diferentes asuntos a tratar sobre la Miscelánea Fiscal 2021 pensando que ese era el motivo de tan repentino encuentro.
Una vez concluido el protocolo de bienvenida, los abrazos y los saludos, vino la petición, que fue articulada más en un tono de exigencia, del senador.
La conversación, al decir de las propias palabras de Romero Aranda, se presentó así:
—Carlos (no “fiscal”, no “procuador”, no “Don Carlos”), te pido (exijo) que investigues al diputado Ignacio Mier, porque es un delincuente que está lavando dinero.
Atónito ante la locuaz petición de Armena, el fiscal procurador respondió lo siguiente:
—Senador, usted sabe que la institución no es para esto. No podemos proceder así ni poner a los intereses personales a los de la fiscalía. No hay forma de que yo puedo hacer esto.
—Pues si no lo investigas, Carlos (el tuteo otra vez reventó en los oídos de Romero), no va a pasar nada de la Miscelánea Fiscal en la Comisión de Hacienda. Estás advetido.
Así el Soldadote Armenta abandonó la oficina del fiscal, quien se quedó sorprendido por la actitud digna de un estudio psiquiátrico del senador.
El ridículo no tardó en llegar.
Romero Aranda consultó a López Obrador sobre la petición con amenaza de por medio del ahijado de Marín, a lo que el presidente paró en seco las locuras del expriista al pedirle al fiscal que ya no recibiera más a Armenta Mier, que su indicación era que votara en contra de la Miscelánea Fiscal y al fin se quitara la máscara de traidor para que, de manera inmediata, fuese removido de la presidencia de la Comisión de Hacienda y Crédito Público.
Como era de esperarse, el recado llegó a oídos de Alejandro Armenta, quien no tuvo más remedio que concluir con sus locuras, votar a favor y esconder la cola, a lo que ya está muy acostumbrado.
Así Armenta sumó un ridículo más en su ya largo historial de fiascos.
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“El poder es mucho como los bienes raíces, todo es sobre ubicación, ubicación, ubicación. Mientras más cerca estés a la fuente, el valor de tu propiedad será más alto”, ya lo dijo el brillante Kevin Spacey en su icónico Frank Underwood en House of Cards.
En estos momentos, Armenta es una casa en ruinas, devaluada y en una colonia de alta pobreza.
Una locura más del loco Alejandro.