Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizInc
La rápida decadencia de Claudia Rivera comenzó cuando se creyó el cuento de su supuesta superioridad moral sobre toda la clase política en Puebla.
En reiteradas ocasiones, Rivera Vivanco alardeaba sobre su pulcritud y sobre su integridad, al sentirse parte de una nueva generación de políticos impolutos y alejados de los vicios del pasado.
Nada más alejado de la realidad.
Ver: Alejandro Armenta le da la primera cuchillada por la espalda a Claudia Rivera
Y es que, la candidata espuria de Morena en la capital ha sido muy ágil para señalar a cada uno de su rivales y opositores por militar en el PRI, PAN o PRD, pero ha olvidado que muchos de sus hoy colaboradores formaron parte de las filas de estos partidos, a quien la edil con licencia desacredita de manera sistemática.
Sin embargo, la repudiada Claudia olvida, de manera convenenciera, que dos de sus hombres fuertes fueron parte de los gobiernos del llamado PRIAN, que tanto aborrece la abanderada del partido lopezobradorista en la Angelópolis, quien está obsesionada con su reelección, que luce cada día más lejana.
La amnesia selectiva de Rivera Vivanco le ha borrado de la memoria que Leobardo Soto, su fiel y liliputiense escudero, fue parte del ignominioso gobierno de Mario Marín al ser un burócrata de segundo pelo en el SEDIF; y que el depravado Andrés García Vivieros, hoy vinculado a proceso por acosar a una trabajadora del Ayuntamiento de Puebla, fue empleado en el oscuro sexenio morenovallista.
La incongruencia de la alcaldesa de Puebla, que fue catalogada como la peor del país, no es noticia, lo que sorprende es su corta memoria.
¿Acaso Claudia Rivera ya olvidó que en el 2018 cuando fue por primera vez candidata de Morena a la presidencia municipal de la capital recibió varios millones de pesos que salieron de las arcas del estado de Veracruz?
La historia de no tiene desperdicio.
En el tercer audioescándalo publicado por Diario CAMBIO un nombre saltó sobre todos los ya mencionados en la trama de los moches que han hundido aún más a Claudia Rivera y a su equipo cercano de colaboradores, quienes formaron una verdadera mafia en la Angelópolis.
(Algo curioso en el tema de estos audios es que, a la fecha, nadie del war room claudista ha desmentido su veracidad o recurrido al argumento de que son editados. Solo han guardado un silencio bastante sonoro).
En la charla que sostiene el empresario identificado como “CJ”, quien aportó 10 millones de pesos a fondo perdido, con Ángel Soto, entonces secretario particular de Rivera Vivanco, además de confirmar que la edil era la cabeza del Cartel de los Moches, se menciona que otro financiador de la campaña del 2018 ya había logrado un acercamiento con la edil a quien le reclamó el dinero entregado durante el proceso electoral de aquel año.
Ver: Votar por Claudia Rivera es votar por tres años más de miseria para Puebla
De manera textual, Soto Limón menciona que “Gabriel del Castillo, pues es que ella… ese señor se lo encontró ella (Claudia Rivera) también, bueno no sé si se lo encontró o también él se acercó… hace fácil, como cuatro meses y sí, él le dijo a ella que efectivamente también había puesto dinero… bueno no comparado con lo que me estás comentando”.
Pero, ¿Quién es ese tal Gabriel del Castillo al que hace referencia el secretario particular de #ClauLadyMoches?
Pues nada más y nada menos que el hermano del prófugo Juan Manuel del Castillo González, exsubsecretario de Finanzas y Administración de la SFP durante el infame gobierno de Javier Duarte.
No está de más recordar que a la fecha, Juan Manuel del Castillo es perseguido por la justicia veracruzana por los delitos de e incumplimiento de un deber legal, abuso de autoridad y desvíos de recursos, cometidos en agravio del servicio público, desde finales del 2019.
¿Cómo Claudia Rivera puede hablar de calidad moral cuando recibió dinero proveniente de uno de los gobiernos más miserables, vomitivos y terribles en la historia de México?
En pocas palabras, la primera campaña de Rivera Vivanco estuvo financiada por el dinero del gobierno de Duarte, ese que les inyectó agua a los enfermos de cáncer, ese que desvío más de 3 mil millones de pesos, ese que hundió en la miseria a Veracruz.
De ese tamaño es la infamia de Claudia Rivera.
Una fuente que participó en su momento en la campaña del 2018 le explicó a este reportero que Gabriel del Castillo, quien estudió en Puebla en la Universidad Iberoamericana, se acercó a Rivera Vivanco para entregarle fuertes sumas de dinero en efectivo, además de un lote de electrodomésticos, que salieron de su tienda en Orizaba, como aportación a su campaña.
La hoy abanderada de Morena no puede negar que no sabía de la procedencia de este financiamiento ilegal, pues en su momento se le advirtieron los nexos de Del Castillo González con Javier Duarte.
En pocas palabras, Claudia, con tal de llegar al poder, fue y es capaz de acepar black money de quien venga y sin importar su origen, sea cual sea.
El audio de Ángel Soto confirma que Claudia Rivera conocía, y muy bien, al hermano del prófugo exsubsecretario de Finanzas de Veracruz.
Ver: Empate técnico, el escenario menos desalentador que le dan a Claudia Rivera
¿Es esta la superioridad moral que tanto pregona la repudiada edil con licencia?
Rivera Vivanco no es igual, es peor que “los políticos de antes”.
La trama de los moches aún tiene más laberintos secretos por recorrer.
La cañería claudista se destapó y toda la mierda ya salió a flore.
Eso sí: Claus merece abundancia.