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El doble discurso del Ayuntamiento de Claudia Rivera

columna historias de un joven reportero Gerardo Ruiz 1

Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizInc

La hipocresía y la doble moral son las cartas de presentación de Claudia Rivera para pelear la candidatura de Morena a la alcaldía de Puebla y con ello alcanzar la reelección que tanto le obsesiona a la repudiada alcaldesa.

Tras ganar en el 2018 por la ola lopezobradorista y no por méritos propios, Rivera Vivanco juró que su gobierno municipal sería diferente a los de sus antecesores.

Prometió, entre gritos y trastabilleos, que durante su gestión no se permitiría la corrupción, el tráfico de influencias, la misoginia y el nepotismo.

Nada de eso se ha cumplido a la fecha.

También, la ex analista del INEGI se comprometió al empoderamiento femenino, a la transparencia, a ejercer el presupuesto participativo y a consultar cada una de sus acciones con sus gobernantes.

Las promesas se las llevó muy rápido el viento.

Y es que, el doble rasero y la incongruencia se apoderaron del Charlie Halle en cuanto Claudia Rivera puso un pie ahí.

La alcaldesa condenó la inexistente persecución por el vandalismo en la capital durante las marchas del #8M pasado, pero ella fue quien utilizó las protestas para sacar raja política y politizar el movimiento femenino.

Claudia Rivera habla de hostigamiento y el uso faccioso de las instituciones contra activistas, pero ella utiliza la fuerza pública, al estilo morenovallista, para arrancar las obras en el Mercado Amalucan a pesar de la oposición de la gran mayoría de locatarios, quienes sí fueron tratados como delincuentes por la policía municipal a su cargo.

Se da golpes de pecho contra los abusos y el acoso que padecen sus infiltradas, pero protege a un acosador sexual como lo es Andrés García Viveros, el pervertido vicepresidente de la ciudad de Puebla, quien está denunciado por amenazar y hostigar a una ex trabajadora del municipio.

Alardea sobre los derechos de la mujer, pero ella trata de manera denigrante a sus pares como pasó con Beatriz Martínez Carreño y con Yasmín Flores López, quien fueron despedidas de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Movilidad y de la Consejería Jurídica de las manera más deleznable y denigrante.

Vocifera de la dignidad de la mujer, pero quiere que sus trabajadoras “se comporten más como hombres”.

Se autoproclama como la líder del empoderamiento femenino, pero su Ayuntamiento tiene a más hombres que mujeres en las principales carteras del gobierno municipal.

Exige romper el Pacto Patriarcal, pero su madre, Eloisa Vivanco, desde la presidencia de la Comisión Nacional de Honorabilidad y Justicia de Morena, exoneró al presunto violador Félix Salgado Macedonio para que pudiese repetir como candidato al gobierno de Guerrero.

Se llena la boca de un gasto responsable y público, pero no ha podido explicar el negocio de su hermana, Mayte Rivera, con las despensas del DIF Municipal ni es escándalo de los ventiladores Covid adquiridos como nuevos pero que eran de segunda mano ni las ampliaciones presupuestales discrecionales en las secretarías y coordinaciones del Ayuntamiento.

Se ufana de ser un gobierno transparente, pero las solicitudes de información son entregadas de manera parcial y solo para sus ‘voceritos aliades y cómplices’ de su desastroso gobierno municipal.

Anuncia denuncias contra los periodistas y medios de comunicación que exhibimos sus tácticas el 8 de marzo, pero no amagó con lo mismo a El Sol de Puebla y a sus columnistas, quienes primero pusieron en el ojo del huracán a una de sus radicales por el simple hecho de que el rotativo local es su caja de resonancia y el que golpea sistemáticamente al gobernador Miguel Barbosa.

Dice que es enemiga de la corrupción y de los abusos y excesos de sus antecesores, pero fue ella la hizo un pacto de impunidad con Luis Banck y Tony Gali, a quienes a la fecha no ha investigado ni exhibido por los diferentes escándalos que todos conocemos.

Jura que es fiel a los ideales de la 4T y del lopezobradorismo, pero ya acordó con Antorcha Campesina, la organización repudiada por Andrés Manuel López Obrador y nacida de las entrañas del PRI, y tiene llena la nómina del Ayuntamiento de Puebla de morenovallistas recomendados por el impresentable de García Viveros.

Presume que su gabinete fue conformado por perfiles emanados de la academia y de las principales universidades del estado, pero entregó el poder y la conducción de su gobierno a los hermanos García Viveros, quienes le mintieron a la Contraloría municipal al asegurar que son licenciados titulados, aunque sus cédulas profesionales no aparecen en ninguna parte.

Una y otra vez asegura que la honestidad es su forma de vida, pero cómo puede explicar que habita uno de los mejores departamentos en la Torre Boudica, en Angélopolis, y el enriquecimiento inexplicable de su pareja sentimental, quien recientemente adquirió una propiedad en un lujoso fraccionamiento a las afueras de la capital.

Dice que acepta la crítica y no estar obsesionada con la reelección, pero no hace caso al repudio social que ha generado su gobierno ni acepta las encuestas que la colocan como la peor alcaldesa del país y que 8 de cada 10 poblanos no quieren que repita en la presidencia municipal.

Estas son las muestras claras del doble discurso de Claudia Rivera y su gobierno de infames.

La hipocresía como forma de gobierno.

Lo bueno que ya se van.

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