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Te lo digo Manzanilla para que lo escuches Nacho

Lejos quedó aquel Fernando Manzanilla –tan parecido al que el fallecido Rafael Moreno Valle encumbró en el poder en el 2010– que flotaba en el aire mientras avanzaba hombro a hombro con Ignacio Mier, a quien le dedicaba románticos mensajes desde su cuenta de X
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Las palabras de Alejandro Armenta poco a poco le fueron borrando la sonrisa a Fernando Manzanilla, a quien el calificativo “soberbia” le reventaron los tímpanos mientras se hundía en el asiento en el que jamás se sintió cómodo a lado de las personas que integran el grupo compacto del senador que abanderará a Morena en las elecciones del 2 de junio.

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“Para ganar necesitamos desprendernos de soberbia y de combatir la simulación. Lo entendemos muy bien”.

Lo que parecía un mejor personal, en realidad no lo fue.

Armenta es un experto de la retórica y el lenguaje político.

Fernando Manzanilla es asesor de Alejandro Armenta
Armenta y Manzanilla en conferencia de prensa esta lunes 12 de febrero| Foto: Gran Angular Agencia

Sabe a la perfección qué palabras emplear y cómo decirlas para que sus mensajes no caigan en la ambigüedad o se malinterpreten.

Las declaraciones en días pasados en contra de Arturo Rueda, otro personaje cercano a Mier Velazco, son el ejemplo perfecto.

Hace apenas unas semanas, tras darse a conocer la adhesión de Iván Galindo a la campaña de Mario Riestra, el candidato de Morena también fue contundente en condenar que el excolaborador de Ignacio Mier ahora estuviera en el equipo del abanderado del PAN en Puebla capital.

Soberbia y simulación, dos palabras que dibujan de cuerpo completo a los Morenachos.

Lejos quedó aquel Manzanilla –tan parecido al que el fallecido Rafael Moreno Valle encumbró en el poder en el 2010– que flotaba en el aire mientras avanzaba hombro a hombro con Ignacio Mier, a quien le dedicaba románticos mensajes desde su cuenta de X, que siempre eran acompañados con la leyenda “a esta ola ya nadie la para”.

Y es que, el título de “soberbia” bien podría ser acompañado por la fotografía de Fernando Manzanilla Prieto.

En este mismo espacio apunté en más de una oportunidad que fue el ego inmenso, la insolencia y la arrogancia lo que hundió a Nacho Mier y a su fallido coordinador de precampaña, quien ahora no tuvo más remedio que aceptar la invitación de Armenta Mier a sumarse como un asesor más en un gesto de altura política del precandidato de la 4T al gobierno de Puebla.

La dupla conformada por Mier y Manzanilla fueron los encargados de esparcir la mentira en la que muchos incautos cayeron de que el diputado federal era “el tapado” del presidente Andrés Manuel López Obrador y que ya tenía en bolsa la nominación como candidato de Morena para pelearle a Eduardo Rivera el Ejecutivo local.

La soberbia, una vez más, hizo que Nacho y Fer colapsaran en su calamitoso intento en llegar a Casa Aguayo.

Fue la arrogancia lo que también provocó que Manzanilla Prieto saliera por la puerta trasera del gobierno del estado en sus tres gestiones al frente de la Secretaría de Gobernación en las administraciones de Moreno Valle, Don Guillermo Pacheco Pulido y Miguel Barbosa.

De hecho, ningún otro político ha ocupado y desperdiciado la oportunidad de ser secretario de Gobernación –una de las principales plataformas para trabajar una candidatura al gobierno de Puebla– como Fernando Manzanilla.

Tampoco ningún otro hombre perteneciente al círculo rojo como Manzanilla ha sido cegado por la soberbia para creerse superior a un gobernador como así lo hizo en sus relaciones con los fallecidos Moreno Valle y Barbosa Huerta.

Ni qué decir de Nacho Mier.

Fue la soberbia de creerse y sentirse “el legislador más cercano a AMLO” lo que llevó a Moisés Ignacio a hundir su proyecto político, el cual nació muerto, en apenas un año.

La arrogancia, insisto y lo sostengo, fue la peor enemiga de Nacho Mier en su deprimente, onerosa e ilusoria precampaña por la candidatura de Morena al gobierno del estado.

Fernando Manzanilla, gracias a la generosidad de Alejandro Armenta, quien no se equivoca al señalar que “queremos que le vaya bien a Puebla y yo siempre aprovecho lo bueno de cada persona”, tiene una nueva oportunidad de dejar a un lado la soberbia y la simulación que tanto lo define como político para acomodarse en un equipo bastante compacto al que llega como uno más y en el que tendrá que mostrar lealtad y disciplina.

El mensaje fue claro: te lo digo Fernando para que lo escuches Nacho.

¿Habrá quedado claro?

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