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Firme el regreso a clases presenciales de la BUAP

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Hay determinaciones tomadas por las autoridades que no siempre son bien recibidas por la sociedad, pero que se deben de cumplir más allá y a pesar de lo impopular.

Ahí está el claro de ejemplo de los muchos decretos que el gobierno de Miguel Barbosa ha aprobado para contener los contagios y muertes por la crisis sanitaria del SarsCov 2, cuya estrategia ha sido reconocida a nivel nacional a pesar de lo poco popular de ciertas medidas.

Desde su llegada a la rectoría de la BUAP, la Doctora Lilia Cedillo ha demostrado que antes de buscar los aplausos fáciles y las simpatías simplonas está el bienestar de la comunidad universitaria.

No podía ser de otra forma.

La formación académica de Cedillo Ramírez, quien es de las pocas voces autorizadas para hablar y hacer recomendaciones sobre la pandemia del Coronavirus en Puebla al haber ocupado la Dirección del Centro de Detección Biomolecular de la Benemérita poblana, la ha conducido a determinar si el regreso total a clases presenciales en la universidad es lo mejor por el momento.

Esta medida, sobra decirlo, ha generado diferentes puntos de vista.

El pasado viernes, la rectora anunció que se suspendía el retorno a las aulas ante el aumento acelerado de los contagios de Covid-19 por la irrupción de la variante Omicron en la entidad.

Sin embargo, la propia máxima casa de estudios del estado corrigió este decreto al precisar que el regreso a clases sigue firme, pero solo se pospondrá en la medida de que las jornadas de vacunación de la tercera dosis de refuerzo avancen en Puebla para que los alumnos, docentes y administrativos estén más seguros.

Hay que aclarar que en ningún momento las actividades en la BUAP se han interrumpido y que las clases de los tres niveles educativos, medio superior, superior y posgrado, continúan, pues los cursos siguen en la modalidad en línea y apegados al contenido temático de los planes de estudio.

Además, las actividades presenciales en las áreas que lo ameritan se han mantenido hasta el momento y continuarán con los aforos mínimos, como se han venido desarrollando.

Nada está detenido en la universidad.

También se debe que el refuerzo de vacunación se dio en la semana que recién concluyó. Está documentado que el proceso de respuesta inmune después de la vacunación se da entre dos y tres semanas después de la aplicación de las dosis, por lo que la inmunidad sustentable en los maestros que recién recibieron la dosis se tendrá hasta mediados de febrero, lo que da mayor sustento a la decisión de posponer el regreso presencial.

Lo mismo ocurrirá en los jóvenes que apenas recibieron las vacunas contra el Coronavirus.

Nadie puede negar que las decisiones de la Doctora Lilia Cedillo van más allá de la popularidad y que el bienestar de la BUAP y su comunidad está por encima de todo.

La nueva normalidad amerita que cada decreto sea analizado en más de una ocasión.

El regreso a clases presenciales es inevitable, sí, pero la seguridad y salud de toda la comunidad universitaria va primero.

Las incongruencias de los saqueadores de la capital

En política el debate público y la oposición son dos ejercicios necesarios.

Los contrapesos para el poder en turno no solo ayudan a mejorar a la administración pública, la rendición de cuentas y una sociedad cada vez más participativa, sino que son un buen termómetro para mejorar en ciertas áreas de oportunidad.

Lo incomprensible viene cuando estas críticas vienen de personas que carecen de cualquier tipo de calidad moral y cuyos pasados los terminan por condenar.

Este es el caso del impresentable y corruptísimo Leobardo Rodríguez, el marginal líder de los regidores de Morena en el Cabildo del Ayuntamiento de Puebla.

El pillo Leobardo pensó que a con el cambio de gobierno municipal de un plumazo quedarían en el olvido todas las corruptelas e infamias cometidas durante el miserable trienio de Claudia Rivera, en el que Rodríguez Juárez fue pieza principal del grupo criminal que saqueó a la Angelópolis.

Resulta que hoy, el desmemoriado regidor morenista, quien ahora también responde a los intereses de Ignacio Mier, alzó la voz por la falta de “austeridad del gobierno de Eduardo Rivera” y el aumento de los salarios de diferentes integrantes del gabinete del panista.

Una vez más, “Robardo” Rodríguez hizo gala de su incongruencia al olvidar ya los salarios exorbitantes que ganaban burócratas de medio pelo como Pamela Galindo o José Tlachi.

La novia del acosador sexual Andrés García Viveros se embolsaba al mes 50 mil pesos más 12 mil de compensaciones por su puesto como secretaria particular de presidencia; mientras que Tlachi, por su puesto como subinspector recibía 32 mil pesos de salario, pero con su compensación de 37 mil, alcanzaba los 70 mil pesos mensuales.

Lourdes Rosales, por no hacer gran cosa en la Secretaría de Seguridad Ciudadana, percibió 38 mil pesos al mes, más 47 mil pesos de compensaciones, lo que la llevaba a ganar 85 mil pesos como salario.

Lo que el marginal Leobardo Rodríguez omite de forma dolosa es que una de las primeras acciones de Rivera Pérez fue eliminar las compensaciones en los salarios de los principales puestos del organigrama municipal.

Hoy, la secretaría particular de la presidencia gana 42 mil pesos al mes, la titular de la SSC, 80 mil; y el subinspector, 60 mil pesos.

Leobardo Rodríguez olvida que para tener la trompa larga hay que tener la cola corta.

Un gramo de dignidad y memoria, señor regidor.

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