Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizInc
Sin más talento que el de la sumisión y el oportunismo, Marcelo García Alamguer ha demostrado que sus ambiciones de poder no tienen límites.
Con tal de supervivir luego de traicionar al PAN, el oriundo de Monterrey, Nuevo León no tardó ni un semestre en “matar” al morenovallismo al asegurar que el grupo que formó el siniestro Rafael Moreno Valle dejó de existir en el estado en el momento en que cayó el helicóptero en el que viajaban su padre político y Martha Erika Alonso.
Tras escupir en la tumba de los Moreno Valle, el regio García Almaguer intentó venderse como un aliado de la 4T en Puebla con tal de congelar el abultado expediente que el gobierno barbosista tiene listo en contra de la viuda de Moreno Valle por los escandalosos desvíos de millones de pesos a su paso por la Coordinación de Comunicación y Agenda Digital y la dirección de Puebla Comunicaciones en la era morenovallista.
Para nadie es un secreto que el amigo íntimo de Rafael utilizó el medio de comunicación oficial del gobierno del estado y la dependencia estatal para orquestar campañas de odio y guerras sucias en contra de periodistas y opositores de las administraciones panistas al hostigarlos y acosarlos con sus granjas de bots y cuentas fakes, que sólo asustaban a los ingenuos que le creían al supuesto “experto” en crisis virales.
Con cartera abierta y un presupuesto millonario anual, García Almaguer se autoproclamó como el “gran operador de medios” y el “gran gurú de las redes sociales”.
¿Quién no?
Ahora, sin el erario a su disposición, Marcelo Eugenio regresó a su mediocre realidad.
Luego de su salida por la puerta de servicio del Partido Acción Nacional, “Chelo” García se rindió a los pies de Gabriel Biestro para convertirse en su marioneta al utilizarlo a su conveniencia en cada una de las votaciones más ríspidas en la actual legislatura, que preside el coordinador de la bancada de Morena.
Relegado a un diputado de medio pelo y convertido en un pañuelo desechable del presidente del Congreso del estado, Marcelo García Almaguer amaneció un día con la ocurrencia de competir en las elecciones intermedias de este año por la alcaldía de Puebla.
Eugenio coqueteó con toda la chiquillada.
Pasó de Movimiento Ciudadano al PES a Compromiso por Puebla, hasta por Nueva Alianza y el PSI.
Sus marginales números y sus mediocres porcentajes en las encuestas lo llevaron a regresar a las filas del PAN con “la cola entre las patas”.
A pesar de sus ofensas contra del panismo, Genoveva Huerta le abrió las puertas del partido azul olvidando las afrentas y las críticas que toda la militancia hizo ante el regreso del “Parricida Chelo”.
Y es que, “La Jefa Geno” vio en “Chelo” García a su ‘tonto útil’, quien sería utilizado en la contienda interna por la candidatura del PAN en la Angelópolis para mermar la postulación de Eduardo Rivera como abanderado del bodrio conformado por Acción Nacional, PRI y PRD.
La ruta trazada por Huerta Villegas tuvo que borrarse ante el enanismo político de Marcelo Eugenio.
En su desesperación por aparecer, a como dé lugar, en la boleta del 6 de junio, García Almaguer no tuvo más remedio que redimirse de rodillas frente al morenovallismo a tal grado que está empecinado en utilizar la imagen de la difunta Martha Erika Alonso para fines perversos.
La miseria de “Chelo” no conoce límites.
Primero, Marcelo sumó a su intentona por descarrilar a Lalo Rivera a Juan Carlos Alonso, hermano mayor de la extinta exgobernador de Puebla.
Ahora, García Almaguer presumió en sus redes sociales la inclusión del sobrino de Martha Erika a su equipo de trabajo.
A ese grado llega la adicción al poder del huérfano de Moreno Valle.
Eugenio es un parasito con el único talento de succionar a otros ante su falta de personalidad y logros propios.
Además, Marcelo ejemplifica a la perfección el doble discurso de la dirigencia del PAN en Puebla, que vocifera en contra de la Cuarta Transformación en Puebla al exigir que la vacuna contra el Covid-19 no sea utilizada con fines política, pero ellos politizan y sacan ‘raja política’ de la muerte de Rafael y Martha Erika.
Ante sus carentes ideas y su nula oposición se aferran a la memoria de los Moreno Valle.
García Almaguer es ya el rey de la miseria.
El triste final de un liliputiense de la aldea.
No hay más.