Ignacio Mier y Alejandro Armenta llegaron al punto en donde no hay retorno.
Un verdadero callejón sin salida en el que estarán caminando durante 10 meses.
Entre los primos Mier no existe un solo puente de comunicación ni las ganas de llegar a un acuerdo para que alguno se una al otro rumbo a la elección del 2024.
La enemistad de Moisés Ignacio y de Alejandro se ha extendido a sus grupos cercano de trabajo, en los que tampoco hay buenas relaciones y también existen agravios del pasado.
No hay voluntad.
Y donde no hay voluntad, no hay ganas.
Armenta mantiene el liderazgo en las encuestas, pero Nacho ahora ha cambiado la percepción, pero aún no cuenta con los números.
La estrategia de inundar el estado con anuncios espectaculares del exlíder del PRI no ha dado los resultados necesarios y esta semana el Ayuntamiento de Puebla ya comenzó con el retiro de la propaganda política y con ello se mermará de forma significante su ruta para posicionarse entre el electorado poblano.
Sin embargo, parece que en lo mediático Mier Velazco ha comenzado a superar a su odiado primo al sembrar rumores que lo ven fuera de Morena en caso de no ser beneficiado del proceso interno del que saldrá el abanderado del partido marrón en Puebla.
La único cierto de estas especies es que Alejandro Armenta ha entrado en modo “matar o morir”.
El también exdirigente del tricolor se juega su última chance de ser candidato a gobernador de Puebla, su tan anhelado y obsesivo sueño.
Si bien, el senador cuenta con la edad –a diferencia de Nacho Mier– para pelear otra vez en el 2030 por la candidatura al gobierno del estado, la realidad es que las condiciones políticas con las que hoy cuenta difícilmente se repetirán dentro de seis años.
Y es que, Armenta desde la extraordinaria el 2019 siente que tiene un saldo a favor en el Movimiento Regeneración Nacional pagadero en el próximo año.
Alejandro siente que Morena le debe esa candidatura, o al menos eso es lo que él cree tras quedarse en el camino en aquella violenta contienda contra el fallecido Miguel Barbosa, quien a la postre fue el abanderado y gobernador de Puebla.
La estrategia del exedil de Acatzingo es lo que llamarían en Las Vegas “go big or go home”.
Está claro que Alejandro Armenta no quiere irse a casa.
Mucho menos quiere que sea Ignacio Mier el que sea ungido como el candidato de Morena para las próximas elecciones locales.
Impensable para el senador que su primo se convierta en el futuro gobernador de Puebla.
Más que ego, es un tema de supervivencia.
Entre ambos existen ataques imperdonables que pasaron de la esfera privada y trascendieron a la pública y hasta la judicial.
Para nadie es un secreto las demandas por daño moral que Mier promovió en contra de Armenta, quien a su vez denunció al coordinador de Morena en la Cámara de Diputados ante la UIF por presunto lavado de dinero.
¿Cuál sería la ruta para Alejandro Armenta si se concreta la imposición de Nacho Mier como candidato en el 2024?
La resulta es sencilla: romperlo todo.
Romper con Morena, romper con Mier y romper la elección del 2024.
Sí, Armenta Mier va por todas en la próxima elección y eso implica hacer perder a su odiado rival y primo.
La opción de convertirse en el candidato de la alianza PAN, PRI y PRD está descartada, pero la opción de buscar la postulación por Movimiento Ciudadano no está del todo descartada para el senador, quien ya incluyó el color naranja en la nueva publicidad de su libro sobre el Litio.
La última encuesta realizada por la certera y confiable Campaing and Elections da muestra del riesgo que le podría causar a Morena la latente salida de Alejandro Armenta, quien arrancaría en un no lejano tercer lugar a tan solo siete puntos del segundo puesto, que sería de Nacho Mier.
No se puede olvidar lo que sucedió en Nuevo León y el ascenso de Samuel García al poder, quien supo capitalizar “la tercera vía” hasta ganar los comicios referidos.
Armenta puede competir y también dañar a Mier y con esto cumplir sus dos objetivos.
Está claro que para Armenta ya no hay retorno.
La candidatura de Morena o que Nacho Mier no gane.
Mientras la guerra civil entre los primos se encrudece, Olivia Salomón corre por una pista libre mejorando sus números, su rentabilidad electoral y sus alianzas en la Ciudad de México.