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Histórica reunión de El Yunque con la comunidad LGBTIQ

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Sin duda debemos vivir tiempos muy interesantes para haber visto lo que trascendió este martes a través de un boletín: la reunión del presidente municipal electo de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, con integrantes de la comunidad LGBTIQ+.

El encuentro es inédito porque durante el primer gobierno que encabezó Rivera, allá en los lejanos años 2011 a 2014, la comunidad homosexual y transgénero de la ciudad vivió una de sus etapas de mayor estigmatización en la historia reciente de la capital del estado.

Episodios bochornosos como el audio filtrado de las regidoras Irma Adela Fuentes y Miriam Mozo, en el que se escucha cómo se niegan a incluir a la activista Vianeth Rojas Arenas dentro de un comité de participación ciudadana debido a su orientación sexual, son prueba de ello.

También lo son los dichos del exdirector de Normatividad Comercial en el trienio de Rivera, Luis Mora Velasco, quien al clausurar el bar «Sibari» de la colonia El Mirador expresó la frase: «No sé por qué los putos se quieren venir a estas zonas».

Y es que, no se puede negar: el hoy alcalde electo está ligado a uno de los grupos que mayor resistencia han tenido con el tema de la diversidad sexual. Me refiero a la organización «El Yunque», que al parecer está viviendo una especie de «resurgimiento» en el centro del país.

A El Yunque pertenece la exdiputada Ana María Jiménez, tristemente recordada por sus dichos en un foro sobre el matrimonio igualitario en Puebla. De El Yunque salieron el exlegislador Pablo Rodríguez Regordosa y su esposa, la diputada Mónica Rodríguez Della Vecchia (quien logró reelegirse), ambos famosos por su postura ultraconservadora en temas como la Ley Agnes.

En pocas palabras, El Yunque no comulga con las ideas progresistas que hoy permiten la unión entre personas del mismo sexo y el cambio de género en documentos oficiales. Por eso es digno de llamar la atención que Rivera Pérez haya tenido este acercamiento, el cual por cierto legitima lo que el virtual alcalde dijo en tres ocasiones a lo largo de su campaña.

En esos episodios, Eduardo Rivera se comprometió a ser el alcalde de todos los poblanos, sin importar orientación sexual o expresión de género. Incluso aceptó la posibilidad de dar trabajo a personas LGBTI dentro de su gabinete.

Bien hace Rivera en intentar sanar la llaga que quedó en la comunidad LGBTIQ tras su primer periodo de gobierno, del que muchos de sus integrantes quedaron resentidos contra el panista y en específico contra ese sector del PAN, que les declaró una guerra silenciosa hace diez años.

Pero por otro lado, siempre queda la suspicacia de lo que realmente significa esta reunión, ante el acostumbrado doble discurso de los políticos mexicanos, que ante las cámaras prometen gobernar para todos, pero en los hechos terminan anteponiendo sus intereses personales o de grupo.

Aunque también es importante destacar otro aspecto: que los representantes de las organizaciones sociales que tuvieron este encuentro con Rivera no cuentan con la mejor opinión de entre otros miembros de la diversidad sexual, debido al uso político que han hecho de la causa LGBTIQ a lo largo de los últimos años. Y de esto, la comunidad está consciente y muy enterada.

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