Puebla no puede pasar por lo menos un mes sin ser noticia nacional o internacional. Pero la mayoría de las veces lo ha sido por alguna tragedia o barbarie que se comete.
Esta vez fue el linchamiento de Daniel Picazo, un joven abogado de 31 años que fue linchado en la comunidad de Papatlazolco, comunidad de Huauchinango, a quien los pobladores golpearon y quemaron vivo.
El único error que cometió fue llegar a una zona caliente en la que los pobladores esparcieron el rumor de que había gente robando niños y tenían que proteger a su gente de extraños.
A los supuestos robachicos le pusieron rostro, y fue el de Daniel. El pueblo se convirtió en juez y verdugo. En medio de la noche lo sentenciaron a muerte como si no existieran leyes que evitan que nos matemos como animales.
Los videos son indignantes. Lo bajaron de su camioneta y quemaron la unidad. Lo golpearon, lo esposaron y lo arrastraron hasta una cancha. Como si se tratara de un espectáculo deportivo o un concierto, la gente se acomodó en las gradas para disfrutar la saña con la que trataron a un ser humano que no cometió ningún delito.
Golpearlo no fue suficiente para calmar su sed de «justicia». Le prendieron fuego y se quedaron a presenciar como lentamente le quitaban la vida.
ALMANAQUE publicó los ocho casos de linchamiento que han marcado a Puebla. En la mayoría de ellos, las personas asesinadas por una turba enardecida han sido acusados de robachicos.
Las redes sociales son una herramienta que ayuda a encontrar a los responsables con mayor facilidad. En los últimos años, los orangutanes que participan en los linchamientos graban los hechos y luego presumen los videos en sus cuentas como si fueran trofeos.
La Fiscalía de Puebla cateó una docena de domicilios en Papatlazolco en donde detuvieron a siete personas. Una de ellas la que prendió fuego a Daniel.
Esta vez se tiene que sentar un precedente. Primero deben detener a más pobladores que escudados en una marabunta se dieron valor para agredir, sobajar y arrebatarle la vida a otra persona.
En segundo lugar se les tiene que dar la pena más alta para que permanezcan en prisión un largo tiempo. A Daniel Picazo se le debe hacer justicia, no solo por él, sino por sus padres, amigos y familiares que lloran el salvajismo con el que truncaron su vida.