Hoy a las 23:59 horas llegará a su fin el gobierno municipal de Claudia Rivera Vivanco, la peor administración de la que se tenga memoria en la ciudad de Puebla. El 99% por ciento de los poblanos celebran el final de la tragicomedia que vivió la ciudad gracias a la primera alcaldesa emanada de la izquierda.
Claudia Rivera nunca dejó su rol de activista y no entendió que ella era la autoridad, un cargo que se ganó por pura suerte. Primero porque en Morena se negaron nominar a Ana Teresa Aranda y a Violeta Lagunes, y luego por la ola de Andrés Manuel López Obrador.
A la morenista la perdimos el día que decidió viajar con Luis Banck, su antecesor, en el periodo de transición a Estados Unidos bajo el pretexto de una presentación ante el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Después de ese viaje, Claudia fue otra. Su discurso contra el morenovallismo cambió. Ella fue la única militante de Morena en la toma de protesta de Martha Erika Alonso, mientras todos en su partido peleaban contra el fraude electoral.
Cuatro meses después de asumir el cargo, se fue de viaje con cargo al erario a Austria. Nunca pudo justificar la salida, y fue un secreto a voces que se llevó a su novio, Roberto Zataraín
Luego vino la ola de errores: inseguridad al máximo nivel, pelea con el gobernador Miguel Barbosa, llenar de bolardos la ciudad, desaparecer en la pandemia, no controlar a los ambulantes, los baches, la corrupción, la red de moches, y un largo etcétera.
Claudia vivió en una burbuja de irrealidad tres años. Aún con el escenario en su contra, decidió agandallarse la candidatura de Morena para reelegirse.
Una inmensa mayoría sabíamos, aún sin empezar la elección, que era una derrota segura.
Los últimos meses han sido vergonzosos para la presidenta y su grupo, que se han dedicado a gastarse el presupuesto municipal en lo que sea, sin que existan estudios que justifiquen las compras.
Claudia se convirtió en lo que juró destruir, prueba de ello es la entrega de las plazas sindicalizadas, las mismas que hace tres años le criticó a su antecesor.
Lo que ocurrió en el Ayuntamiento de Puebla es una lección de lo que no se debe hacer en política. Claudia Rivera se terminó en tres años su capital político y será muy complicado que vuelva a competir por un cargo de elección popular. Seguramente le reglarán una plurinominal o algo por el estilo, pero vivirá marcada con el estigma de la ineficiencia.
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