Nadie mejor que una mujer para recuperar el renombre de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla que se ha venido arrastrando desde hace más de 30 años.
Desde José y Enrique Doger, Enrique Agüera y Alfonso Esparza, la BUAP cayó en una espiral de corrupción y escándalos que la llevaron a convertirse en una institución, si bien con la calidad académica reconocida a nivel nacional, opaca y poco confiable.
La Benemérita poblana se convirtió en una máquina de hacer dinero que poco se destinaba a la comunidad universitaria y mucho terminaba en los bolsillos de sus rectores y sus colaboradores más cercanos.
Ver: Al descubierto la lista de amantes, amigos y familiares que Claudia Rivera quiere basificar
En lugar de que el nombramiento de rector de la BUAP fuese visto como el máximo cargo que un universitario podría ostentar con honor, se ocupó como un escaparate y un trampolín político y económico de los impresentables que ocuparon la oficina más importante del histórico Edificio Carolino.
Tan solo basta recordar la ignominia con la que los últimos rectores, en especial Doger, Agüera y Esparza, condujeron los destinos de la UAP y como sus vidas dieron un giro de 180 grados al convertirse en multimillonarios a costa del dinero de todos los universitarios.
La BUAP, sin duda, ha pasado por sus peores años desde la década de los setentas, cuando la universidad estuvo inmiscuida en el conflicto social de la época, que tuvo su crisis más aguda durante el enfrentamiento entre los Fuas y los Carolinos.
Hoy, la máxima casa de estudios poblana respira aires de cambios.
Los tiempos mejores para la Benemérita animan a todos.
La primera etapa de las campañas por la rectoría de la máxima casa de estudios del estado dejó claro que los alumnos, maestros y directivos regresarán a ser el centro de las decisiones y los esfuerzos de la dirección general.
Algo que jamás tuvo que dejar de ser.
Dentro de las promesas y las plataformas de los tres candidatos que pelean por la rectoría, la Doctora Lilia Cedillo, la Maestra Guadalupe Grajales y el Maestro Ricardo Paredes Solorio, regresar a los orígenes es una coincidencia.
Ver: El día que Alejandro Armenta hizo el ridículo frente al procurador fiscal de México
Por ejemplo, Cedillo Ramírez integró un plan de trabajo humanista y muy cercano a la comunidad universitaria, que ha sido golpeada durante esta pandemia del Coronavirus.
Para los docentes, la Doctora Lilia se comprometió proporcionar capacitación al personal docente, en el diseño del plan de clase con modelos híbridos, aula invertida y diseño de materiales digitales; crear un programa de retención de docentes en edad de jubilación, para que trabajen a distancia, con mayor flexibilidad; reconocer el trabajo de docentes hora clase, entre otras.
La candidata, quien luce como la aspirante más adelantada, prometió para los alumnos condonar inscripciones y cuotas institucionales, a estudiantes de Preparatoria y Bachillerato, que hayan perdido a sus padres por COVID; crear un programa de atención psicológica y orientación emocional a través, de espacios virtuales personalizados, con atención y canalización inmediata ante las diversas situaciones de crisis, como las más destacas.
En el ámbito administrativo, Cedillo Ramírez impulsará desde la rectoría la ampliación de los programas de estímulos al desempeño administrativo y apoyos a la productividad; la revisión de las cargas de trabajo del personal administrativo ante jubilaciones y la no reposición de plazas; y la creación de estímulos económicos para personal administrativo, que realiza actividades docentes, en horario fuera de su carga laboral.
Ver: Breves para el fin de semana
Así, la Doctora Lilia Cedillo está encaminando a la BUAP a recuperar su prestigio y excelencia que tanto se ha perdido por rapaces hombres que llegaron a la rectoría de la universidad con el único objetivo de saquear cada centavo y acabar con la grandeza de esta institución pública.
La BUAP tiene una cita con la historia.
Y esta historia será escrita por una mujer.
