“Fue una grilla política”, no hay pretexto más usado para justificar los actos de corrupción cometidos por algún exfuncionario público.
Claro, siempre será más fácil recurrir a los rumores y al radio pasillo antes que reconocerse como un corruptor de altos vuelos.
Qué fácil sería admitir los errores y hacer un acto de mea culpa frente a la sociedad que se vio vulnerada ante las malas prácticas de los hombres de poder mareados en sus cargos.
Pero no, la salida perfecta para todo señalamiento siempre será “las grillas políticas”.
Qué fácil resulta.
Se equivocan todos aquellos quienes piensan que con la muerte de Miguel Barbosa sus cuentan pendientes con la justicia quedaron en el olvido o que las carpetas de investigaciones por desvíos de recursos públicos o corrupción a su paso por el organigrama del Ejecutivo local se borraron de un ‘plumazo’.
La cruzada contra la corrupción y la cero tolerancia a esta emprendida desde el inicio de su administración por Barbosa Huerta está más vigente que nunca.
Así lo ha demostrado el gobernador Sergio Salomón Céspedes en repetidas ocasiones a su actual gabinete y a todo su equipo compacto de colaboradores.
No podía ser de otra forma.
Y es que, Céspedes Peregrina en muy poco tiempo ha marcado ya el ritmo a su gobierno, que tiene también su sello, para dejar claro que los pilares barbosistas siguen en pie.
Uno de ellos y tal vez el más importante siempre fue no solapar la corrupción.
Sí, son otras formas y metodología, pero el objetivo sigue siendo el mismo: que en Puebla nunca más el erario sirva para la riqueza personal, como sucedió en el marinismo; o para financiar proyectos políticos, como fue la tónica del morenovallismo.
No faltaron los bribones, pillos o prófugos que entendieron, en sus limitadas mentes, que el fallecimiento de Miguel Barbosa era la señal para asomar de nueva cuenta la cabeza y salir de sus escondites, en los que veían pasar los días con la esperanza de que sus delitos quedaran en el olvido.
Para ellos no hubo impunidad.
En realidad, para nadie. Ni para los enemigos ni para los de casa.
La aplicación de la ley, en el barbosismo, no era ni es negociable.
Céspedes Peregrina lo tiene muy claro.
El mensaje de la aprehensión de Rodolfo Chávez Escudero, ex titular de Carreteras de Puebla, fue contundente.
Sí, la cruzada contra la corrupción barbosista sigue vigente.
Cero tolerancia.
Resulta más que desatinada la declaración del extitular de la SEP en Puebla, Melitón Lozano, nuevo esquirol de Ignacio Mier, junto con Karina Pérez Popoca, en el sentido de que fueron “grillas políticas” las que propiciaron su salida del gobierno del estado.
Nada más alejado de la realidad.
Lozano Pérez por supuesto que no fue víctima de ninguna “grilla política”, de lo que sí fue víctima fue de sus propios errores que lo llevaron a traicionar, por enésima vez, a Miguel Barbosa, y a cometer una serie de irregularidades en contra de la Secretaría de Educación Pública en los tres años que estuvo al frente de ella.
Tan solo basta recordar que Melitón Lozano, en su precampaña como aspirante a candidato de Morena a gobernador para el 2024, creó una estructura de apoyo político en las universidades tecnológicas de Puebla, de Izúcar y sí, de Tecamachalco, con plazas irregulares y un esquema fiscal opaco con el que empezó a financiar con decenas de millones del presupuesto de la dependencia para sus mítines y actos anticipados de campaña.
No solo eso, el exedil de Matamoros fue objeto de señalamientos al respecto por presuntamente obligar a docentes y alumnos del Colegio de Bachilleres a acudir a sus eventos para apoyar su proyecto.
También el exfuncionario fue acusado de acusado de autorizar una cantidad desproporcionada de bases y contrataciones, incremento de horas, promociones y cambios de categoría en apenas unos meses. Además, de que varios de sus cercanos se beneficiaron con plazas docentes sin ningún mérito, experiencia o título profesional.
La gota que derramó el vaso fue cuando Lozano pactó una alianza con Mier Velazco aún como titular de la SEP.
Ninguna “grilla política” y sí muchas irregularidades comprobadas.
Todo esto obra en un expediente vigente y basta robusto en la Secretaría de la Función Pública.
Después vendrán las denuncias penales.
Cierto como lo es, Melitón Lozano debería darle un repaso a su corrupto historial como exalcalde o secretario de Educación Pública antes de decirse víctima de “grillas políticas”.
Los actos de corrupción no quedarán impunes.
La cruzada contra estos, claro está, sigue vigente.