Como si se tratará de una mala broma, Puebla perdió a su gobernador en diciembre como hace cuatro años. El guion se repite, con la única diferencia de que no se convocará a una elección extraordinaria. Esta vez el Congreso Local elegirá un gobernador sustituto para asumir el cargo hasta 2024.
En 2018, cuando Martha Erika Alonso murió, el Partido Acción Nacional (PAN) ya no tenía el control del Poder Legislativo, así que en la votación perdieron el nombramiento del gobernador interino.
Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y el bloque barbosista tienen ese punto a su favor. Cuentan con mayoría en el Congreso Estatal. Solo necesitan mantener la unidad para elegir a uno de los suyos y darle continuidad al proyecto.
Pero al final el poder divide y más cuando en juego está una gubernatura. Así que las horas y días posteriores a la muerte de Miguel Barbosa serán inciertas.
El oriundo de Zinacatepec tenía como uno de sus objetivos principales crear una nueva clase política. En esa ruta estaba. La maquinaria barbosista comenzaba a funcionar como un engrane y se dirigían a tener el control de la sucesión.
Sin la figura del líder moral hay más probabilidades de que todo se derrumbe si no se mantiene la prudencia y los integrantes se lanzan como zopilotes por el espacio.
En el aire hay muchas preguntas que por ahora no tiene respuesta, pero se despejarán en la medida en que avancen los días.
¿Quién será gobernador sustituto?
¿El presidente Andrés Manuel López Obrador tendrá la última palabra?
¿El barbosismo se mantendrá unido para darle un cierre al proyecto de Miguel Barbosa?
¿Quién será el nuevo líder moral de Morena en Puebla?
¿El PRI seguirá apoyando a Morena o retomará su papel de oposición para pelear por la gubernatura?
Puebla volverá a las horas inciertas como ocurrió hace cuatro años. Puebla volverá a sufrir la ausencia de un gobernador y la disputa del poder entre los grupos políticos.
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