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La alergia al estereotipo: Un amigo para la orgía del fin del mundo

biblionauta

“En tiempos difíciles es indispensable pensar y cuestionar”, así  lo dice Wenceslao Bruciaga en su libro: <<Un amigo para la orgía del fin del mundo>>, por eso en él muestra y analiza de manera confrontativa los clichés sobre los gustos, formas de comportamiento, tal como los lugares comunes con los que se identifica la comunidad LGTB.

Nacido en Torreón, Coahuila. Además de ser escritor y periodista, Wenceslao es melómano, esta pasión por la música reluce a diestra y siniestra en su libro.  Él mismo se define como resentido, punk y gay homofóbico ¡Vaya locura!

Podemos notar la razón de su autodefinición en este libro editado por Discos Cuchillo, una editorial independiente, pues mediante crónicas y ensayos rupturistas reflexiona en torno a los estereotipos y emblemas adoptados por la comunidad LGTB:  El mundo arcoiris, la música, los iconos pop, el glitter, la manera de vestir, productos audiovisuales que aparentan una apertura a la diversidad sexual, pero ¿qué pasaría si los protagonistas no se ajustaran a los cánones de belleza actuales?. Concluye que estos símbolos son adoptados, inconscientemente o no, para encajar en el mundo heterosexual burgués y al mismo tiempo representan una manera de aceptación moderada bajo las condiciones establecidas por la mayoría heteronormada, siendo la principal: No incomodar.

Esta crítica controversial sobre la cultura gay hecha por Bruciaga es un acto osado por las implicaciones de sus reflexiones al ser parte de este colectivo, y perspicaz pues ese espíritu analítico se despertó desde su infancia, mediante la observación y reflexión de su vida familiar. Cuenta que comenzó a preguntarse sobre la necesidad de ser congruente en lo individual como en la pregona colectiva, al observar a su padre, inclinado hacia la izquierda socialista pero asumiendo comportamientos contrarios a esas ideas en su vida personal.

A partir de entonces “Todas las palabras como izquierda, lucha, indignación, injusticia, igualdad”, nos dice, se las toma con «total precaución y fina observación”.

Dentro de este conjunto de crónicas y ensayos, el escritor analiza los temas de lucha del movimiento por los derechos LGTB y, aunque reconoce el logro del matrimonio igualitario,  pues lo interpreta como el reconocimiento jurídico de la comunidad, sostiene que la igualdad legal se ha confundido centrando la mayor atención en el matrimonio igualitario, pensandolo más como una búsqueda de la aprobación moral de la mayoría para imitar una vida heterosexual tradicional.

Por eso considera necesario reubicar al centro de la lucha, otros temas que se han difuminado, por mencionar algunos: la discriminación en la salud, el prejuicio tan arraigado en la sociedad sobre el VIH como una enfermedad exclusiva de los homosexuales, los crímenes por  homofobia, transfobia así como otras formas de identidad sexual y por ello nos relata varios casos acontecidos alrededor del 2016, fecha en la que este libro fue publicado, los cuales desafortunadamente se mantienen al pasar de los años.

Este autor punk aborda la abnegación y la pasividad ante la homofobia.  Señala que la homosexualidad tiende a asociarce, asumirse y proyectarse con una imagen de debilidad, por eso la comunidad difícilmente adopta íconos con actitudes fuera de esta sumisión. Por eso considera que para defender la integridad personal en muchas ocasiones no es práctico recurrir a debates, cartas firmadas o  marchas pues lamentablemente la realidad no es siempre esa gama de colores primarios, menos si eres gay viviendo en una sociedad machista.

Toma como ejemplo a algunos íconos de la cultura musical, como Henry Lawrence Garfield, más conocido como Henry Rollins, vocalista, músico de Black Flag, banda de hardcore punk, actor, humorista estadounidense, el cual cansado de ser maltratado por su propio padre y sufrir bullying escolar trabajó su musculatura y fuerza física para enfrentarse a sus agresores, hoy es un activista social y político por los derechos homosexuales.

También narra sus experiencias al adentrarse a un grupo dedicado a las “terapias de conversión” o  también llamadas “reparativas”, las cuales buscan cambiar la orientación sexual e identidad de género haciéndose pasar como paciente y escribe que dichas terapias se basan, sin un sustento científico, en que ser lesbiana, gay, bisexual o transgénero (LGBT) es un trastorno o enfermedad. Estas prácticas generalmente son impartidas por grupos religiosos para los cuales las personas con dichas preferencias son tratadas como inferiores moral o espiritualmente y la cura llega a través de rezos, oraciones y arrepentimiento.

Aporta la visión de académicos, investigadores y psicólogos conocedores del tema como Óscar Chavez Lanz, figura central en la construcción del gremio sexológico mexicano, quien sostiene que estos grupos son una careta de la intolerancia pues al querer cambiar la conducta de alguien o convencerlo de no quererla, es una opresión del comportamiento, no un entendimiento real por parte del individuo.

Cabe mencionar que en 2020 el Experto Independiente de las Naciones Unidas sobre orientación sexual e identidad de género y miembro del Subcomité de las Naciones Unidas para la Prevención de la Tortura entre 2013 y 2016 Víctor Madrigal-Borloz, catalogó estas prácticas como “inherentemente discriminatorias, crueles, inhumanas y degradantes y que, según el grado de dolor físico o mental infligido a la víctima, pueden equivaler a formas de tortura”.

Asimismo, en 2016 la Asociación Mundial de Psiquiatría negó la existencia de evidencia científica que contribuya a la idea de la posibilidad de cambiar la orientación sexual innata.

Estas críticas agudas las interpreto como una propuesta a la reflexión, a ser conscientes de lo que nos rodea mediante una constante autoobservación para no replicar lo que reprobamos y al cuestionamiento de nuestro comportamiento, independientemente si somos parte o nos sentimos identificados con el colectivo LGTBIQ+ o no.

En << Un amigo para la orgía del fin del mundo>> este escritor  propone la toma de decisiones lejos de la aceptación de la vida no heterosexual o tradicional, plantea romper los estereotipos que actualmente identifican la homosexualidad para permitir una apertura a formas alternativas de serlo, en lugar de caracteristicas fijas que imposibilitan la libertad, respeto y empatía.  No obstante, está crítica y reflexiones al status quo bien pueden aplicarse a la sociedad en general.

Ante la homofobia, terapias de conversión y todas las manifestaciones de discriminación e intolerancia pienso: ¿Cómo podemos ser una mejor sociedad? ¿Cómo evitar tantos crimenes por discriminación? ¿Por qué ese afán del ser humano de controlar, de obstinarse para que los otros piensen, sientan o tengan las mismas preferencias? Generamos más sufrimiento cuando queremos dominar lo que por naturaleza de la vida no podemos, cuando nos falta empatía ¿Por qué es difícil aceptar que la realidad es diversa, cambiante e impermanente?

¿Quiénes necesitan tomar terapia? ¿Quién es el “enfermo”: aquel que interpreta el mundo de manera diferente o quien odia y se obstina porque el otro vea el mundo con sus ojos, aunque eso signifique causarle sufrimiento?

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