Las cochinadas de Esparza van a judicializar la elección en la BUAP

Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizInc
Además del Covid19, otro nuevo virus está infectando a Puebla en este otoño.
Los cierres de administración sucios y caóticos tienen a la entidad poblana en un peligro latente.
Y es que, no solo en los ayuntamientos cuyos alcaldes terminan funciones el 14 de octubre próximo se están presentando todo tipo de irregularidades en la recta final de sus gestiones.
Ver: Sin tregua, la guerra civil del PAN de Puebla
El caso más evidente, sin lugar a dudas, es el de la repudiada Claudia Rivera, quien tras ser humillada en las elecciones del 6 de junio regresó a la Comuna capitalina para arrasar con todo el presupuesto disponible a través de comprar ridículas e innecesarias y con obras al vapor con licitaciones amañadas para contratistas inventados.
Rivera Vivanco es el ejemplo perfecto de los desvaríos que puede provocar la pérdida del poder.
No solo eso, la deprimente alcaldesa palpó la repulsión que su persona provoca entre todos los poblanos.
En sus últimos días, Claudia Rivera está determinada a terminar de hundir en la miseria a la Angelópolis, como sí los últimos tres años no le hayan bastado.
Un escenario similar sucede en la BUAP en el inicio del proceso sucesorio de la rectoría.
Aunque los dos principales perfiles que buscan la dirección general de la máxima casa de estudios de Puebla, la Doctora Lilia Cedillo y la Maestra Guadalupe Grajales y Porras, han propuesto una elección de altura cuidando la investidura del cargo por el que pelean y el prestigio, que los últimos cuatro rectores de la institución han arrastrado, de la Benemérita, Alfonso Esparza está haciendo un verdadero cochinero, fiel a su estilo.
Y es que, Esparza Ortiz, quien tiene a la justicia pisándoles los talones, se está aprovechando una vez más de la Universidad Autónoma de Puebla para ocuparla como su escudo a sabiendas del negro futuro que le depara tras ocho años de saqueos y demás excesos cometidos en demérito de la BUAP.
Con el Consejo Universitario como su propio chaleco antibalas, el rector de la BUAP busca conducir su proceso de sucesión con un órgano espurio y que carece ya de legalidad al superar el periodo para el que fue elegido hace tres años.
Es falso de toda falsedad que desde la Secretaría General se haya intentado detener la designación de los nuevos consejeros hace unos meses, pues fue el propio rector quien no dejó que este proceso se llevara a cabo con largas y argumentos poco creíbles.
¿Por qué si en medio de la contingencia sanitaria por el Coronavirus sí se pudieron renovar seis unidades académicas como lo establecía el reglamento interno universitario ahora se está frenando la renovación del Consejo?
Ver: La Mafia de Leobardo Rodríguez en la Tesorería municipal
¿Qué busca Alfonso Esparza al rehusarse a la renovación de los consejeros universitarios que serán los que validarán la elección del próximo rector a través del voto ponderado de las 43 unidades académicas y de los tres integrantes no académicos?
La respuesta es solo una: impunidad.
El “Tío Poncho” busca inclinar la balanza para uno y otro lado en la elección de su sucesor para después cobrar el favor a través de un pacto de impunidad que evite cualquier tipo de persecución desde adentro de la Benemérita poblana.
Además, al aún conservar el Control del Consejo Universitario aún con el nuevo rectorado, Esparza también intentará ocupar esto a su favor para evitar que se aprueben investigaciones, auditorías o castigos en contra de su gestión de 10 años, dos como interino y ocho como rector de manera oficial.
Estas son las razones por las que, con el argumento de la pandemia, del bien quehacer y del deber cumplido, Esparza Ortiz se ha aferrado a la decisión de mantener a los actuales consejeros aun cuando muchos de ellos ya ni siquiera son parte de la comunidad universitaria al haberse graduado este verano.
Es decir, el Consejo Universitario está plagado de cachirules, quienes obedecen a los oscuros intereses del rector señalado por desviar cientos de millones de pesos de la BUAP.
Las cochinadas de Alfonso Ortiz, de manera inevitable, conducirán a la judicialización de la elección de la nueva rectora de la BUAP.
Esparza Ortiz debería, por una vez en su vida, respetar la ley y conducirse con la misa altura que Lilia Cedillo y Guadalupe Grajales y encabezar así un proceso sucesorio intachable y que su mano no manche los comicios universitarios.
Ni en sus últimos días, “El Tío Poncho” pudo mostrar un poco de dignidad y respeto por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Ver: Desde México, quieren salvar de la prisión a Claudia Rivera
¿Qué necesidad de enrarecer un proceso que será histórico y del que saldrá la primera mujer poblana en encabezar a la Benemérita de Puebla?
Qué nadie se haga el sorprendido si las marranadas de Esparza terminan en los tribunales.
Después que no digan que no se les advirtió.


