Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizInc
El nombramiento de cualquier poblano en el gabinete legal o ampliado del gobierno federal sería motivo, sin lugar a dudad, de orgullo para el estado, pero este no es el caso.
En administraciones anteriores Puebla ha estado representado por notables poblanos como el caso de Ana Teresa Aranda, cuando en el sexenio de Vicente Fox fue directora nacional del DIF; o el de Jorge Estefan Chidiac, director de Banobras durante la gestión de Enrique Peña Nieto.
También hemos tenido representaciones deshonrosas como las de los impresentables Javier Lozano, ex secretario de Trabajo en el gobierno de Felipe Calderón, o Alejandro Armenta, ex director del Renapo en la administración peñista.
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Hoy, la entidad se avergüenza una vez más por las dos poblanas que colaboran en el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador: Liza Elena Aceves López, titular del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Conacyt; y Ana Elizabeth García Vilchis, Directora de Redes de la Coordinación General de Comunicación Social y Vocería de Presidencia y flamante presentadora de la polémica sección “Quién es quién en las mentiras de la semana”, de la mañanera de AMLO.
Aunque los puestos de Liza Aceves y de Liz Vilchis son de tercer nivel en el organigrama de la federación no deja de ser indignante que estos dos perfiles sean la representación de Puebla en el gobierno de López Obrador.
Solo basta recordar que Aceves López fue la primera en abandonar la Nave de los Locos, de Claudia Rivera, a mitad de campaña ante su inminente hundimiento tras su mezquino, cobarde e infame ataque al gobernador Miguel Barbosa a la subdirectora del SEDIF Denisse Ortiz.
No solo eso, la exsecretaria general del Ayuntamiento de Puebla dejó su puesto con un tufo de corrupción bastante pestilente luego de salir a la luz los escándalos de nepotismo en la dependencia y su ‘dobleteo’ ilegal de cargos en la Comuna y en la BUAP.
Con esos antecedentes, Liza Aceves fue rescatada de la orfandad por el gobierno lopezobradorista.
Ver para creer.
El caso más vergonzante es el de Ana Elizabeth García, la esposa del nefasto René Sánchez Galindo, quien será la cara y voz de la ridícula campaña de odio de AMLO en contra de los periodistas críticos e independientes de su gobierno.
Si la idea de incluir en las mañaneras un observatorio de supuestas fake news, que en realidad es un linchamiento público en contra de todos aquellos periodistas, reporteros y líderes de opinión antagónicos de la 4T, era ya un despropósito —calificado así de manera brillante por Carmen Aristegui—, nombrar como su vocera a Liz Vilchis es una ridiculez.
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Más allá de que la pareja de Sánchez Galindo sea “una chaira, feminista y amlover” (como ella misma se define) o que no tenga ni estudios universitarios, lo que alarma es la facilidad con la que García Vilchis, sin ser periodista ni reportera ni haber ejercido nunca el oficio más que como empleada de la Jornada de Oriente en el área digital del periódico local, desacredita a periodistas referentes e icónicos como Raymundo Riva Palacio o Salvador García Soto.
Y no es que Liz Vilchis no pueda hilar dos ideas consecutivas o que su vocabulario sea carente y limitado ni que su oratorio de pena ajena, lo criticable es que se haya prestado a ser la plomera de López Obrador en esta locuaz embestida en contra de la libertad de expresión en México.
En tremendo lío está metida la diputada local suplente al aceptar ser el brazo armado del presidente de la República y del vocero Jesús Ramírez Cuevas, pues las denuncias por daño moral no tardarán en caer en cascada en contra de este tridente poco tolerante a la crítica.
¿Qué méritos llevaron a García Vilchis a convertirse en al ariete de López Obrador contra la prensa?
Ninguno.
Solo basta recordar como la nueva Directora de Redes de la Coordinación General de Comunicación Social y Vocería de Presidencia se expresaba de la repudiada Claudia Rivera a pesar de que su esposo era una de las voces radicales que le hablaba al oído a la alcaldesa poblana.
A Liz Vilchis no solo le “la mana Clau” causaba “penita” por ser “sobreactuada” y “por sentirse cómoda con los panistas”, también calificaba de “idiotas, limitados, pendejos e ignorantes” todos los colaboradores de Rivera Vivanco.
La duda mata: ¿cuántos días tardará la esposa de Sánchez Galindo para expresarse así de sus nuevos compañeros de trabajos y de sus jefes?
Una más: ¿Qué pasará cuando a la fakeminista Ana Elizabeth le toque atacar, hostigar y sobajar a alguna periodista como Carmen Aristegui, Azucena Uresti o Gabriela Warkentin?
Puebla una vez más es la vergüenza nacional.
Ver: Genoveva Huerta regresa a las andadas
Lo más lamentable es que los protagonistas de la miseria en la que cayó la Angelópolis durante la fracasada e inoperante gestión de Rivera Vivanco ya encontraron asilo en Palacio Nacional.
López Obrador le dio asilo a los radicales de Claudia Rivera.
El final de esta historia no puede ser otro.
¡Qué vergüenza!