Encadenado a su escritorio en la ASE, Francisco Romero, el “estratega fiscal” doblado a auditor del estado, ha decidido quemar naves con tal de permanecer en el cargo para el que fue elegido por los próximos siete años.
Tras demostrarse su traición a la 4T en Puebla, sus prácticas dilatorias para no proceder ni investigar a sujetos obligados ni auditar sus cuentas y sus escándalos de violencia familiar, el contador optó por aventar una gran bola de excremento al ventilador para salpicar a todos a su alcance con tal de que se cabeza no sea la próxima en rodar.
Como en la novela de Miguel de Cervantes Saavedra, nuestro Quijote de la Mancha aldeano tiene a su Dulcinea por la que perdió la cabeza y también pelea contra gigantes imaginarios, pero que en realidad son molinos de viento.
Romero Serrano padece un delirio de persecución crónico que lo ha llevado a inventarse historias fantasiosas y hasta personajes de ficción que lo quieren ver tras las rejas y que bloquean su trabajo como titular de la Auditoria Superior del Estado.
Utilizando a las “benditas redes sociales”, el auditor del estado primero decidió victimizarse de una persecución inexistente para después acusar a diferentes secretarías, direcciones y entes del gobierno del estado de aplazar la entrega de documentación requerida por su órgano autónomo.
No solo eso, Francisco Romero se inventó un personaje de nombre Fernando del Villar, quien habría dado la orden, al decir de una escueta investigación realizada por el área de Tecnologías de la Información de la ASE (sic), pues la IP del correo del que se habría dado la orden a los 61 entes fiscalizados de no entregar ninguna información corresponde a dicho personaje de quien no se tiene ningún rastro en la estructura barbosista.
También, el contador, quien algún día obedecía a Alfonso Esparza con la cabeza agachada, está filtrando información privada del gobierno a través de sus cuentas bots, que ya están plenamente vinculadas a él e identificadas por la Policía Cibernética de Puebla.
Lo que el auditor busca, está más que claro, es evitar a como dé lugar su inminente salida de la Auditoría Superior del estado, que ya se está preparando en las entrañas del Congreso local.
Y es que, las comisiones unidas de Gobernación y Puntos Constitucionales y de la Comisión Inspectora ya están en el análisis de la iniciativa impulsada por los sietes integrantes de la Junta de Gobierno y Coordinación Política, quienes presentaron una serie de reformas a las normativas, leyes y reglamentos de la ASE, con el objetivo de atribuirse facultades para remitir todas las “faltas graves” que sean halladas en el órgano que hasta hoy encabeza Romero.
Con estos cambios, los coordinadores y representantes de los grupos parlamentarios ahora podrán turnar a la nueva Sala Especializada del Tribunal de Justicia Administrativa las irregularidades que sean encontradas en los órganos técnicos o administrativos particulares.
Y vaya que en el caso de la Auditoría Superior del estado son bastantes.
Ni que decir del dudoso actuar de Francisco Romero.
Además, la actual Comisión Inspectora de la Auditoría Superior del Estado será reemplazada por la “Comisión de Control”, misma que contará con una Unidad Técnica que se encargará de evaluar el desempeño del auditor superior y emitir los motivos para su remoción.
Como bien dicen que el diablo está en los detalles, la reforma al artículo 199 de la Ley Orgánica del Poder Legislativo será la clave, pues ahí se dictaminará sobre la existencia de los motivos de la remoción del auditor por las causas graves establecidas en la Constitución Política del Estado, y deberá dar derecho de audiencia al mismo.
La destitución requerirá del voto de las dos terceras partes de los miembros presentes y ésta causará efectos inmediatos y se deberá proceder en los mismos términos al nombramiento de la persona Titular de la Auditor Superior para un nuevo período.
Es decir, el auditor entrado en rebeldía tiene las horas contadas.
Francisco Romero careció de una correcta lectura de las circunstancias.
A nadie sorprenderá que el auditor caído en desgracia busque ayude en la Cámara de Diputados, pues ahí se encuentra uno de sus mejores clientes de estas asesorías fiscales que brindaba antes de llegar a la ASE.
Mientras, Romero Serrano seguirá luchando contra sus molinos de viento.
Verá persecuciones dónde no las hay.
Dirá que es una víctima más del gobierno del estado.
¿Qué más le queda a un traidor y a un corrupto después de ser descubierto?
Eso: inventarse gigantes con brazos largos de dos leguas.
Las desventuras de un auditor en desgracia.