Diciembre es un mes muy peculiar para las y los poblanos. Entre el gélido clima y los aires nostálgicos de las fechas, en Puebla también resuenan los lutos de polémica y aires de transformación política. En 2018, mientras todas las familias preparaban las cena de noche buena, el país fue testigo de una de las noticias más contundentes: Martha Érika Alonso y su esposo Rafael Moreno Valle, habían sido víctimas de un accidente de helicóptero.
El acontecimiento continúa siendo cuestionado, pero con resignación parece haber sido esclarecido. Entre tanto, el estado no solo lamentó su pérdida, sino los estragos que significaba un gobierno alternativo cuando los resultados electorales de entonces habían sido duramente cuestionados e incluso impugnados en su momento.
A los pocos días hubo una alternancia total, Miguel Barbosa, el entonces candidato y segundo en los resultados electorales, tomó el cargo después de un proceso electoral extraordinario. La tendencia política panista que por mucho tiempo había predominado en el estado se transformó ante la posesión de la Cuarta Transformación a manos de Barbosa.
Sin embargo, una vez más, entre el gélido clima y los aires nostálgicos de diciembre, Puebla de nueva cuenta pierde a su cabeza de gobierno. Esta vez con menos conmoción, pero con igual infortunio. El ahora ex gobernador Barbosa falleció a tan solo dos años de estar por finalizar su mandato. Esto sin duda pone la reflexión sobre la mesa: Cuánto importa el Poder cuando este es tan efímero. Al leer las decenas de reacciones al deceso del gobernador, sin duda solo dos reacciones predominaron: las aliviadas y las de lamento y condolencias.
Barbosa durante su gestión veló constantemente por las transformaciones de bienestar social, pero irónicamente las movilizaciones sociales y las demandas públicas nunca fueron su fuerte. Por un lado, en el estado destacaron las Políticas Públicas que velaron por el bienestar de las poblaciones vulneradas, por otro, fue el mismo gobernador quien vulneró a familiares de desaparecidos, feministas, estudiantes, periodistas y defensores de derechos humanos en Puebla.
Que complejo ser héroe de algunos, villano de otros. En palabras del mismo Barbosa: “Ser gobernador es un infiernito”. Al final, se ha acabado su “infiernito” y, sin duda, un gobernador es recordado por todo: lo que hizo, lo que no hizo, un legado, un conflicto, etc. Por ahora, más allá del juicio de cualquiera, y como Barbosa manifestó trás el deceso de su antecesora, lo que valdrá será el juicio de Dios.
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