Nadie en Puebla gana con la postura radical que algunos perfiles de la oposición han asumido desde el inicio del presente 2022.
Aprovechándose de cualquier tema, haciendo gala de su amnesia selectiva y su falta de calidad moral, las ruinas del morenovallista han subido de tono y traspasado todos los límites su postura crítica en contra de la Cuarta Transformación en Puebla.
Publicaciones en redes sociales atacando a la Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador, calificándola como “trepadora”, como la realizada por la diputada local Mónica Rodríguez Della Vecchia; utilizar al cadáver del bebé Tadeo como un simple botín político, como lo hizo la diputada federal Genoveva Huerta, a pesar de la tragedia de la familia y lo delicado del tema; o utilizar el caso de la Udlap para ganar validación frente al electorado, como el resto de los legisladores del albiazul, son parte del repertorio que las viudas y huérfanos de Rafael Moreno Valle han utilizado para atacar de forma vacía y sistemática a los gobiernos de Morena.
Lo más lamentable es que estas posturas radicales con las que han decidido actuar los morenovallistas han detonado campañas de odio en contra de cualquier miembro o militantes del lopezobradorismo que contraste las posturas y les recuerde la incongruencia de su actuar.
Los mensajes de odio, misóginos y vulgares en contra de la diputada Nora Merino es solo el resultado de las posturas radicales y el llamado al odio que han impulsado y arengado Mónica Rodríguez, Genoveva Huerta y Oswaldo Jiménez, entre otros.
¿En qué momento los morenovallistas aprendieron a ser oposición?
A nadie se les olvida que como siervos del siniestro Rafael fueron bastante sumisos y genuflexos, empezando con el propio exgobernador priista, ante el gobierno de Enrique Peña Nieto y todos sus escándalos de corrupción, tráfico de influencia y enriquecimiento ilícito.
¿En dónde estaban estos radicales durante los escándalos de la Estafa Maestra, Ayotzinapa, o La Casa Blanca?
Moreno Valle nunca dejó que sus siervos tocaran a Peña ni con el pétalo de una crítica (Genoveva Huerta dixit).
De complicidad y alianzas antinatura, ya ni hablamos.
Tampoco se puede borrar de un plumazo los últimos tres años cuando el PAN, a cargo de Genoveva Huerta, se convirtió en una oposición de caricatura, la misma que se mostró más férrea y violenta en contra de los militantes de su propio partido, como lo fue contra Eduardo Rivera y todo su grupo político.
La radicalización de la oposición es un callejón sin salida por el que el estado no merece transitar y menos tras los acontecimientos tan lamentables con los que inició el presente año.
Y es que, los radicales morenovallistas no entienden que una oposición de peso debe estar lejos de los ataques sistemáticos y huecos, del oportunismo y la mezquindad, de la política barata y la protesta sinsentido.
Se puede justificar que las viudas de Rafael no sepan cómo ser oposición tras una década en la que vivieron sublevados ante los caprichos y locuras del megalómano que usurpó al PAN en Puebla, pero lo que no se puede tolerar es que sus posturas inciten el odio, las campañas de desprestigio, el acoso y la violencia en contra de sus contrapartes.
Puebla, así como necesita que sus representantes populares, en sus tres niveles de gobierno, entreguen buenas cuentas, también requiere a una oposición que esté a la altura.
La oposición en Puebla, que las viudas morenovallistas buscan revivir, necesita ya dejar ese enanismo en el que cayó desde hace tres años y concentrarse en recuperar un poco de la calidad moral que perdieron desde que solaparon, festejaron y aplaudieron todos los excesos del oscuro Rafael.
Su pasado, de manera inevitable, los condena.
Por más radicales que busquen mostrarse, nadie puede tomarse en serio sus posturas mientras no sean articuladas, sin intenciones ocultas ni intentos fatuos de politizar cada acción de gobierno.
La radicalización es un barco que nunca llega a un buen puerto.
Ojalá que las ruinas del morenovallismo abran algún día los ojos.
Su oposición tocó fondo.