Regresarle lo Benemérita a la BUAP
El 14 de agosto del 2024 será una fecha que se quedará guardada en la historia de Puebla y para todos los poblanos.
Y es que, la inauguración de la Ciudad Universitaria 2 de la BUAP, proyecto consolidado en tiempo récord por el gobernador Sergio Salomón Céspedes y la rectora Lilia Cedillo a base de tenacidad, coordinación y disciplina, representa –tal vez– la obra educativa más importante en la entidad de los últimos 60 años.
En una época histórica en la que el feminismo asciende al escalón más alto en la pirámide del poder, Cedillo Ramírez ha estado y está a la altura del gran encargo de ser la primera mujer en llegar a la rectoría de la Universidad Autónoma de Puebla.
Distinta a la rispidez de José Doger; muy, pero muy lejana, a la infamia de Enrique Doger; diferente a la estridencia de Enrique Agüera; y muy distante a la corrupción crónica de Alfonso Esparza, Lilia Cedillo, junto con un grupo plural de hombres y mujeres muy capaces como José Manuel Alonso, Jaime Vázquez, Betzabé Díaz, Damián Hernández y Edwins García, entre otros, ha logrado impregnarle su sello tan humano, sencillo y académico –que tanta falta le hacía– a la BUAP.
Lo hecho por la rectora y el gobernador se puede resumir tan fácil como enumerar los millones de pesos invertidos en las obras o los trabajos directos o indirectos generados o los aumentos exponenciales que tendrán las matrículas de la institución, sin embargo, CU2 va más allá de simples cifras y datos duros.
No, la construcción del segundo campus de la BUAP es y será una obra que desde ya pertenece a la grandeza educativa que Puebla perdió en los últimos años, tanto a nivel público como privado, por las ambiciones desmedidas de sus rectores como Esparza Ortiz o Eugenio Derbez, de la UDLAP.
Conseguir este logro, insisto, en su primer periodo como rectora de la BUAP, que pinta para prolongarse por cuatro años más, se dice muy fácil, pero para nada lo es.
¿Cuántos hombres no se reeligieron al frente de la Benemérita de Puebla sin ningún mérito y asaltando las arcas de la universidad sin recato alguno?
Lo hecho y logrado por la Doctora Lilia Cedillo es más que plausible y de reconocer.
Despolitizar a la BUAP luego de años de servir como trampolín político para mezquinos que jamás respetaron la grandeza de este baluarte de Puebla tampoco era una tarea sencilla.
Cedillo lo logró.
La relevancia de CU2 es tan importante como el regreso de la vida universitaria y la esencia académica de la Universidad Autónoma de Puebla.
Lejos quedaron ya los tiempos en que la máxima casa de estudios poblana era un botín político o un laboratorio electoral para los gobernantes en turno.
¿Acaso alguien escuchó o leyó una noticia en la que la BUAP o la rectora Cedillo inclinó la balanza a favor de algún candidato en el proceso electoral del 2 de junio?
Lilia Cedillo se comportó a la altura de su cargo y de la institución que bien dirige.
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Fue plural y cortés con todos los candidatos de todas las alianzas y fuerzas políticas.
Cómo olvidar cuando el impresentable Alfonso Esparza le cerró las puertas de la BUAP a Morena con todo lo que eso representaba al vetar de la institución en el 2018 a Andrés Manuel López Obrador, a Miguel Barbosa y hasta a Alejandro Armenta, hoy gobernador electo del estado, por mandato de Rafael Moreno Valle.
Tras décadas de vivir hundida en una severa crisis de corrupción y malversación de recursos públicos y a disposición de los intereses personales y excesos del rector en turno, la BUAP ha recobrado su grandeza histórica y su muy importante peso específico en la sociedad poblana.
Todo de la mano de Lilia Cedillo y del gobernador Sergio Salomón.
La primera va en camino a su reelección como rectora de la BUAP y el segundo tiene ya las maletas hechas en la que apenas cabe el orgullo del deber cumplido con los poblamos para irse a la Ciudad de México para colaborar con la presidenta Claudia Sheinbaum.
Puebla trasciende.
Y la BUAP, sí, la BUAP recuperó –al fin– el distintivo de Benemérita.
